– Me siento como si me hubiera pasado por encima un carruaje desbocado.

La senora Brown lo miro; estudio su atractivo semblante, su media sonrisa y sus maliciosos ojos, y sintio que se le hacia un nudo en la garganta. Con el pelo de ebano y los ojos azul oscuro, no se parecia nada al rubio David con sus ojos marrones, pero la expresion burlona, la sunrisa facil… le resultaban dolorosamente familiares.

– Lady Gaddlestone es muy amable -dijo despues de aclararse la garganta.

– No he pretendido decir otra cosa. Sin embargo, seria capaz de hablar hasta hacer oir a un sordo. -Su mirada recorrio el rostro de la senora Brown; se veia preocupacion en sus ojos-. ?Esta segura de que se encuentra bien despues del accidente?

«?Accidente!»

– Si, gracias.

– Ahora que la baronesa se ha marchado, quiza me dira lo que estaba a punto de decirme antes de que apareciera. -Una luz juguetona le ilumino los ojos-. ?Algo que me queria susurrar al oido?

Allie noto que le ardia el rostro. ?Podria ser que ese hombre no se tomara nada en serio? ?No solo habia tenido la temeridad de besarla sino que se atrevia a bromear sobre ello! Se aferro a su vestido para evitar tocarse los labios, donde la habia besado. ?Como era posible que un roce tan ligero, que habia durado menos de un segundo, la hubiera afectado tanto?

«Me sorprendio, eso es todo. Estos latidos acelerados… son simplemente el resultado de lo inesperado. Y lo indeseado.»

Echo una mirada por el bullicioso puerto y otro estremecimiento le recorrio la espalda. Alguien la estaba observando. Estaba segura.

– Solo pretendia preguntarle discretamente si podiamos marcharnos cuanto antes -dijo, intentado contener su inquietud-. Habia notado que lady Gaddlestone venia hacia nosotros y…

– Ah. No me diga mas. Lo entiendo perfectamente. Incluso la gente que nos gusta puede resultar agotadora en ciertas ocasiones. Partiremos inmediatamente. -Le dedico una sonrisa y le ofrecio el brazo, inclinando la cabeza en otro gesto tan similar a los de David que Allie tuvo que apretar los dientes-. Mi carruaje esta aqui cerca.

Como ella no se decidia a tomarlo del brazo, el cogio su mano con naturalidad y la coloco sobre el codo que mantenia doblado.

– ?Lo ve? -comento-. No me como a nadie. Casi nunca.

Allie comenzo a caminar a su lado, intentando reconciliar el impulso de apartar la mano y el innegable alivio que la seguridad de su presencia le ofrecia. Sentia el brazo firme y musculoso, mas que el de David, bajo la mano. Y aunque lord Robert era varios centimetros mas alto que David, acomodo sus largas zancadas a sus pasos mas cortos, a diferencia de David. Allie siempre habia sentido que tenia que correr para mantenerse al lado de su marido.

Cuando llegaron junto a un elegante carruaje lacado en negro, lord Robert dio instrucciones al lacayo que les esperaba para que fuera a recoger el baul de Allie. Luego la ayudo a subir al vehiculo y se sento en el asiento de terciopelo gris frente a ella. La joven decidio que habia llegado el momento de explicarse y se aclaro la garganta.

– Me temo que le debo una disculpa, lord Robert. Ha recorrido todo el camino desde Bradford Hall para acompanarme a ver a Elizabeth, pero lo cierto es que debo permanecer en Londres al menos un dia o dos. Tengo algunos negocios de los que ocuparme. -Obligo a sus manos a estarse quietas y no tirar de la tela de su vestido-. Hay varios asuntos en relacion con las posesiones de mi difunto marido que debo solucionar. Se instalo en America, pero era ingles, ?sabe? De Liverpool.

– No, no lo sabia. -Lord Robert miro el vestido de luto. La compasion que se veia en su mirada era inconfundible-. Lamento mucho su perdida.

Allie bajo los ojos para que el no pudiera leer en ellos.

– Gracias.

