– Exacto. Lo que significa…
– Que eres mi pareja perfecta -dijeron al unisono.
Esas palabras llenaron a Daniel con una sensacion calida que no pudo nombrar.
– Supongo que eso significa que no te va a quedar mas remedio que compartir el premio de la cena de San Valentin conmigo.
– Eso supongo -convino, yendo hacia el con un pecaminoso contoneo de las caderas-. Intentare no quejarme mucho.
– Yo intentare no darte motivos para quejarte mucho.
– Puedes empezar ahora mismo -le rodeo el cuello con los brazos y se pego a el-. Dandome uno de esos besos expertos.
Daniel le metio las manos por debajo de la camisa para acariciarle la piel suave y calida.
– Encantado. Pero creia que querias chocolate.
– Tu eres mejor que el chocolate.
Mientras le reclamaba la boca, Daniel decidio que era un magnifico cumplido, viniendo de la reina del «chocorgasmo».
Capitulo Siete
Las siguientes dos semanas pasaron tan rapidamente, que Carlie sintio que fue en un parpadeo. El dia de San Valentin amanecio brillante y despejado y dedico la manana a trabajar en su turno del spa del Delaford y luego en ir a ver a un cliente de camino a casa. Y, mientras tanto, penso en lo unico que habia ocupado su cabeza en esas ultimas dos semanas.
Daniel Montgomery.
Dormido en el sofa con los cachorros sobre su estomago. Tumbado en su gloria desnuda en la cama mientras le daba un masaje. Alimentandose el uno al otro con trufas de chocolate. Jugando en el parque con los perros. Charlando, riendo, compartiendo recuerdos de la infancia, mientras comian pizza.
Daniel mirandola, los ojos nublados por el deseo, susurrando su nombre, tocandola. Encima de ella. Debajo de ella. Enterrado en ella. Las manos y la boca… por todas partes.
Y estaba a punto de terminar. Al dia siguiente tendria lugar la mudanza.
En las ultimas dos semanas habia sentido como si su tiempo juntos hubiera iniciado una cuenta atras, un incesante clic interior que se habia obligado a arrinconar en la mente. Pero el espacio se habia agotado, porque al dia siguiente el se iria.
No solo ocupaba toda su mente, sino que temia que la situacion fuera mucho peor, que hubiera logrado tomar residencia permanente en su corazon. Necesitaba ayuda. Una conversacion que le diera animos. Ya. Saco el telefono movil del bolso y marco con rapidez.
– ?Hola? -dijo una voz familiar.
– Hola, mama.
– ?Que sucede, carino?
No pudo evitar reir.
– Solo he pronunciado dos palabras. ?Que te hace pensar que pasa algo?
– Soy madre. Conozco esas cosas. Y basandome en tu voz, adivino que sea lo que sea lo que pase, involucra a un hombre, y lo mas probable es que se trate del vecino que mencionaste brevemente cuando hablamos por ultima vez la semana pasada, Daniel.
?Brevemente? Habia dicho su nombre, nada mas. Y solo porque Daniel habia estado presente cuando su madre llamo y oyo la voz de fondo mientras el jugaba con los cachorros.
– De acuerdo, siempre se te ha dado bien adivinar, pero esta vez me asustas. ?Que tienes…? ?una bola de cristal?
– No, solo el cromosoma «se cuando mi pequena me necesita», que jamas desaparece, sin importar lo crecida que este la pequena. Asi que cuentame que pasa.
Suspiro, sabiendo que era imposible negar que se sentia atribulada.
– En las ultimas dos semanas, Daniel y yo hemos, mmm, estado viendonos bastante -por su mente paso otra imagen de el desnudo-. Y todo ha sido… fantastico. Es muy… agradable -hizo una mueca ante esa palabra tibia-, y no me refiero solo en la cama. Y ese es el problema. Se muda manana, y, bueno, yo… lamento que se vaya. Yo… yo… voy a echarlo de menos -para su consternacion, le temblo el labio inferior y se le humedecieron los ojos-. Cuando empezamos, eso me parecio perfecto. Sabia que nuestro tiempo juntos tenia un fin. Y lo ultimo que yo buscaba era un hombre que entrara en mi vida. Sabes que siempre he rechazado las relaciones serias, al menos hasta terminar la universidad.
– Recuerdo que me lo dijiste, si.
Se paso la mano por el pelo.
– Pero Daniel resulto ser… tan diferente… Tan inesperado… Me hace reir. Tiene talento y es inteligente. Amable y generoso. Pausado y paciente con los perros. Estupendo con su familia. Y para coronarlo, ha dedicado horas a desarrollarme una pagina web profesional, que yo jamas me habria podido permitir, para anunciar mis servicios terapeuticos. Se suponia que lo nuestro iba a ser sin ataduras, pero es todo lo contrario.
– ?Y por que crees que es asi?
– Supongo que porque… me gusta -se froto el puente de la nariz-. El problema es que creo que me gusta un poco demasiado. Desde luego, mas de lo que yo queria.
– Mmmm. ?Y que piensas hacer al respecto?
– Eh… nada. No hay nada que pueda hacer. Manana el se marcha a Boston. Esto no ha sido mas que una aventura. Para los dos. Mi vida esta aqui. No tengo tiempo ni energia para dedicarme a una relacion a larga distancia. Y aunque lo tuviera, el no me ha indicado que estaria interesado en que lo hiciera.
– ?Habeis hablado de ello?
– Acordamos mantenernos en contacto, pero ya sabes lo que eso significa. Intercambiaremos unos correos electronicos y unas llamadas que se iran haciendo incomodas cuando el empiece a salir con alguien.
– Y cuando tu empieces a salir con alguien -indico su madre.
– Exacto -intento imaginarse en brazos de otro hombre y fallo por completo.
– ?Sabe el lo que sientes?
– No lo se ni yo misma. Excepto que estoy… confundida. E irritada conmigo misma por dejar que mi corazon se involucrara.
– ?Crees que es posible que, tal vez, tambien el haya involucrado su corazon?
A Carlie se le disparo el pulso, pero contuvo la ridicula esperanza.
– Espero que no, porque tampoco importaria. Se marcha. Yo me voy a quedar. Y entre los dos habra un pais entero.
Su madre suspiro.
– Lo siento, carino. Ojala hubiera algo que pudiera hacer para que te sintieras mejor.
– Ojala. Pero te agradezco que me escuches. Solo estoy siendo sentimental por San Valentin y todo eso. En cuanto se marche y no lo vea a diario, todo volvera a la normalidad.
– Estoy segura de ello. Pero…
– ?Pero que?
– ?Eso sera suficiente? Eres una chica inteligente, Carlie. Sabras lo que tienes que hacer -su hija guardo silencio-. Al menos has ganado el premio de San Valentin -anadio con tono demasiado festivo.
– Desde luego.
Era lo que habia querido en un principio. Por desgracia, temia haber recibido mas de lo que habia pedido.
Con un ramo de flores en la mano, Daniel se hallaba en el porche de Carlie. Respiro hondo. Por motivos que se negaba a analizar demasiado, se sentia nervioso. Tenso.
«Es por la mudanza», se dijo, moviendo los hombros para eliminar la rigidez. «Despedirme de Carlie».