Apreto las mandibulas mientras rezaba para no perder la entereza. Tenia que alejarse de ella. Alzo las manos y la sujeto por las munecas, con la intencion de apartada de si por la fuerza. Pero entonces la miro.
Eso fue su perdicion.
Ella tenia los ojos llorosos, y el vulnerable anhelo que denotaba su hermoso rostro le partio el corazon. La aferro por los hombros, decidido a apartarla, a actuar con nobleza, pero ella se puso de puntillas y se apreto contra el.
– Por favor, Miles. Por favor…
Le coloco los suaves labios contra la mandibula, la unica parte de su cara a la que podia llegar sin su cooperacion.
Su suplica y sus lagrimas traspasaron el corazon de Miles como flechas. Esto vencio definitivamente su resistencia, y, con un gemido doliente, bajo la boca para unida a la de ella.
Que Dios lo asistiese. ?Habia tenido alguna otra mujer un sabor tan dulce? Ella musito su nombre y le echo los brazos al cuello. Oir su nombre pronunciado por sus labios con un suspiro le provoco un cosquilleo por todo el cuerpo.
Con pausada languidez la inicio en el arte de besar. A Caroline le faltaba experiencia, pero no avidez, y aprendia deprisa. Cuando Miles deslizo la punta de la lengua sobre su labio inferior ella le hizo lo mismo. La joven solto un grito ahogado cuando la lengua de el invadio la aterciopelada calidez de su boca, pero pocos segundos despues ella frotaba su lengua contra la de el, haciendo que la estrechara entre sus brazos con mas fuerza.
El inclino la boca sobre la de ella una y otra vez, alternando entre un roce lento y engatusador y una fusion apasionada y vehemente de sus bocas y lenguas.
Cuando por fin alzo la cabeza, ella siguio aferrada a el y hundio el rostro en la pechera de su camisa.
– Cielo santo -susurro-. Eso ha sido…
– Un error, Caroline. Un grave error.
La voz le temblaba y el corazon le latia al triple de su velocidad normal. Echo la cabeza hacia atras, cerro los ojos y de nuevo rezo por conservar la entereza. Todavia la estrechaba entre sus brazos, y sabia que ella debia de notar su ereccion contra su cuerpo, pero Caroline no hizo el menor intento de apartarse de el. Por el contrario, lo abrazo aun mas fuerte. Miles deseaba poder culpar al alcohol de lo que acababa de ocurrir, pero sabia que no seria cierto.
Habia deseado besar a Caroline mas que cualquier otra cosa en su vida. Dio gracias a Dios por haber logrado controlarse y detenerse antes de tomarse mas libertades con ella. Se estremecio al pensar lo que haria Austin si llegara a enterarse del modo en que el amigo en quien mas confiaba acababa de besar a su inocente hermana. Un duelo con pistolas al amanecer no era una posibilidad demasiado descabellada.
– ?Como puedes decir que ha sido un error? -pregunto ella levantando la cabeza-. Ha sido maravilloso.
Miles se obligo a apartarse de ella.
– No deberia haber ocurrido. Si no hubiese bebido tanto, esto nunca habria pasado -mintio.
– ?No te ha gustado? -pregunto ella, con los ojos empanados de pesadumbre y perplejidad-. ?Como es posible? Ha sido el momento mas maravilloso de toda mi vida. ?Es que no has sentido lo mismo que yo?
Dios santo, ?como negarlo? Ese beso casi lo habia hecho caer de rodillas, pero ella no podia, no debia bajo ningun concepto enterarse.
– Ha sido un beso sin importancia, nada mas.
Se forzo a pronunciar esa mentira, y algo se le rompio por dentro al ver que los ojos de Caroline se arrasaban en lagrimas.
– ?Sin importancia? -musito ella con la voz entrecortada. Luego le dio la espalda, pugnando por recuperar la compostura.