– Aunque no es exactamente el momento adecuado para hablar de ello, se lo que es perder a alguien a quien se quiere. Mi padre murio hace unos anos. Lo echo de menos todos los dias.

Parecia querer decir algo mas, pero permanecio en silencio.

– Lo entiendo -repuso Allie-. Yo tambien pienso en David todos los dias. -Respiro hondo y anadio-: Estoy segura de que esta ansioso por regresar a Bradford Hall a esperar el nacimiento de su sobrina o sobrino, y no deseo causarle mas molestias. Si me recomienda una pension de confianza, yo misma organizare mi traslado a la propiedad cuando haya terminado con mis asuntos.

Robert estaba claramente sorprendido, pero no le hizo ninguna pregunta. Al contrario.

– No sera necesaria una pension, senora Brown. Elizabeth y Austin insistiran en que se aloje en su mansion de Londres.

– Oh, pero no puedo…

– Claro que puede. Elizabeth pedira mi cabeza si le permito alojarse en una pension. Y como hay varios asuntos que podrian requerir mi atencion, no tengo ningun inconveniente en permanecer en Londres hasta que este lista para ir a Bradford Hall. Tengo unas habitaciones en Chesterfield que estan a poca distancia de la mansion.

Allie estudio su rostro, y una sensacion de alarma le atenazo el estomago. Algo habia destellado en los ojos de Robert al hablar de «varios asuntos»… el mismo tipo de evasiva que ella conocia tan bien, gracias a David. Pero la mirada habia sido tan pasajera… ?Se la habria imaginado?

– Es una oferta muy amable, lord Robert, pero…

– La amabilidad no tiene nada que ver, creame. Es simple instinto de supervivencia. Si apareciera por Bradford Hall sin usted, despues de prometer solemnemente que la llevaria alli, mi honor estaria irreparablemente danado. -Una lenta sonrisa le ilumino el rostro-. Y Elizabeth no pararia de reganarme hasta que se me cayeran las orejas.

Por un corto instante, Allie sintio que respondia involuntariamente a la sonrisa de Robert, que permitia que su calidez la inundara. Se parecia tanto a la de David…

Robert se puso serio.

– ?Se encuentra bien, senora Brown? De repente se ha puesto un poco palida.

– Estoy bien. Solo estaba pensando en…

– ?Si?

– En que usted me recuerda mucho a mi marido.

Robert parecio sorprenderse ante sus palabras, luego sonrio cortes, con una mirada comprensiva.

– Gracias.

En ese momento, el lacayo regreso con el baul. Despues de atarlo en lo alto del carruaje, partieron, dejando atras los olores y ruidos del puerto. Mientras se alejaban de la margen del rio, Allie se fue relajando un poco, hasta poder mirar al hombre que se sentaba frente a ella. El hombre que era otro David, solo que esta vez con un envoltorio aun mas atractivo. Le habia agradecido que lo comparara con David. Pensaba que le habia hecho un cumplido.

«Si supieras, lord Robert. Si tu supieras…»

Lester Redfren surgio de la larga sombra que proyectaba el casco de madera del Seaward Lady. Contemplo con ojos entrecerrados el carruaje lacado en negro que se alejaba y escupio sobre los adoquines. Maldicion, aquella mujer tenia la suerte del diablo. ?Como demonios se suponia que iba a matar a esa mocosa si siempre estaba rodeada de viejas cotorras y perros ruidosos? Se miro el bajo roto de los pantalones. Estupidas bestias. Habian arruinado lo que hubiera sido el asesinato perfecto. ?Y no era maldita mala suerte que la Brown esa supiera nadar?

Y ahora se habia ido con un pelele encopetado. Se dispuso a seguir a pie el carruaje que se llevaba a su presa. Demonios, el que le habia contratado no estaria satisfecho de que aun no estuviese muerta.

«Pero ya me encargare yo de que la arreglen. Nunca he fallado en ningun trabajo, y no voy a empezar ahora. Manana a esta hora, estara muerta. Y yo sere un hombre rico.»

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