resbalo de las manos porque tenia la madera demasiado pulida.

– Ya lo se, solo estaba bromeando porque me hizo gracia -dijo Jilly con una sonrisa llena de complicidad-. ?Que era lo que querias contarme?

– Mientras estabas en el cuarto de bano, he llamado a la sala de belleza del hotel y he hecho reservas para las cuatro de la tarde. Una sesion de masajes para mi y una limpieza de cutis para ti.

Ella arqueo una ceja.

– ?Una limpieza facial? ?Estas tratando de decirme algo? ?Tengo ojeras o que?

– Nada de eso. En primer lugar, no tienes ojeras ni nada malo en la cara. Y en segundo, eres experta en artes marciales, tendria que estar loco como para atreverme a decirte una cosa asi. No es por nada en especial, solo pense que te gustaria.

Los ojos de Jilly brillaron con fastidio.

– Te lo agradezco -dijo, con ironia-. Aunque te recuerdo que soy perfectamente capaz de ocuparme de mis asuntos. De haber querido que me hicieran una limpieza facial, yo misma habria acordado la cita.

En aquel momento, Matt se acordo de la conversacion de la cena de la noche anterior y se maldijo mentalmente por no haber recordado antes que Jilly odiaba que intentasen organizarle la vida. Le tomo la mano. Ella intento zafarse, pero el la aferro con fuerza.

– Supongo que me he excedido un poco al reservar una cita para ti. No pretendia ofenderte, solo trataba de ser amable -se excuso el-. Queria que me dieran un masaje y pense que, si pedia hora para mi y te dejaba sola, iba a ser una descortesia de mi parte. Aunque no lo creas, todavia conservo algunos buenos modales. Si no te apetece, podemos cancelar la cita o cambiarla para que tambien te den un masaje. Aunque, a decir verdad, preferiria ser yo quien te lo diera mas tarde.

El fastidio en los ojos de Jilly se habia disipado casi por completo.

– ?O sea que no estabas tratando de controlarme sino de agradarme? -pregunto ella.

– Lo creas o no, mi intencion era ser amable.

– La mia tambien. Y para que veas lo amable que puedo llegar a ser, aceptare tu masaje posterior.

– Me parece muy bien -afirmo Matt, entre risas.

Jilly se inclino hacia adelante con la mirada encendida.

– En ese caso, tambien me hare la limpieza de cutis. La verdad es que acabo de verme en un espejo y, ciertamente, estoy muy ojerosa. Aunque debo senalar que el verdadero responsable de mis ojeras eres tu porque casi no me has dejado dormir en toda la noche.

– Carino, no tienes ojeras ni nada malo en el rostro -insistio el-. Estas preciosa, como siempre. Y, desde luego, tampoco pienso dejarte dormir esta noche.

Se miraron a los ojos y entonces Matt sintio que ya no podia negar lo que pasaba entre ellos. En sus miradas habia una calidez y una intimidad que excedia los limites de una aventura pasajera.

Se llevo la mano de Jilly hasta la boca y la beso con ternura.

– ?Te enfadarias conmigo si pago la cena? -pregunto el.

– ?Enfadarme? No. ?Dejar que pagues? Tampoco.

– Me gusta invitar a mis amantes.

– No soy tu amante. Soy tu companera de trabajo -replico ella-. Ademas, este fin de semana vinimos aqui para trabajar. Deberias cargar este almuerzo a la cuenta de Maxximum.

Matt penso que Jilly tenia razon. Eran companeros de trabajo, no amantes. Sin embargo, el comentario lo habia apenado porque sentia que, despues de la cena de la noche anterior, la relacion entre ellos habia cambiado drasticamente y ella se habia convertido en alguien mucho mas importante que una simple companera de trabajo. Matt sabia que habia cometido un gran error al acostarse con ella, pero ya estaba hecho y ahora debia atenerse a las consecuencias.

– De acuerdo, cargare el almuerzo a la cuenta de la empresa -accedio el-. ?Estas lista para que vayamos de compras?

– Lista y ansiosa, muchachito.

