– No lo digas.
– … asombrosa.
Antes de que ella pudiera hacer algun comentario, Daniel cruzo el umbral, esquivo a los cachorros saltarines, la tomo en brazos y le planto un beso que le hizo ver las estrellas.
– Asombrosa -repitio, besandole el cuello.
– Debes de tener las gafas empanadas -se sintio impulsada a senalar, aferrandose a sus hombros para no deslizarse al suelo.
– No. Debian de estarlo antes, pero no ahora. Todo es perfectamente claro ahora.
Ella se echo para atras en el circulo de. sus brazos.
– ?Que haces aqui?
En respuesta, el cerro la puerta, la tomo de la mano y luego la condujo a la sala de estar. Los cachorros los siguieron antes de continuar hacia la cocina en busca de algo de comida en sus cuencos.
Daniel se sento en el sofa y la obligo a sentarse a su lado.
– Tenemos que hablar -dijo.
– ?Sobre que? -pregunto con recelo.
– Nosotros.
Esa unica palabra reverbero en su cabeza. Alarmada, noto la expresion seria de el.
– ?Nosotros? -repitio-. Ya no hay un «nosotros».
– ?Y si te dijera que quiero que lo haya?
Su corazon realizo una danza desbocada.
– ?Como podria suceder algo asi? ?Estas pensando en terminos de una relacion a largo plazo?
El movio la cabeza.
– No. No es eso lo que quiero.
Sin saber si sentirse aliviada o aterrada, Carlie pregunto:
– ?Que es lo que quieres?
El le tomo las manos.
– Ultimamente me he sentido… inestable. No lograba determinar exactamente que era lo que pasaba, asi que lo achaque al estres de la mudanza. Pero en las ultimas dos semanas, desde que estamos juntos, esa sensacion ha empeorado mucho.
No sonaba muy prometedor. Sin saber muy bien como responder, dijo:
– Oh.
– Me vi bombardeado con todos esos sentimientos que no habia previsto y necesite un tiempo para aclararlo. Pero al final lo logre y comprendi que iba mal. Fue esta manana. Es la razon por la que me fui. Pero ahora he vuelto.
– Estoy confusa. ?Que iba mal?
– No era feliz. Y todo se debia a que me iba de aqui. Resulta que, en lo mas hondo, la mudanza no me alegraba demasiado desde antes de que tu entraras en el cuadro. En cuanto apareciste tu en escena, me senti todavia mas desdichado.
– Eh… gracias.
El movio la cabeza y suspiro.
– No queria decirlo como ha sonado. Tu no me hacias desdichado, sino la idea de alejarme de ti, de perder lo que habiamos comenzado, hizo que me diera cuenta de que no queria irme. Nunca quise irme. Realmente, no. Imagino que veia mi trigesimo cumpleanos como un buen momento para reevaluar mi vida, mis elecciones, y eso, combinado con la presion de mi ex novia, momentaneamente me convencio de que necesitaba cambiar las cosas. De modo que lo hice -bajo la vista a sus manos unidas-. El problema es que me encanta tener mi propio negocio, establecer mi propio horario. Y me encanta esta ciudad pequena. Y resulta que tambien te amo.
Todo dentro de Carlie se paralizo.
– ?Me amas?
– Si. Tal como estan las cosas. Sin el deseo de que cambies nada o seas otra cosa que la mujer extraordinaria que ya eres -sonrio-. Enamorarme… una de esas circunstancias imprevistas predichas por nuestros mensajes acerca de la pasion.
– Estas enamorado de mi -repitio en un susurro aturdido-. ?Desde cuando?
– Carino, me conquistaste con el «chocorgasmo».
Las emociones la invadieron, pero antes de que pudiera abrir la boca, el continuo:
– No tienes que decir nada. Y menos si lo que quieres decir no es bueno. Yo solo… queria que lo supieras. Y queria decirte que he pasado toda la manana al telefono y en la inmobiliaria. He quitado mi casa del mercado, Allied Computers se ha quedado sin un director y no me voy a ir a ninguna parte. Necesitaba respirar, pero al parecer habia olvidado como se hacia.
– ?No te vas a ninguna parte? -logro repetir.
– No. Bueno, salvo salir al porche. Deje algo alli. Vuelvo enseguida.
Completamente aturdida, Carlie lo vio marcharse. En cuanto lo perdio de vista, se pellizco el brazo. Si, era real. Daniel regreso segundos mas tarde con una caja enorme que exhibia el logotipo de Dulce Pecado, que dejo en la mesita de centro delante de ella.
– Solo puedo conjeturar que el contenido de la caja representa un desastre dietetico. Una catastrofe calorica. Y segun el tamano, un fiasco economico. ?Que has comprado?
– Lo que dijiste que querias.
– ?Y que es?
– El dia de la inauguracion de la tienda, le dijiste a Ellie Fairbanks que querias dos cosas de todo -con la cabeza indico la caja-. Eso es dos de todo.
Se quedo boquiabierta.
– ?Dos de todo lo que habia en el local?
– Si. Es para ti, aunque espero que lo compartas.
– Contigo.
– Ese es el plan.
– Nos llevara mucho tiempo comer todo este chocolate.
– Ese tambien es el plan -la miro fijamente-. La noche que apareciste en mi casa con aquella toalla, habia estado esperando ansiosamente tu llegada. Recuerdo pensar que todo estaba listo… que lo unico que faltaba eras tu. Resulta que fueron pensamientos profeticos.
– ?Y si mis sentimientos no son los mismos que los tuyos? -le pregunto ella.
– Entonces tendre que esforzarme en convencerte de que lo que tenemos juntos es realmente bueno. Y que solo podra mejorar. Que estamos hechos el uno para el otro. Que tu eres todo lo que alguna vez he querido. Y que podria hacerte muy feliz.
– Com… comprendo. Imagino que eso significa que si ahora fuera a decirte que estoy enamorada de ti, renunciaria a la gratificacion de que trataras de convencerme.
– Diablos, no. Dios, no. ?Estas diciendo…? ?Quieres decir…?
Parecia tan preocupado y serio, que se sintio avergonzada por mofarse de el. Le tomo la cara entre las manos y dijo:
– Te amo, Daniel. Mucho. Y no tienes que convencerme de que lo que tenemos juntos es realmente bueno. O de que solo podra mejorar. O de que estamos hechos el uno para el otro. Ya lo se. Tu eres todo lo que alguna vez he querido. Y voy a hacerte muy feliz.
Con un gemido, la subio a su regazo y la beso hasta que la cabeza le dio vueltas. Luego se echo para atras.
– No lo estas diciendo por todo el chocolate que te he traido, ?verdad?
– No -movio las cejas-. Pero, desde luego, eso ayudo.
El sonrio.
– Deberia haber sabido que no tendria que haber buscado mas alla de mi propio patio para encontrar la felicidad.
Ella se adelanto y le paso la lengua por el labio inferior.
– Carino, no sabes cuanto me gustaria recompensarte…