El deseo la abrasaba de un modo tan desesperado, que Jilly sentia que su cuerpo era un volcan a punto de entrar en erupcion. Metio las manos bajo el jersey de Matt y le acaricio el vientre. Despues, interrumpio los besos para pedirle que se quitara la prenda.

– Fuera -murmuro.

Mientras el se sacaba el jersey, ella dio un paso atras y se llevo las manos a la espalda para bajar la cremallera del vestido.

El se quito tambien los zapatos y los calcetines y, acto seguido, le puso las manos sobre los hombros y le indico que se diera media vuelta.

– Dejame a mi -dijo, con voz ronca.

Matt le bajo el cierre a toda prisa y la giro para volver a quedar frente a frente. Entonces dejo que el vestido cayera al suelo. Jilly estaba tan sensibilizada, que el simple contacto de la tela la hizo temblar. La palidez de su piel contrastaba con el negro del sosten y de las medias con liguero. Permanecio inmovil durante algunos segundos y, luego, con el aliento entrecortado y el corazon latiendo a toda velocidad, llevo las manos al cinturon de Matt.

Pero el no la dejo hacer. La aferro por los brazos y, con un movimiento rapido, la apoyo contra la pared. La miro a los ojos por un instante y volvio a besarla con frenesi. Mientras que con dedos torpes y ansiosos Jilly intentaba desabrocharle el cinturon, Matt le quito el sosten y se lleno las manos con los senos desnudos de su amante. Ella sintio ganas de gritar de placer al sentir las caricias. En aquel momento, el comenzo a besarle el cuello y, lentamente, fue bajando hacia el pecho. Levanto la vista y, sin dejar de mirarla, empezo a lamerle y a mordisquearle los pezones.

A Jilly se le escapo un largo gemido y, durante un buen rato, se olvido del cinturon, recosto la cabeza en la pared, cerro los ojos y le hundio los dedos en el pelo. Arqueo la espalda para apretarse contra la boca de Matt y le rogo que siguiera. El accedio complacido; adoraba los pechos de aquella mujer y estaba encantado de satisfacerla con los juegos de su lengua y sus dientes. Ella estaba fascinada, se mordia los labios y podia sentir como se le humedecia el sexo por la excitacion.

Con un grunido casi visceral, Matt le deslizo las manos por los costados y le bajo las medias. Jilly las pateo a un lado con impaciencia y, al abrir los ojos, se topo con la boca de su amante dispuesta a volver a robarle el aliento con sus besos. Lo deseaba tanto, que ya no podia contener la desesperada necesidad de sentirlo en su interior. Casi sin pensarlo, se colgo de los hombros de Matt y le rodeo las caderas con una pierna. El le apreto las nalgas con una mano y le metio la otra entre los muslos. Se miraron con complicidad y, cuando le rozo el clitoris, caliente y humedecido, gimieron al unisono.

– Jilly… -murmuro el, entre jadeos.

Entregada a la pasion del momento, la mujer separo las piernas y exclamo:

– Quiero que entres en mi ahora mismo.

Matt le introdujo dos dedos en el centro de su ser y ella solto un grito ahogado. Era tal la desesperacion, que le basto sentirlo en su interior para estremecerse. En pocos minutos, alcanzo el extasis. Arqueo la espalda, tenso las piernas y lo miro a los ojos. Queria que supiera lo que estaba sintiendo; que descubriera la electricidad del orgasmo en su mirada.

Cuando cesaron los espasmos, apoyo la cabeza en el hombro de Matt y le beso el cuello con los labios entreabiertos. Entretanto, el le acaricio la espalda con ternura.

– Ha sido genial -dijo Jilly-. Gracias, necesitaba recuperar esta sensacion.

– Ha sido un placer.

– Tienes razon, pero ha sido mi placer. Ahora, es tu turno.

– Soy todo tuyo…

Matt sentia que su cuerpo era una bomba a punto de estallar. Sin decir una palabra, la alzo en sus brazos, la llevo hasta la cama y la recosto con delicadeza sobre las mantas. Ella trato de abrazarlo, pero el se aparto y, dandose media vuelta, murmuro:

– Boy a buscar los preservativos.

Al tiempo que se alegraba de tener unos cuantos preservativos, se lamentaba de que estuvieran en su maleta. La idea de verse obligado a alejarse de Jill, asi fuera por un par de segundos, le resultaba horrible.

