– No tengo ninguna queja al respecto – aseguro ella, con una sonrisa ladeada-. Sin embargo, estoy deseando averiguar lo generoso que puedes llegar a ser. En cualquier caso, gracias por el cumplido. Es agradable saber que te desespero.
– Carino, no solo me desesperas: me enloqueces.
Acto seguido, bajo la cabeza y le paso la lengua por los labios.
– Definitivamente, la proxima vez que pases nueve meses, tres semanas y diecinueve dias sin tener relaciones sexuales -agrego Matt-, llamame. Estare encantado de complacerte.
– ?Tambien estaras encantado de complacerme aunque solo hayan pasado cinco minutos desde mi ultima vez?
El solto una carcajada.
– Me temo que voy a necesitar un rato mas para recuperarme -confeso.
Jilly comenzo acariciarle la espalda y las nalgas.
– A menos que continues haciendo eso – rectifico Matt, besandole la barbilla-. Sin duda, las caricias serviran para acelerar el periodo de recuperacion.
– Mmm… -murmuro ella, sin dejar de tocarlo-. Acelerar la recuperacion suena bien. He esperado mucho tiempo para esto y ahora que se lo entusiasta que puedes llegar a ser, odiaria tener que salir al pasillo a buscar otro amante.
Matt se sintio ligeramente celoso ante el comentario. Sabia que Jilly estaba bromeando, pero, aun asi, lo exasperaba la posibilidad de que otro hombre la tocara. Se reprendio por pensar de ese modo. Tenia que asumir que despues de aquel fin de semana cualquiera podria tocarla, menos el.
Se dijo que lo mejor era no pensar en ello, que aun tenia todo el fin de semana para estar con ella y que lo aprovecharia hasta el ultimo minuto.
– Ahora que hemos experimentado el placer del sexo apresurado -dijo el, mirandola a los ojos-, sugiero que probemos como es si nos damos tiempo para jugar con nuestros cuerpos.
– Me parece genial. ?Que tienes en mente?
– Empecemos por ducharnos juntos… despues, tal vez te apetezca un masaje.
– Depende de quien vaya a darme el masaje -bromeo Jilly-, si tu o Steven, el masajista musculoso del hotel…
Matt levanto una ceja.
– ?A cual de los dos prefieres?
– A ti -respondio ella sin vacilar.
– Entonces ven conmigo.
Jilly sonrio.
– Esta es la mejor oferta que me han hecho en los ultimos nueve meses, tres semanas y diecinueve dias.
Jilly estaba en la ducha, disfrutando del agua caliente que caia sobre su cuerpo. Con las manos enjabonadas, Matt le masajeaba la espalda, la cintura y el trasero. Era tan relajante, que ella tenia que esforzarse para que no se le doblaran las piernas.-Manos magicas -murmuro Jilly-. Tienes unas manos magicas y atrevidas.
Acto seguido, el la abrazo por detras, la apreto contra su cuerpo y apoyo el pene erecto en las nalgas. Mientras le besaba el cuello, comenzo a acariciarle los senos y el vientre. Lentamente fue deslizando los dedos hasta el nacimiento de los muslos de Jilly y, cuando le rozo el pubis, ella gimio con desesperacion.
– Tengo algo que confesarte-le susurro Matt al oido-. Me preguntaba que cuerpo ocultabas debajo de esos trajes tan serios que usas.
Ella se sintio halagada por el comentario.
– ?Y ahora que lo sabes? -pregunto con picardia.
En aquel momento, el le introdujo un dedo en el sexo y, con la otra mano, le pellizco los pezones. Jilly volvio a gemir, complacida.
– Suponia que eras preciosa -dijo Matt-, pero nunca imagine que fueras tan desinhibida.
– ?Y eso te molesta?.
– En absoluto -afirmo el-. Admiro a las mujeres que saben lo que quieren y no temen hacer lo necesario para conseguirlo.
– ?De verdad?
– De verdad.
– Bueno, me alegra saberlo…
Jilly se dio vuelta, se apreto contra la pelvis de su amante y mientras le acariciaba el cabello, agrego:
– Porque quiero que me hagas el amor otra vez. Despacio y con calma, pero ahora mismo.
A el se le encendio la mirada. Se metio bajo el agua junto a ella, enjuago los restos de jabon que tenian en el cuerpo y la apoyo contra la pared. Jilly se estremecio; el frio de los azulejos contrastaba con el calor de su piel. Era una sensacion agradable y excitante.
– Yo tambien tengo algo que confesarte – murmuro, mientras el la acariciaba-.Esta manana, cuando te vi. envuelto en la toalla, se me acelero el corazon. Pero ahora, al verte desnudo, creo que me va a estallar. Verte desnudo destroza la teoria de que todos los hombres son iguales.
Matt sonrio y la acaricio suavemente entre los muslos.
– ?Sabias que tus ojos tienen vetas verdes? -le pregunto-. ?Y que adquieren una tonalidad increiblemente ahumada cuando te excitas?
– Sabia lo de las vetas verdes, pero no sabia lo segundo -confeso-. Supongo que eso quiere decir que ahora estan ahumados…
– En efecto. ?Preparada para otra sesion de juegos suaves y lentos?
– No estoy segura de que me apetezca algo suave y lento, pero adelante…
Como gustes.
El comenzo a besarla por todo el cuerpo y ella sencillamente se dejo hacer, sucumbiendo a sus manos y a su boca. Y cuando vio que introducia la cabeza entre sus muslos, se sintio perdida.
Unos segundos despues, empezo a lamerla. La agarro con fuerza de las caderas y la atrajo hacia si, sin dejar de besarla, lamerla, sin dejar de hacerle el amor con la boca hasta volverla loca de necesidad. Ella se aferro a sus hombros y no tardo en alcanzar el orgasmo.
Cerro los ojos y entonces oyo el inconfundible sonido de un preservativo al sacarlo del paquete. Decidio abrirlos de nuevo y descubrio a Matt en el preciso momento en que se lo ponia. Despues, la atrajo hacia si, ella cerro las piernas alrededor de su cintura y Matt la penetro.
– Oh, Dios mio…
Jilly lo beso con apasionamiento y el comenzo a moverse una y otra vez, disfrutando del instante, hasta que ella volvio a alcanzar el climax.
– ?Preparada para otro? -pregunto el.
Ella sonrio.
– Oh, si…
– Entonces, sigueme…
El ritmo fue esa vez mas rapido y violento. Hicieron el amor durante unos minutos y luego se sentaron al borde de la cama, cambiaron de posicion y siguieron hasta agotarse.
– Eres muy bueno en esto -dijo ella, mas tarde.
– Gracias, pero el cumplido sonaria mejor si no parecieras tan sorprendida…
– No estoy sorprendida, solo asombrada.
En realidad, Jillian habia mentido. Estaba sorprendida, pero no por las habilidades amatorias de Matt, sino por la intensidad de aquellas sensaciones. Sencillamente, no lo esperaba. Nunca habia pensado que pudiera ser algo tan profundo, dulce y maravilloso a la vez. Y por supuesto, no se le habia ocurrido pensar que Matt fuera tan generoso y atento.
– ?Sabes que eres preciosa? -pregunto el.
El ronco tono de su voz, el contacto de sus dedos y el brillo de sus ojos la dejaron sin habla.
– Eres preciosa, si. Me gusta tu olor, tu sabor, tu aspecto…
– Gracias -acerto a decir ella-. Tu tampoco estas mal.