– Lo se -eso era de lo unico que podia estar segura. Con Mac a su alrededor se sentiria segura incluso si un leon la atacara. Aunque tambien habia descubierto que una cosa era que se sintiera a salvo de cualquier criminal, mientras estuviera con Mac, y otra cosa era que se sintiera a salvo de el.
El camino privado estaba rodeado de pinos cubiertos de nieve, al igual que el suelo, en el que no se podia ver ninguna pisada, dando el aspecto al terreno de estar deshabitado. Pronto llegaron frente a la casa.
Kelly sintio una patada del bebe, y se echo las manos a la un modo instintivo. Pudo reconocer la casa incluso en medio de la oscuridad.
Mac la habia llevado alli unos dias antes para que decidiera si podria vivir alli. Era como si el hubiera querido darle una ultima oportunidad de echarse atras con lo de la boda. Pero, a decir verdad, sabia que esa oportunidad no habia existido, ya que ella, desde el ataque en el aparcamiento, estaba petrificada por el miedo. Lo unico que queria era proteger a su bebe. Eso era lo unico que importaba. Asi que esas dos ultimas semanas habian transcurrido a toda velocidad, sin que ella pudiera pararse a pensar lo que iban a significar todos esos cambios en su vida.
Pero al ver la casa, de pronto, la situacion se habia hecho mas real.
Habia luces en la casa. La nieve parecia enrollarse alrededor de las luces del porche y en las ventanas se veian algunas lamparas encendidas, como dandoles la bienvenida. Kelly recordo la primera vez que vio la casa de Kate Fortune. Ella habia crecido en un lugar humilde con una madre soltera y el lujo de esa mansion la habia deslumbrado. Los numerosos objetos de arte, los paisajes, las alfombras y todo ese lujo que nunca habia podido ver ella antes, sino en las peliculas. Kelly recordo que facil era sentir un ataque de codicia al ver todas esas posesiones, pero el trabajar con Kate habia hecho que se acostumbrara al lujo. Habia descubierto lo que significaba vivir en un verdadero museo.
Aunque la casa de Mac no parecia ningun museo. Era una casa de piedra con un porche formado por arcos, y su tamano era enorme. Sobre todo, si se comparaba con el apartamento en el que vivia ella. Pero ese edificio tenia cierta personalidad y no parecia un sitio sin alma. Daba la impresion de que alguien vivia alli. A ello contribuian el humo que salia de la chimenea, y tambien la entrada de la casa, de la que alguien habia apartado la nieve, dejando olvidada la pala en el porche.
Solo pudo echar un breve vistazo a la fachada de la casa, ya que Mac metio el coche en el garaje rapidamente. Alli estaba aparcado un jeep. Kelly se sorprendio, ya que no se imaginaba a Mac montado en el. Siempre lo habia visto trajeado como para salir en la portada de una revista de negocios.
– ?Es tuyo ese jeep?
– Si -respondio Mac, bajandose del coche. Kelly no se habia dado cuenta hasta ese momento del aspecto de cansancio que tenia el. Habia conducido un largo trecho, por no hablar del resto del dia…
– Vamos dentro, Kelly. No hay nadie. No me acuerdo si el otro dia conociste a Benz y a Martha. Ellos viven al otro extremo de la finca y se encargan de llevar la propiedad. Ya les he advertido que vendre a menudo. No quiero que estes aqui sola, mientras yo este trabajando. Especialmente, estando tu embarazo ya tan avanzado. Pero pense que los primeros dias preferirias adaptarte a la casa sin que hubiera mucha gente a tu alrededor. Si no recuerdas bien la distribucion, te dire que esas puertas son las de la cocina. Entra y ponte comoda, yo enseguida estoy contigo… quiero revisar unas cosas antes. La casa tiene un generador, por si hay problemas con la electricidad, y temo que con la tormenta podriamos quedarnos dos dias… colgados.
– ?Colgados?
A Kelly no le parecia esa expresion muy normal para Mac, pero el volvio a sonreirle de ese modo tan maravilloso.