– ?Me has llamado muchachito? Rectifica ahora mismo, perfida mujer.

– ?Estas seguro de que quieres discutir con una experta en artes marciales?

Matt le miro la boca y afirmo:

– No, a la experta en artes marciales la quiero para otras cosas…

Jilly se sento en el coche de Matt y desplego la guia de bodegas de Long Island que habia recogido al salir de la tienda, despues de comprar bombones y un par de cajas de preservativos.

– Me muero por un poco de chocolate con menta -comento el, con una sonrisa picara.

El intenso trafico que habia en la carretera los obligaba a avanzar mas despacio de lo normal. Mientras Matt daba golpecitos al volante con impaciencia, Jilly comento:

– Segun este folleto, hay cerca de treinta bodegas en las afueras de la ciudad.

Antes de continuar, levanto la vista y, durante algunos segundos, se distrajo contemplando el atractivo perfil de su companero, que se mantenia con la mirada fija en el camino.

– Me parece increible -agrego-, llevo toda la vida en Nueva York y jamas habia visitado esta zona.

– Igual que yo. La unica vez que estuve en esta parte de Long Island fue durante unas vacaciones familiares, cuando tenia diez u once anos -dijo Matt-. Uno de los jefes de mi padre tenia una pequena casa junto a la playa y vinimos a pasar el dia. Recuerdo que recogimos almejas en la orilla del mar y las preparamos para la cena.

– Imagino que la recoleccion de almejas te resulta menos complicada que la pesca en alta mar.

El solto una carcajada.

– Es que las almejas no tienen la fuerza de los peces ni exigen de una cana de pescar para atraparlas - argumento con una sonrisa-. Cambiando de tema, ?te gustaria que antes de regresar pasemos por alguna de esas bodegas?

Era una sonrisa perfectamente normal y una pregunta de lo mas simple. Sin embargo, a Jilly se le acelero el corazon porque se trataba de la sonrisa y el comentario de Matt.

No podia seguir negando que le habia tocado el corazon. No obstante, se dijo que era una consecuencia logica del largo periodo de soledad que habia precedido a su aventura con Matt y que cualquier hombre guapo, inteligente y divertido la habria afectado de ese modo. Una vez mas, se convencio de que tenia la situacion bajo control.

– Me encantaria ir a una de las bodegas – dijo, volviendo la vista al folleto-. Tal vez podriamos ir a la bodega de la familia Galini. Segun esta guia, no esta muy lejos de aqui. Ademas, ofrecen una buena seleccion de vinos, tanto blancos como tintos. Me gustaria comprar algunos para mi y otros para regalarle a mi familia en Navidad.

– Me parece una buena idea.

Mientras recorrian el tramo de carretera que los separaba de la bodega, Jilly contemplo el paisaje que los rodeaba. Antiguas casonas con aire victoriano, cubiertos de una pristina capa de nieve y decorados con arreglos navidenos. Unos minutos despues, Matt abandono el camino principal y doblo en una senda senalizada con un cartel de madera en que se leia Vinedos Galini.

– Que lugar tan pintoresco -comento Jilly al salir del coche-. Mas que una bodega parece una granja.

– Ya sabes lo que dicen acerca de que las apariencias enganan -murmuro Matt-. Vamos, echemos un vistazo.

Despues, avanzaron tomados de la mano. El terreno estaba cubierto de nieve y los amantes se reian mientras comparaban quien dejaba las huellas mas profundas. Llegaron a la finca, abrieron la puerta y estudiaron el lugar.

– Mira -dijo Matt, senalando hacia arriba-, eso es muerdago. ?Sabes lo que significa?

Jilly simulo un suspiro de resignacion. -Supongo que significa que tengo que besarte.

– Exactamente -exclamo el.

– ?Te han dicho que eres muy conservador?

– Si, pero nunca me han negado un beso.

Acto seguido, Matt la tomo por la cintura, la atrajo hacia el y le cubrio los labios con uno de sus besos humedos y apasionados.

– Me alegra ver que mi muerdago esta funcionando -dijo un hombre con acento italiano.

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