Alcanzo el bolso con dos zancadas y comenzo a revolver entre sus ropas. La habitacion estaba a oscuras. Ella lo miro desde la cama y, con una amplia sonrisa en los labios, encendio la lampara de la mesita de noche.

– Gracias -dijo el, sin apartarse de su objetivo.

Matt maldijo en voz baja porque no conseguia encontrar los preservativos. Comenzo a sacar la ropa y arrojarla por los aires. En unos segundos, el suelo de la habitacion estaba cubierto de calcetines, calzoncillos, camisetas y pantalones. Estaba a punto de entrar en panico cuando por fin los localizo en un bolsillo lateral. Agarro uno y regreso a la cama.

Jilly estaba recostada sobre las mantas con la negra cabellera revuelta cubriendole los hombros. En su rostro habia un aire angelical que contrastaba con el resto de la imagen ya que, en cierta medida, Jilly parecia la personificacion del pecado. Estaba de costado, apoyada sobre un codo, con las piernas estiradas y apenas vestida con el liguero de encaje negro. La posicion revelaba toda la magnificencia de sus formas, y la mirada encendida, el deseo que sentia por Matt.

El se maravillo tanto al verla, que dedico unos cuantos segundos a recorrerla casi milimetricamente. Primero se concentro en el gesto lujurioso de aquella boca de labios rojos y carnosos; siguio por la piel sonrosada, los pezones erectos y luego, descendio lentamente por la femenina curva de las caderas hasta el triangulo de vello rizado que coronaba el vertice de las piernas. Respiro hondo y el perfume de Jilly le inundo los sentidos. Ardia de pasion por aquella mujer, le parecia una imagen surgida de sus fantasias.

– Oye, Matt -dijo ella, con la voz ronca-, acabas de hacerme pasar un momento maravilloso y te lo agradezco… Sin embargo, sigo sintiendome muy excitada asi que, si piensas quedarte parado ahi sin hacer nada, me obligaras a salir al pasillo a ver si alguien dispuesto a saciar mi necesidad.

– Ni se te ocurra -gruno el.

Acto seguido, arrojo el preservativo sobre la cama y, mientras se quitaba el cinturon, agrego:

– Espero que te siga pareciendo bien que lo hagamos sin demoras porque, a decir verdad, estoy tan ansioso, que dudo que resista mucho.

Ella sonrio con picardia.

– Cuanto antes entres en mi, mejor.

Matt se libro de los pantalones y los calzoncillos a toda prisa. A Jilly le brillaron los ojos al ver la impresionante ereccion de su amante. El se inclino para agarrar el preservativo pero se detuvo cuando la vio arrastrarse de rodillas hasta el borde de la cama como una gata hambrienta lanzandose sobre un tazon de leche.

Ella se enderezo y se deslizo para alcanzar el sexo de Matt. El comenzo a jadear y a acariciarle la espalda mientras contemplaba con adoracion como la mujer de sus fantasias lo tomaba entre sus manos. Soporto la dulce tortura de las caricias tanto como pudo hasta que, mirandola con desesperacion, le aparto la muneca delicadamente.

– No puedo mas -gimio.

Despues de ponerse el preservativo, Matt se recosto sobre ella. Unieron sus bocas en un acalorado juego de lenguas y labios y se introdujo en el aterciopelado y humedo sexo de Jilly. El estaba tan tenso y ansioso, que apenas podia controlarse. En aquel momento, su mundo estaba limitado al calido lugar en el que se hallaba inmerso. Para el no habia mas que el placer de estar con ella, la intimidad, las caricias, la complicidad y el desesperado ritmo de sus pelvis. Apreto los dientes y trato de contener el abrupto orgasmo que se aproximaba. Pero cuando ella pronuncio su nombre entre jadeos, perdio la batalla. Dejo caer la cabeza sobre el hombro de Jilly, solto un prolongado gemido y se entrego al placer de la liberacion.

No estaba seguro de cuanto tiempo paso abstraido en la acogedora calidez de su amante, respirando la delicada esencia de sus fluidos femeninos y con el corazon acelerado antes de que ella lo empujara suavemente con las caderas.

– Si que ha sido rapido -susurro Jilly.

Matt se apoyo en la palma de sus manos, levanto el torso y la miro con detenimiento. Parecia tan agotada como el. Le acomodo el pelo y, mientras le secaba el sudor de la frente, dijo:

– Quiero que sepas que no siempre es asi, en general soy mucho mas generoso. Pero comprenderas que estaba desesperado.

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