delicados y su brillante cabello dorado. El recuerdo de que la habia tenido entre sus brazos lo asalto de pronto, despertando el deseo en su interior.

– Si tienes sueno, no te entretengas por mi, Caroline -continuo el, senalando la puerta con un movimiento de la cabeza.

– ?Estas enfadado por algo, Miles?

El desvio la mirada hacia el fuego. Si, estaba enfadado. Enfadado por no haber logrado desterrar de su mente ese deseo insensato hacia ella. En efecto, estaba sumamente enfadado.

– No, Caroline, no estoy enfadado.

– No te creo.

Clavo la mirada en ella, lo cual resulto ser un grave error. Los azules ojos de Caroline lo escrutaban con ternura y preocupacion. Sus pechos se abombaban sobre el corpino y unas hebras rizadas de cabello dorado le enmarcaban el rostro de un modo muy favorecedor. Miles sintio un cosquilleo en el estomago y noto una presion en la entrepierna. Ella era tan bonita… y la deseaba. Dios, cuanto la deseaba.

– ?Me estas llamando mentiroso?

– No, por supuesto que no. Solo me preocupaba haber hecho algo que te sentara mal.

– No lo has hecho.

Apuro lo que quedaba del brandy y continuo mirandola, incapaz de evitarlo. Sabia que debia dejar de beber con tanta avidez. Empezaba a marearse.

Caroline lo observo, con el corazon acelerado. Intentaba mostrarse tranquila, pero por dentro estaba nerviosa, tensa e Insegura. Ya sabia que Robert se habia ido a dormir. Habia estado esperando una ocasion para estar a solas con Miles, con lo esperanza de que el se le insinuase de alguna manera, pero la expresion airada y cenuda del joven dio al traste con esa esperanza.

Bueno, estaba preparada para tomar las riendas de la situacion. Lo habia querido toda su vida. Habia llegado el momento de ensenarle que ya no era una ninita. No tenia nada que perder salvo el orgullo, y eso era algo que estaba mas que dispuesta a sacrificar por el amor de Miles.

– Me alegro de que no estes enfadado conmigo -comento echandose a reir para intentar fingir despreocupacion-, porque queria pedirte tu opinion sobre una cosa, si no te importa.

El no respondio.

– Se trata de un asunto bastante delicado -prosiguio ella, sin cejar en su empeno.

– Consultalo con tu madre -sugirio el en un tono muy poco amistoso.

– Oh, yo no puedo consultar con mi madre un tema como este.

– Entonces hablalo con Austin. O con Robert.

– Imposible -asevero ella agitando la mano. Se inclino hacia delante y le dijo, confidencialmente-: Son hombres, ?sabes?

El se volvio hacia ella y se quedo mirandola.

– ?Y que diablos soy yo?

– ?Oh! Bueno, eres un hombre, por supuesto -respondio sin inmutarse al oirlo maldecir-. Pero tu eres diferente. No eres mi hermano, ?entiendes?

Miles no entendia. En absoluto. Ya sabia que no era su hermano, maldita sea. Lo sabia demasiado bien.

– ?Sobre que querias que te aconsejara, Caroline? -pregunto en tono cansino.

Tal vez si le seguia la corriente se marcharia y lo dejaria en paz. Entonces podria concentrarse en otra cosa que no fuera ella.

– Necesito preguntarte algo sobre besos.

El la miro boquiabierto.

– ?Que has dicho?

– He dicho que necesito preguntarte algo sobre besos. Como bien sabes, lord Blankenship era uno de nuestros invitados esta semana. Tengo motivos para creer que me profesa cierto afecto y que quiza se me declare.

– ?Blankenship? ?Charles Blankenship?

– El mismo.

– ?Ha hablado el de esto con Austin?

– No. Al menos, no lo creo.

– Entonces ?que te hace pensar que planea declararse?

– Me beso.

– ?Que?

– Me beso.

– ?Donde?

Caroline pestaneo.

– En la biblioteca.

Miles apenas podia contener su mal humor.

– Me refiero a en que parte… ?En la mano o en la mejilla?

– Ah. En ninguna de las dos. Me beso en los labios.

– ?Que?

– Por lo visto te cuesta mucho entenderme. ?Tienes alguna lesion en los oidos?

– Desde luego que no -contesto Miles, indignado-. Sencillamente no puedo creer que le permitieras besarte de esa manera.

Ella ladeo la cabeza.

– ?Ah no? ?Por que? Lord Blankenship tiene un titulo, es rico, amable y apuesto.

– ?No es un poco viejo para ti?

– Solo tiene un par de anos mas que tu. Pero no era de eso de lo que queria hablar contigo.

– ?Ah no?

– No. Lo que necesito saber es por que no senti nada cuando Charles me beso. Excepto aburrimiento, tal vez.

Muy a su pesar, un gran alivio invadio a Miles.

– ?Aburrimiento? ?De veras? Que pena.

– Por las conversaciones que he mantenido con varios amigos, he llegado a la conclusion de que no es necesario sentir aburrimiento cuando un caballero te besa. Al parecer, los besos de algunos caballeros no son aburridos en absoluto. -Lo miro directamente a los ojos-. ?Es eso cierto?

– ?Como diablos quieres que lo sepa?

Lucho contra el impulso de aflojarse el fular, que cada vez lo ahogaba mas. Su condenado ayuda de camara obviamente se lo habia apretado demasiado. Y, diantres, ?desde cuando hacia tanto calor ahi dentro?

– ?Son aburridos tus besos, Miles? -pregunto ella, dando un paso hacia el.

– No tengo la menor idea. Nunca me he besado.

Retrocedio un poco, con cautela. Sus hombros chocaron contra la repisa, impidiendo que continuara reculando.

Ella avanzo otro paso, luego otro, y se detuvo a escasa distancia de el. Lo contemplo con ojos luminosos y dijo:

– Bueno, pues ?por que no me besas para que pueda darte mi opinion?

– Esa es una proposicion indecorosa, Caroline -murmuro el, dolorosamente consciente de que no deseaba mas que complacerla.

Ella le puso las manos en' la pechera de la camisa.

– ?Que ocurre, Miles? ?Temes descubrir que tus besos producen aburrimiento?

El pugno valientemente por conservar el control. El tacto de sus manos empezaba a distraer su atencion.

– Mirame -susurro Caroline.

El mantuvo la vista fija en un punto situado detras de ella, en silencio y con los labios apretados.

– Besame -jadeo ella.

– No.

– Abrazame.

– Ni hablar.

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