– Eso no me gusta nada. Seguro que terminare rellenando agujeros abiertos por perros, ?verdad?

– Me temo que si.

– Pero su cumpleanos es el dia de San Valentin. Eso es dentro de… dos semanas.

– Quiero comprarle el regalo hoy y mandarselo por correo antes de quedar agobiado por la mudanza.

La expresion de Kevin fue de esperanza.

– Como siempre, le compramos chocolate para su cumpleanos, veo algo dulce para comer en mi futuro inmediato. Y donde hay chocolate no puede andar lejos un cafe -se froto las manos-. Vamos.

Como no podia estar en desacuerdo con que comprar chocolate sonaba mucho mejor que comprar tierra, guardo la lista en el bolsillo.

– Hoy abre una confiteria nueva sobre la que lei en el periodico -fue hacia la esquina y Kevin se unio a el-. Se llama Dulce Pecado y se especializa en chocolates -sonrio. Podia ser dificil sorprender a su madre, pero ese ano disponia de una ventaja, o eso esperaba, con el nuevo local. Segun el anuncio en el periodico, la tienda prometia una asombrosa variedad de confituras de chocolate.

Al girar en la esquina de Larchmont Street, ver a una figura familiar caminando hacia ellos hizo que aminorara el paso. Luego se detuvo de golpe, como si se hubiera topado con una pared.

Kevin, que se habia rezagado unos pasos, choco contra el y solto un grunido.

– Creia que habias dicho que la tienda estaba por aqui. ?Cual es el problema, hermano?

Daniel siguio mirando a Carlie Pratt, sin M.C. y G… lo que significaba que los diabolicos perros en ese momento probablemente estarian disfrutando cavando mas agujeros en su patio. Carlie Pratt, quien, con el sol dorado centelleando sobre su cabello castano rojizo, parecia rodeada por un halo.

Pero eso era lo unico angelical acerca de ella.

Avanzaba con un andar lento y seductor, que le hizo pensar en sabanas de saten y sexo ardiente y sudoroso. Se maravillo del contoneo de sus caderas. Como el pecado en movimiento. Se pregunto como no lo habia notado nunca antes. Probablemente, porque cada vez que la veia corria tras los perros. O iba en coche. O estaba sentada en el patio trasero, donde la hierba, para ser sincero, mostraba aun mas agujeros que el de su propia casa.

Por lo general, iba vestida con un jersey holgado o vestidos amplios que parecian batas de hospital. Pero no ese dia. En ese momento lucia unos vaqueros cenidos que le resaltaban cada curva maravillosa… y tuvo que reconocer que tenia mas curvas que una montana rusa. Y un jersey en «V» del color de un melocoton maduro. La boca se le hizo agua con solo mirarla.

Kevin planto una mano en el hombro de Daniel y musito:

– Vaya. Ya veo que te ha puesto en este trance. Es preciosa.

Si lo era. La habia considerado atractiva desde el dia que se habia mudado a la casa colindante, pero no le habia prestado mas atencion porque, en aquel entonces, habia estado con Nina. Luego, cuando esta habia desaparecido del cuadro, se habian visto poco debido al trabajo… con la excepcion de los incidentes con los cachorros.

Pero en ese momento la veia bien.

Y le gustaba todo lo que veia.

Para un hombre que se enorgullecia de ser pragmatico, logico y sensato, experimento una oleada de deseo encendido, que a punto estuvo de incinerarlo alli mismo. Una reaccion que no podia describirse como pragmatica, logica ni sensata.

– Si las chicas de Austell son asi -dijo Kevin-, creo que estas loco si te vas. Y por el modo en que la miras, estas perdido -le dio un golpe en el hombro-. Puede que quieras cerrar la boca y dejar de babear si te apetece presentarte.

Daniel trago saliva y encontro la voz perdida.

– No hacen falta presentaciones. Ya la conozco.

– ?Si? ?En el sentido biblico?

En su mente se materializo una imagen nitida de Carlie desnuda en su cama. Cenudo, la desterro. Pero no antes de que dejara una estela de calor.

