frontal de sus Levi's, pero no podia. Se quedo quieto, embobado, observando como ella convertia el simple acto de comer chocolate en una fantasia sexual. Cuando los gemidos se desvanecieron y al final ella abrio los ojos, el apenas logro pronunciar una unica palabra.

– Vaya.

– Mmmm. Desde luego.

– ?Ha sido tan estupendo para ti como lo ha sido para mi? -pregunto el.

La mirada de Carlie se poso en la trufa olvidada que Daniel aun sostenia entre los dedos y abrio mucho los ojos.

– Pero tu aun no la has probado.

– Estaba demasiado ocupado mirandote a ti -volvio a dejar la trufa en la caja, rodeo la barra y se detuvo delante de ella-. Prefiero probar la tuya.

Ella parpadeo y luego alzo lo que quedaba de la suya.

– Oh, claro. Me encantaria…

Le corto las palabras cubriendole la boca con los labios.

En el instante en que los labios se unieron, todo pensamiento abandono la cabeza de Daniel. La bajo del taburete y luego la tomo en brazos; ella lo acepto y le rodeo el cuello con los suyos. Emitio ese gemido increible y separo los labios, invitandolo a entrar, ofrecimiento que el acepto de inmediato. Mientras con la lengua le exploraba el interior de la boca, con las manos le acariciaba la espalda.

La friccion erotica de las lenguas le lanzo a Daniel agujas de fuego por el cuerpo. Se movio, apoyandose contra la barra, abrio las piernas y metio a Carlie entre la «V» de sus muslos. Ella se pego contra el, incinerandolo.

«Mas… mas… mas». La palabra reverbero por el, exigente, eliminando otra capa de su control, situacion que no mejoraba por la respuesta ardiente de Carlie. Su intencion habia sido besarla despacio, con suavidad, pero nada en ese beso era lento o suave. Le metio la mano por el cabello sedoso y la mantuvo inmovil mientras le devoraba la boca.

Perdio toda nocion del tiempo, y cuando al final levanto la cabeza, no tenia idea de cuanto llevaban besandose, aparte de saber que no era suficiente. La miro y vio…

Bruma.

Parpadeo y se dio cuenta de que las gafas se le habian empanado. Igual que el resto de su persona. Antes de poder quitarselas, lo hizo ella. Al hacerlo, la vio con claridad. Con los ojos entornados, las mejillas encendidas y los labios humedos y entreabiertos, se la veia absolutamente preciosa y completamente excitada. Despues de dejar sus gafas en el mostrador, se reclino en el circulo de sus brazos y susurro:

– Vaya.

Le impresiono que pudiera hablar. Desde luego, el era incapaz. Tuvo que tragar saliva dos veces y aclararse la garganta para poder encontrar la voz.

– Si. Vaya -aunque aun sonaba como si le hubieran lijado las cuerdas vocales.

– Empane tus gafas.

– Te perdono.

Lo estudio durante varios segundos.

– Se te ve diferente sin ellas.

– Ya ti. Estas… borrosa.

Ella se acerco mas, hasta que casi se hallaron nariz contra nariz.

– ?Y ahora?

– Oh, eres tu -inclino la cabeza y le beso el cuello-. Sabes deliciosa.

– Era el chocolate.

La miro a los ojos.

– No, eras tu.

– He de decirte que ese beso hizo que me olvidara por completo de la trufa -lo estudio de nuevo durante varios segundos-. Probablemente, no deberia reconocerlo, pero hace tiempo que queria hacer eso.

– ?Liberarme de mis trufas?

Ella sonrio.

– Bueno, eso tambien. Pero me referia a empanarte las gafas.

– ?Por que no deberias reconocerlo?

– Segun todos los libros, deberia comportarme de forma recatada y misteriosa. Por desgracia, no es mi estilo.

– A mi no me parece una desgracia. Prefiero la brutal verdad -le acomodo un mechon de pelo detras de la oreja-. Y la brutal verdad es que preferiria continuar con nuestra conversacion…

– ?Conversacion? -la picardia ardio en sus ojos y froto la pelvis contra la dura montana que era la ereccion de Daniel.

– Nuestra velada juntos -corrigio el con una sonrisa-. Cuando tengas mas tiempo. ?Estas libre manana por la noche?

– Eso depende. ?Me ofreces mas trufas?

– Eso depende. ?Me daras ese masaje?

– Lo hare si tu cumples tu parte.

– ?A las siete?

– Mejor a as ocho. Tengo mucho que estudiar.

– Estupendo. Espero el momento con ganas -nunca habia empleado un eufemismo mas inexacto.

Capitulo Cinco

Penso en ella todo el condenado dia.

No habia sentido esa clase de expectacion por ver a una mujer en mucho tiempo. Y Jamas con esa intensidad.

Pero el dia finalmente paso y solo faltaban cuarenta y cinco minutos para que ella llegara. Salio de la ducha, se paso una toalla alrededor de las caderas y luego se seco el pelo. Despues de afeitarse, se puso un polo azul y sus vaqueros mas comodos. Luego miro en torno al dormitorio. La cama hecha, preservativos en el cajon de la mesilla. Satisfecho, se fue a la sala de estar.

La caja de trufas estaba sobre la mesita de centro. Puso un CD de blues en el equipo de musica, atenuo las luces y encontro un par de velas, que coloco sobre la mesita. Lo unico que faltaba era Carlie.

Volvio a desviar la vista hacia el reloj. Siete minutos.

Espero que no llegara tarde. Desde luego, la promesa de un masaje, y lo que, con algo de fortuna, seguiria despues, bastaba para convertir a cualquier hombre en una masa de nervios. Pero, de algun modo, eso parecia… mas. Lo que era una locura, ya que apenas se conocian. Y mas cuando pensaba marcharse en dos semanas. Estaba imaginando cosas. No habia estado con nadie desde que Nina se marchara. Se dijo que no era mas que eso, un caso de excitacion extrema.

La idea de tener un sexo ardiente y sudoroso con Carlie lo encendio, de modo que fue hacia la nevera en busca de una botella de agua fria. Al abrir la puerta, vio la mitad del corazon envuelto en celofan azul que habia recibido con la compra hecha en Dulce Pecado. Lo habia metido en la nevera porque de vez en cuando le gustaba comer un poco de chocolate frio mientras disfrutaba de una taza de cafe. En vez de sacar el agua, de pronto sintio curiosidad por el mensaje oculto debajo del celofan. Abrio el envoltorio y extrajo una tira fina de papel.

Se acomodo las gafas en la nariz y leyo:

La pasion se describe mejor como algo impredecible, porque a menudo se encuentra en lugares sorprendentes. Con personas inesperadas. En encuentros impremeditados. Todo lo cual puede ofrecer resultados imprevistos.

Enarco las cejas. Todo encajaba menos lo ultimo. No habia nada imprevisto en el resultado que podrian

Вы читаете Salvaje y deliciosa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату