Austin alzo el brazo, enredo los dedos en su cabello y atrajo hacia si su cabeza para besarla. Le introdujo la lengua en la boca mientras le ponia la otra mano entre los muslos. Cuando sus dedos la acariciaron, ella emitio un gemido profundo. Su climax llego rapidamente, consumiendola por completo. Con la cara contra el hombro de Austin, grito su nombre una y otra vez mientras se contraia espasmodicamente en torno a el y se derretia entre sus brazos.

En cuanto su mujer se relajo, el rodo con ella sobre la cama hasta que la tuvo debajo. Se acomodo entre sus muslos separados y se movio muy despacio dentro de ella, saliendo casi por completo solo para sumergirse hasta el fondo.

Apoyandose sobre las manos, admiro su bello rostro mientras la acariciaba por dentro, lenta y ritmicamente, hasta que ella empezo a retorcerse debajo de el. Las reacciones de Elizabeth no eran en absoluto contenidas. Esa mujer no tenia nada de timida ni retraida en la cama. La vision de Elizabeth poseida por la pasion, con su larga cabellera desparramada alrededor, era una de las mas eroticas que Austin habia tenido delante de los ojos. Un quejido le salio de lo mas hondo cuando ella lo rodeo con sus largas piernas y aferro sus tensos biceps con los dedos.

– Austin -gimio ella, arqueandose debajo de el.

Cuando alcanzo el orgasmo, apreto con fuerza a Austin, que la penetro una ultima vez, derramando su simiente en lo mas profundo.

Estrechandola en sus brazos, rodo con ella hasta que quedaron de costado, y hundio la cara en su fragante cabello.

– Ha sido un despertar muy bonito -murmuro cuando recupero el habla.

Le acaricio la region baja de la espalda y las redondas nalgas con un movimiento suave y circular.

– Para mi ha sido muy bonito tambien -dijo ella con un guino descarado que lo hizo sonreir.

En efecto, los tres ultimos dias habian sido los mas felices que Austin habia vivido. Habian salido de la casa solo una vez, para dar un paseo en carruaje por Hyde Park, y despues para curiosear por las tiendas de Bond Street. Austin se habia prendado de unos pendientes de diamantes y perlas en una joyeria de moda y se los habia comprado a su esposa a pesar de sus protestas. Despues Elizabeth descubrio una libreria pequena en una callejuela adoquinada y lo habia arrastrado al interior.

– Creia que habias dicho que no te gustaba ir de compras -habia bromeado el mientras ella examinaba los volumenes de las estanterias.

– No me interesa ir a comprar cosas, pero esto son libros.

El no estaba muy seguro de haber entendido la distincion, pero le encanto poder complacerla. Le compro mas de una docena de libros y se percato, divertido, de que ella se mostraba mucho mas entusiasmada con ellos que con los pendientes de precio exorbitante que acababa de regalarle.

Aparte de esta salida, hecha el dia anterior, habian pasado casi todo el tiempo en la alcoba de Austin, desnudos, tocandose, aprendiendo, disfrutando el uno del otro, compartiendo sus cuerpos. Incluso les servian la mayor parte de las comidas alli, y solo salian de la habitacion para cenar en el comedor formal. Pero en cuanto terminaban huian de nuevo a su mundo intimo, donde el le ensenaba a su esposa el significado de la pasion, descubriendo de paso que, aunque habia tenido muchas amantes, nunca habia experimentado la honda ternura que Elizabeth le hacia sentir.

En su segunda noche, juntos habian hecho una escapada de medianoche al estudio privado de Austin. El le habia asegurado que tenia una sorpresa para ella y le habia pedido que cerrase los ojos y se dejase conducir de la mano al estudio. El fuego de la chimenea banaba la habitacion en un brillo calido y tenue. Ella paseo la mirada por todo el estudio y avisto el bosquejo que le habia regalado, colgado en un lugar destacado de la pared situada frente al escritorio.

El se acerco a ella por detras y le rodeo la cintura con los brazos.

– Cada vez que alzo la vista hacia ese retrato, pienso en ti -le dijo en voz baja.

Despues habia dedicado una hora a ensenarle los pasos del vals y descubrio que ese baile era mucho mas sensual de lo que nunca habia imaginado. Quizas Elizabeth no fuese la pareja de baile mas diestra que habia tenido, pero nunca lo habia pasado tan bien.