El ansiaba abrazarla y retractarse, pero obligo a sus brazos a permanecer caidos a sus costados y mantuvo la boca cerrada. Tenia que permanecer firme. Ella era demasiado joven, demasiado inocente. Definitivamente no era la mujer ideal para el. La unica en que podria poseer a Caroline era casandose con ella, y no estaba dispuesto a contraer matrimonio solo por lujuria. No, gracias, ya desahogaria esa lujuria con una amante y
– Bueno, ?estas satisfecha con mi respuesta sobre los besos? -pregunto en un tono alegre, intentando quitar hierro a los recientes y convulsos momentos.
Caroline respiro hondo y se dio la vuelta. Se encaro con el directamente, con los ojos todavia humedos pero fulminandolo con la mirada.
– Si. Te alegrara saber que tus besos no resultan aburridos en absoluto -le informo con una voz que lo conmovio-. Pero decir que lo que ha pasado entre nosotros carece de importancia es una gran falsedad. -Alzo la barbilla en un gesto desafiante-. Una falsedad de primera magnitud.
El achico los ojos, mirando su rostro enrojecido.
– ?Me estas llamando mentiroso? -pregunto por segunda vez esa tarde.
– Si, Miles, te estoy llamando mentiroso. -Avanzo hacia la puerta dando grandes zancadas y luego clavo una mirada severa en su virilidad, todavia hinchada-. Y ademas, lo disimulas muy mal.
Salio apresuradamente de la habitacion, y el se quedo contemplando el umbral vacio con la boca abierta.
Dios santo, que desaire tan demoledor.
Que mujer mas increible.
?Y que diablos iba a hacer el al respecto?
14
Austin desperto poco a poco, y en su duermevela se percato de que unas manos le acariciaban el pecho. Abrio un ojo sonoliento y se vio recompensado con la vision de un seno perfectamente redondeado coronado por un pezon rosado y turgente. Decidio que aquello requeria una investigacion mas a fondo, de modo que abrio el otro ojo y se deleito con la imagen y el tacto de su esposa desnuda que, sentada a horcajadas sobre su cintura, le deslizaba las manos por el torso.
Su magnifica cabellera la rodeaba como una nube de color castano rojizo, cayendole en cascada sobre los hombros hasta tocarle los generosos pechos y acariciarle las caderas. Las rizadas puntas descendian por su espalda hasta descansar sobre las piernas de Austin.
El hecho de estar excitado no lo sorprendio en absoluto, considerando que habia pasado los ultimos tres dias en un estado de excitacion constante.
Pero hoy todo cambiaria. Habia enviado un mensaje a Bow Street y le habian informado de que al menos hasta la vispera nadie habia recibido noticias de James Kinney.
Y ya bien entrada la noche habia recibido otra carta de chantaje que le exigia que reuniese la desorbitada suma de cinco mil libras y esperara nuevas instrucciones. Al interrogar al muchacho que le habia dado la misiva, habia averiguado que ti gabacho frecuentaba varios establecimientos del barrio de la ribera. La descripcion que el chico habia hecho del hombre no le habia dejado lugar a dudas de que se trataba de Gaspard. Austin planeaba visitar esos lugares esa tarde con la esperanza de encontrarse cara a cara con aquel bastardo.
Asi pues, pese a que ese breve interludio con su mujer le habia resultado de lo mas placentero, habia llegado la hora de centrar su atencion en otros asuntos.
– Buenos dias, excelencia -lo saludo ella. Se inclino y lo beso en los labios-. ?O deberia decir «buenas tardes»?
Sus dedos se deslizaron por su pecho y le hicieron cosquillas en el ombligo. El contraia los musculos con espasmos de placer alli donde ella lo tocaba. Si, era una pena que ese interludio tuviese que terminar.
Ella le rodeo la ereccion con los dedos y lo acaricio suavemente.
– ?Vas a volver a dormirte?
Por toda respuesta, el la aferro por la cintura, la levanto y la sento sobre su ereccion.
– Estoy totalmente despierto y tienes toda mi atencion -le aseguro con una voz que se convirtio en un gemido ronco cuando ella lo apreto dentro de su conducto sedoso y humedo.
