– Adelante.
Caroline entro en el estudio.
– ?Puedo hablar contigo?
El le sonrio forzadamente.
– Por supuesto. Sientate, por favor.
– Prefiero quedarme de pie.
El alzo las cejas con un gesto inquisitivo ante el tono de su hermana.
– Muy bien. ?De que quieres hablar?
Ella enlazo las manos y aspiro a fondo.
– Quiero empezar diciendo que, como hermano, te tengo en gran estima.
– Gracias, Caroline -respondio sonriendo-. Yo…
– Pero eres tonto de remate.
La irritacion le borro la sonrisa de la cara.
– ?Como dices?
– ?Es que no me has oido? He dicho que eres…
– Te he oido.
– Excelente. ?Quieres saber por que eres tonto de remate?
– En realidad, no, pero estoy seguro de que me lo diras de todas maneras.
– Tienes razon. Me refiero a esta situacion con Elizabeth.
– ?Situacion? -pregunto Austin con los dientes apretados.
– No disimules -solto ella, echando chispas por los ojos-. Sabes perfectamente de que hablo. ?Que le has hecho?
– ?Que te hace pensar que le he hecho algo?
– Es muy desdichada.
– Eso es lo que todo el mundo se empena en decirme.
Ella le dirigio una mirada escrutadora.
– No logro entender esta indiferencia glacial. Pensaba que estabais hechos el uno para el otro, pero es evidente que ella no esta contenta y que tu merodeas por la casa como un oso con una espina clavada en la pata. Siempre te he visto tratar a las mujeres, incluso a las mas irritantes, con absoluto respeto. Y sin embargo, tratas a tu propia esposa como si no existiese.
«Es que no existe -se dijo Austin-. La mujer de quien me enamore no existe en realidad.»
– Austin. -Caroline le poso la palma de la mano en la mejilla y la ternura sustituyo al enfado en sus ojos-. No puedes permitir que esta infelicidad acabe con vosotros. Es evidente para mi que la quieres con toda tu alma y que ella te quiere. Por favor, examina tus sentimientos y busca una manera de resolver el problema que tienes con ella, sea cual fuere. Y hazlo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Deseo que seas feliz, y el dolor que percibo en tus ojos me dice que no lo eres. Pero lo fuiste alguna vez. Y gracias a Elizabeth.
Esas palabras carinosas le envolvieron el corazon atenazandoselo como un tornillo de carpintero. Si, habia sido feliz durante muy poco tiempo. Pero esa felicidad estaba basada en una ilusion. Y aunque agradecia a Caroline su preocupacion, estaba harto de que primero Robert y ahora ella se entrometiesen en su vida.
No estaban al corriente de las circunstancias, pero no tenia ninguna intencion de contarles a ellos, o a cualquier otra persona, que su esposa queria disolver su matrimonio. Guardaria el secreto, al menos hasta que fuera absolutamente necesario revelarlo. Si Elizabeth resultaba estar embarazada, tendrian que soportar como fuera su matrimonio.
Alguien llamo a la puerta.
– Adelante.
Era su madre.
– ?Interrumpo algo?
– En absoluto. -Austin fijo la vista en la puerta con aire significativo-. Caroline ya se iba.
– Excelente. El coche nos espera para el paseo por el parque, Caroline. Enseguida me reunire contigo, ahora tengo que hablar con Austin.
Caroline cerro la puerta delicadamente tras si. Austin apoyo de nuevo la cadera en su escritorio y clavo los ojos en su madre.
– ?Tambien tu has venido a ponerme verde?
– ?Ponerte verde? -pregunto ella, con los ojos como platos.
– Mis hermanos han tenido a bien llamarme necio, idiota y, mi insulto favorito, tonto de remate.
– Entiendo.
– Celebro que al menos mi madre no se rebaje a insultar.
– Desde luego. Claro que, si no te hubieran dejado hecho un trapo, quiza tendria la tentacion de llamarte imbecil cabeza de chorlito, pero dadas las circunstancias me limitare a decirte que me duele veros tan tristes a ti y a Elizabeth. -Le tomo la mano entre las suyas y le dio un apreton-. ?Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
Maldita sea, preferia los insultos a esa preocupacion tierna y carinosa.
– Estoy bien, madre.
– No lo estas -repuso ella en un tono que no admitia replica-. Sabia que algo iba mal cuando enviaste a Elizabeth a Wesley Manor tan de repente. El sufrimiento de la pobre chica es palpable. Y el tuyo tambien. Nunca te habia visto tan enfadado ni consternado. -Sus afectuosos y azules ojos se posaron en los de el-. Hubo muchos malentendidos entre tu padre y yo cuando estabamos recien casados…
– No se trata de un malentendido, madre.
No pretendia hablarle en un tono tan cortante. Ella lo miro unos instantes antes de contestar.
– Entiendo. Bueno, solo puedo decirte que el amor profundo siempre va acompanado de otras emociones intensas. Cuando quieres a alguien con todas tus fuerzas, peleas con todas tus fuerzas. -Esbozo una sonrisa melancolica-. Tu padre y yo hicimos las dos cosas.
Sintio pena por ella y le apreto la mano con carino. La muerte repentina de su padre los habia destrozado a todos, pero a ella mas que a nadie.
– Es tu esposa, Austin. Lo sera para el resto de tu vida. Por vuestro bien, intentad resolver vuestras diferencias y procurad que vuestra union sea feliz. No dejes que el orgullo os lo impida.
El arqueo las cejas.
– Das la impresion de estar convencida de que yo tengo la culpa de mis problemas maritales.
– No he dicho eso. Pero eres un hombre de mundo, mientras que Elizabeth sabe poco de la vida. Cometera errores, algunos graves, otros no, hasta que adquiera algo de experiencia en su nueva posicion. Ten paciencia con ella. Y contigo mismo. -Le dio un beso en el dorso de la mano-. Es la mujer ideal para ti, Austin.
– ?Ah si? ?Eres tu la misma persona que manifestaba su aprension por mi boda con una americana?
– No puedo negar que tenia mis reservas al principio, pero durante las tres ultimas semanas he llegado a conocer bien a mi nuera. Es una joven encantadora e inteligente, y tiene madera de duquesa. Ademas, te quiere. Y sospecho que tu sientes lo mismo por ella.
Le sonrio con dulzura y luego se marcho del estudio. Austin se quedo mirando la puerta cerrada y exhalo un suspiro. Gracias a su familia acabaria en el manicomio de Bedlam. Tenia que salir de esa casa cuanto antes.
Sin embargo, antes de que pudiese dar un solo paso, las palabras de su madre asaltaron su mente. «Te quiere.» El dolor y la ira, combinados con una tristeza profunda y desoladora, lo hicieron encorvar la espalda. Su madre, Caroline, Robert…, ninguno de ellos tenia idea de lo equivocados que estaban respecto a los sentimientos de Elizabeth. Habia logrado enganar a todos los miembros de su familia.
«Y sospecho que tu sientes lo mismo por ella.»
Con un quejido, se paso los dedos por el pelo. Si, maldita sea, la queria.
Pero con gusto habria dado todo lo que tenia por desterrar ese maldito sentimiento de su corazon.
A la manana siguiente, Austin entro en su estudio y se detuvo ante la inoportuna vision de Miles arrellanado en un sillon. Maldicion, si Miles se proponia retomar el tema donde lo habia dejado su familia el dia anterior, Austin le propinaria un guantazo. Sentia un fuerte impulso de golpear algo, y a la minima provocacion sin duda ese algo seria Miles.