– No -bajo aun mas la voz-. Es mi fastidiosa vecina, la que tiene los perros aficionados a la excavacion.

– No la estas mirando como si fuera una molestia. Si quieres mi opinion…

– No…

– Ella sola haria que un tipo deseara cubrir su patio con galletas para perros.

Daniel miro a su hermano. No sabia que expresion habia puesto, pero fuera cual fuere, hizo que su hermano alzara las manos en burlona rendicion.

– Eh, solo era un comentario. No hace falta que me mates con la mirada. Es toda tuya.

Daniel fruncio el ceno.

– No es mia. No la quiero. Diablos, estoy impaciente por alejarme de ella.

– Eh. De acuerdo. Lo que tu digas -movio la cabeza-. Se ha detenido.

Daniel giro la cabeza. Carlie se habia detenido para mirar en un escaparate, ofreciendole una vision lateral, con tantas curvas y tan sobresaliente como la frontal. La brisa capturo su cabello, apartandole unos bucles de la cara, que con gesto distraido se acomodo detras de la oreja. Luego, entro en la tienda.

La desaparicion de Carlie lo saco del estupor en que se hallaba sumido; parpadeo y se paso la mano por la cara.

Se puso a caminar con extremidades extranamente rigidas, como si se hubieran transformado en cemento, y estiro el cuello para ver en que tienda habia entrado. Vagamente noto que Kevin caminaba a su lado y fingio no oir las risitas apenas contenidas de su hermano. Segundos mas tarde se dio cuenta de que habia entrado en Dulce Pecado.

Mmmm… ?estaria haciendo una compra para ella o buscando un regalo de San Valentin para un novio? Cuando Carlie se mudo a la ciudad, habia dado por hecho que tenia varios amigos, despues de haber observado a traves de la ventana de su despacho que un buen numero de hombres entraba y salia de la casa. Luego, cuando le habia devuelto a sus cachorros por primera vez despues de que hubieran pasado por debajo de la valla hasta su patio, ella le habia explicado que era fisioterapeuta en el Delaford Resort & Spa, justo a las afueras de la ciudad, cerca de Crystal Lake, pero que tambien trabajaba por cuenta propia, tratando a unos pocos y selectos clientes de mucho tiempo. No habia mencionado a ningun novio y el no habia sentido un deseo especial de enterarse.

Pero, de repente, deseaba saberlo. Fruncio el ceno y movio la cabeza ante esa subita necesidad de conocer algo sobre su vida personal, aunque luego decidio llamarlo… simple curiosidad. Solo era eso. No era que importara mucho… menos cuando pensaba marcharse de la ciudad en dos semanas. Kevin le dio en las costillas.

– Eh, ahi hay una cafeteria. Voy a pedir cafe por vena. En cuanto haya revivido, me reunire contigo en la confiteria. Eso te dara tiempo para charlar con la vecina que no, mmm, te gusta.

– En ningun momento dije que no me gustara.

– Oh. Claro. Dijiste que no la querias.

– Correcto.

– Oh, si, es totalmente obvio. Cualquiera podria verlo. En serio -con una risita, fue hacia la cafeteria.

Daniel permanecio en la acera durante varios segundos, reorganizando los pensamientos que la vision de Carlie Pratt habia desperdigado. Se pregunto por que diablos aun seguia alli de pie en la calle. Dulce Pecado habia sido su destino. Tenia todos los motivos para entrar en el local. Y si daba la casualidad de entablar conversacion con ella… bueno, era lo que haria cualquier buen vecino.

Respiro hondo, irguio los hombros y luego entro decidido en Dulce Pecado.

Capitulo Dos

En cuanto Carlie entro en Dulce Pecado, sus sentidos se vieron inundados de chocolate y a punto estuvo de soltar un gemido de placer. Respiro hondo, llenando su cabeza con el delicioso aroma. Casi podia oir como esos dulces entonaban: «Pruebame, pruebame».

Esa tienda era el ultimo sitio al que una reconocida adicta al chocolate, con un bajo presupuesto debia ir, pero

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