Capitulo 8
– Me siento en la obligacion de prevenirte, Reynaud. Esa es una apertura peligrosa.
– Si, Simon.
– Tienes un maravilloso instinto para el ajedrez, pero no planeas las jugadas. Si te organizaras, si consideraras los movimientos de antemano…
– Si, Simon.
Bree acabo de pintarse la ultima una de un rojo escarlata y cerro el bote de laca. El esmalte se secaria antes de que Simon moviera una pieza.
Eran las diez de la noche y la casa estaba totalmente a oscuras excepto su rincon privado en el salon. Bree habia sacado un antiguo tablero de marmol y lo habia colocado junto a la chimenea. Las llamas amarillas danzaban y siseaban en el hogar. La unica luz era un globo color rubi que colgaba cerca del sillon donde estaban Simon.
Habian pintado las paredes de color marfil y ya no habia cascotes. Las cortinas de terciopelo, el brillo del piano en un rincon, la alfombra oriental, todo contribuia a darle al ambiente un toque de romanticismo. Por supuesto, Bree sabia que el no se habia dado cuenta.
Simon habia encendido el fuego para comprobar el tiro de la chimenea. Las luces eran tenues para ahorrar electricidad y su unico motivo para jugar al ajedrez era ponerla nerviosa.
Su cara reflejaba la luz rubi de la lampara. Los rasgos fuertes y los ojos profundos tenian la misma expresion que el tallado de la pieza del rey de las blancas. Simon movio cautelosamente un peon.
Ella deslizo su alfil hasta el otro extremo del tablero. Simon le miro con una pena severa mientras metodicamente se subia las mangas.
– Sera mejor que tomes un sorbo de tu jerez -le advirtio-. Esto te va a doler.
– Eso es lo que tu dices -se burlo ella.
Normalmente le ganaba. Simon era un jugador diez veces superior, pero se quedaba paralizado ante sus jugadas inverosimiles. Siempre pensaba que ella tenia una razon estrategica que requeria un analisis defensivo por su parte, lo que jamas era cierto. Bree jugaba por el gusto de hacerlo pero aquella noche estaba distraida, con un humor melancolico e intranquilo.
Se lo habian pasado muy bien aquella tarde, sin embargo, Simon habia vuelto a encerrarse en si mismo mientras volvian a la casa. Bree conocia el motivo. Habia estado a punto de besarla en el cerro, pero Jessica habia aparecido en el momento cumbre. Simon se habia retirado mas envarado que un poste telefonico y asi habia permanecido.
Un casi beso era como estar a punto de ganar una eleccion. Lo que no llegaba a suceder era humo en el viento. La diferencia era que habia sido Simon el que habia estado al borde de besarla y no su fantasma nocturno. La atmosfera en el cerro se habia cargado de chispas electricas. Simon, un hombre que se consideraba carente de pasion y era capaz de generar mas calor que el mismo sol. Bree estaba confusa. Queria saber como habria sido aquel beso y al mismo tiempo preferia ignorarlo. Queria saber lo que Simon habia sentido en aquel momento pero tenia miedo de averiguarlo.
Se obligo a si misma a beber un sorbo de jerez y a pensar en otra cosa.
– ?Has logrado localizar a tus padres despues de cenar?
Ahi habia una oportunidad. Era una conversacion topica y segura.
– Habian salido a cenar pero he podido hablar con Stephan, mi hermano mayor.
Simon ya habia notado que llamaba a su familia dos veces por semana. Se habrian preocupado si hubiera dejado de hacerlo.
– Me ha dicho que estan todos bien.
– ?Quieren que vuelvas?
– Las familias suelen tener la tendencia de querer recoger a sus hijos prodigos -contesto ella secamente.
– ?Volveras con ellos cuando te vayas de aqui?
La pregunta era topica. Simon tenia los ojos fijos en el tablero, pero a ella se le hizo un nudo en el estomago. Faltaban pocos dias para que los obreros terminaran con la casa. Poco despues, apareceria Liz para recoger a su hija. Entonces ella se quedaria sin excusas para quedarse cerca de Simon.
– No estas prestando atencion -le regano el-. No es posible que quieras dejar tu torre ahi, querida. Has dejado la reina completamente desprotegida.
– Olvidas que es la pieza mas fuerte del tablero,
– ?En serio lo crees?
Simon movio un caballo. Luego se inclino para volver a llenar su copa de jerez.
– Tienes la muy mala costumbre de correr unos riesgos enormes con tu reina.
– Tal como yo concibo el juego, ese es precisamente su trabajo, correr riesgos. El ajedrez es un juego en que el rey es la pieza mas debil y la reina la mas fuerte. Su mision es utilizar su fuerza para hacer lo imposible y protegerle.
– En teoria es cierto. La realidad es que ha de calibrar cuidadosamente los riesgos que corre porque si el rey pierde su reina el juego esta perdido. Ella necesita cuidarse muy bien, ser muy cautelosa. Y no has contestado a mi pregunta.
– ?Que pregunta?
Bree se dijo que tenia la extrana sensacion de que Simon no habia estado hablando del rey y la reina del ajedrez.
– Te he preguntado si pensabas volver con tu familia.
– Los echo mucho de menos, los quiero mucho pero mi casa no esta en Louisiana. Ya no.
– Te has cansado de viajar, Bree -dijo el con tranquilidad.
Un leno cayo. Un torrente de chispas subio crepitando por el tiro de la chimenea. Siguieron jugando en silencio. El comentario de Simon habia sido una invitacion a la comunicacion, no a una charla banal. No era la primera vez que se ofrecia a escucharla pero si era la primera vez que Bree pensaba que las puertas estaban abiertas en ambos sentidos. Siempre que aceptara correr el riesgo.
Recogio las piernas debajo de su cuerpo y se inclino sobre el tablero.
– He tenido tres -dijo como por casualidad.
– ?Tres que?
– Tres amantes. Aunque no se si tecnicamente habria que incluir al primero en esa categoria. Hubo un pelirrojo cuando yo tenia dieciseis anos. Una incursion en la mas autentica estupidez. Era un chico de los bajos fondos y me daba lastima. Cuatro anos mas tarde hubo un estudiante de medicina. El senor Medicina queria algo mas que un compromiso emocional. Tambien fue una estupidez. Supongo que necesitaba a alguien y yo estaba disponible.
Su tono nunca habia sido tan casual pero no levanto la vista del tablero.
– Dos anos mas tarde me enamore de un directivo de la empresa para la que trabajaba. Tengo que admitir que me enamore perdidamente. Llegue a creer que ibamos a intercambiar anillos y a tener una casa y a hablar de ninos. Sucedio que Matthew seguia viendo a su mujer, a su ex mujer, deberia decir. Matthew debia ser un cachorro cansado porque se las arreglo para dejarla embarazada mientras estaba…
Simon solto un grueso taco.
– Carino, no debi preguntartelo…
– Juega, Courtland -dijo ella sin levantar la mirada, no queria saber cual era su expresion-. Se que no deberias haberlo preguntado. Ha sido estrictamente un acto voluntario. Y tienes razon, estoy harta de viajar. Como ya habias adivinado, no llevo este tipo de vida solo por el ansia de viajar. Tampoco es culpa de los hombres. Soy yo. Todo el mundo se equivoca una vez pero una segunda ya no es tan excusable. Y tres veces es para pensarselo. Queria romper esa pauta de comportamiento.
– Bree…
Ella nunca habia visto que Simon perdiera interes por la partida. Bree tenia la reina libre para destrozarle el