Acabaron haciendo el amor muy despacio y sin prisas sobre la gruesa alfombra al calor del fuego, y Austin supo que nunca volveria a entrar en su estudio sin ver en su mente a Elizabeth acostada sobre el tapiz, con los ojos brillantes de deseo y los brazos extendidos hacia el.

Ahora, ella le rozo el cuello con los labios. Dios, esa mujer lo hacia feliz, cosa que lo inquietaba, lo desconcertaba y lo ponia euforico al mismo tiempo. Aunque en los ultimos dias ambos habian pasado muchos momentos romanticos juntos, riendo y charlando, ella no le habia revelado los motivos secretos que la habian impulsado a marcharse de America. El habia tocado el tema una vez, pero ella habia desviado inmediatamente la conversacion. Para su sorpresa, la renuencia de Elizabeth a contarle cosas de su pasado le molesto, pues el deseaba que ella le hablara de eso.

– ?Que te gustaria hacer hoy? -le pregunto Austin, acariciandole con delicadeza su tersa piel.

– Mmmm… Lo estoy haciendo ahora mismo.

– ?Ah si? ?Y que es?

– Abrazarte. Sentirte cerca de mi. Sentirte dentro de mi. -Echo la cabeza hacia atras y lo miro con ojos sombrios y cargados de emocion. Le poso con ternura la mano en la cara-. Tocarte. Amarte.

?Estaba diciendo que lo queria? ?O se referia solo a hacer el amor con el? Austin no lo sabia, y aunque nunca antes habia solicitado el amor de una mujer, de pronto deseaba oir palabras amorosas de boca de Elizabeth.

No podia negar que ese matrimonio de conveniencia estaba dando un vuelco inesperado. Ademas, la sensacion de vulnerabilidad y confusion que lo embargaba era algo que no le gustaba demasiado.

Ella le paso la punta de los dedos por las cejas.

– ?Y a ti? ?Que te gustaria hacer hoy?

– Me gustaria quedarme aqui contigo y hacer el amor durante toda la tarde, pero hay unos asuntos que reclaman mi atencion.

– ?Puedo hacer algo para ayudarte?

El sonrio al percibir el ansia en su voz.

– Me temo que no. Tengo que hacer varias diligencias y ocuparme de un enorme monton de correspondencia aburrida.

– ?Podria acompanarte mientras haces tus diligencias?

– Me temo que debo encargarme de ellas solo. -No le hacia gracia llevarla consigo al barrio de la ribera-. Me distraerias demasiado. Estaria concentrado en ti, no en el trabajo.

Ella se quedo quieta y le puso las manos a los lados de la cara.

– Me ocultas algo. Vas a algun sitio adonde no quieres que yo vaya. -Solto un suspiro-. Deja que te ayude, Austin.

Maldicion, ?es que esa mujer podia leerle el alma? Era, cuando menos, una pregunta perturbadora. ?Podia ella ver el afecto creciente que le estaba tomando?

?Afecto? Casi hizo un gesto de disgusto ante la insulsez de eso palabra, que no describia ni remotamente lo que sentia por ella. La idea de que ella pudiera ver o percibir cosas que el aun no estaba preparado para compartir lo desconcertaba, aunque Elizabeth no habia vuelto a mencionar sus visiones ni a afirmar que le hubiese leido el pensamiento.

Deslizo el dedo por el tabique nasal de ella. En cuanto a llevarla consigo a los sitios a los que.tenia que ir, eso quedaba terminantemente descartado. No estaba dispuesto a exponerla al peligro o a…

– No quieres exponerme al peligro. Lo entiendo. Pero estare contigo. Estare perfectamente a salvo.

– No puedo llevarte a esos lugares, Elizabeth. Son sordidos, en el mejor de los casos. No son la clase de sitios que frecuentan las damas.

– ?Que te traes entre manos exactamente?

Contemplo la posibilidad de no decirselo, pero descubrio que no tenia las menores ganas de mentirle.

– ?Recuerdas que en las ruinas te dije que habia contratado a un alguacil de Bow Street para que investigase a un frances que vi con William antes de su muerte?

– Si. Habias quedado en encontrarte con ese alguacil esa noche.

– Exacto. Bueno, pues he recibido informes de que el frances que busco, al que conozco por el nombre de Gaspard, ha sido visto hace poco en una taberna y antro de juego situado cerca del barrio ribereno. Ire a ver si lo

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