– Si, no se donde tengo la cabeza. Estoy diciendo tonterias sobre lo primero que se me ocurre, cuando deberia recordar que hay cosas mas importantes. El cuarto de bano esta en la primera planta, a la izquierda.
Por un segundo, ambos compartieron una sonrisa. Una sonrisa verdadera. Por un instante, ella olvido que el era un hombre atractivo, olvido que era el poderoso Mac Fortune, olvido que el se habia encargado de la responsabilidad de cuidar a una mujer que su hermano habia dejado embarazada. En ese momento, Mac fue simplemente… un hombre. Un hombre con cabello oscuro y una sombra de barba incipiente. Un hombre con una sonrisa que suavizaba aquellos ojos verdes tremendamente frios. Un hombre al que tenia interes en conocer por ella misma, no por una imposicion externa.
Pero el tenia que revisar aquel generador, asi que ella entro rapidamente en la cocina. Despues de quitarse el abrigo y dejarlo sobre una silla, se quito los zapatos y se dirigio al cuarto de bano adyacente.
Cuando se lavo las manos, se miro al espejo e inmediatamente penso en la posibilidad de esconderse alli… durante las dos semanas siguientes. Claro que habia tenido peor aspecto alguna vez, aunque no recordaba cuando. Su pelo fino estaba despeinado, su maquillaje se habia borrado y su traje de saten resultaba ridiculo sobre su vientre del tamano de un balon. La novia de Frankestein seguramente era mas guapa… Aunque Kelly sabia que el fisico era lo de menos en ese momento. Mac no tenia motivos para importarle lo que pareciera.
Era solo que temia enfrentarse a su marido. Y eso que no habia razones para preocuparse por la posibilidad de que pudieran mantener relaciones intimas. Incluso aunque ella no estuviera embarazada de siete meses, no imaginaba ser el tipo de mujer que pudiera atraer a Mac. Ademas, ellos se habian casado porque no habia otro remedio, pero no iban a acostarse juntos ni tenian por que sentirse incomodos al respecto. Sin embargo, para una novia recien casada lo normal seria abandonarse en los brazos de su amante y Kelly no sabia que hacer o que decir, ni siquiera como empezar a vivir con el.
El hecho de posponerlo, ademas, no iba a hacer que el problema se solucionara solo, de manera que despues de cepillarse el cabello salio. En seguida noto que la puerta trasera estaba cerrada y las luces del porche apagadas. Tambien que su abrigo habia desaparecido, asi que Mac debia de haberlo colgado en algun sitio.
Se quedo en la cocina, tratando de recordar la distribucion de la planta de abajo. El lado este de la casa albergaba la cocina, un gran salon con confortables sillones al lado de las ventanas y la biblioteca-estudio, con una chimenea y estanterias que llegaban al techo. En esta ultima habitacion habia tambien una alfombra oriental de colorido brillante. Habia esperado encontrar alli a Mac, ya que parecia una habitacion privada, pero no fue asi.
Al otro lado del vestibulo estaba la escalera que conducia a la planta de arriba. Luego estaba la parte oeste de la casa, que no recordaba. Pero no le hizo falta porque encontro en seguida a Mac en el enorme salon. Ya desde la entrada, no pudo evitar ponerse nerviosa de nuevo.
La habitacion era maravillosa. El techo y las paredes estaban cubiertas por paneles de madera. El arco enorme de una chimenea de piedra llegaba casi hasta el techo y era lo suficientemente grande como para asar en ella un oso. Ninguno de los muebles era especialmente moderno. Eran frios y escogidos, evidentemente, por un hombre: sillas enormes, dos grandes sofas y antiguedades con cierto sabor al Oeste. Finalmente, el tapizado de color verde oscuro de los sillones parecia resaltar la madera de los paneles. Era un lugar perfecto, por lo menos para un hombre, excepto por las maletas y las cajas que se apilaban por todas partes.
Mac se habia quitado la chaqueta del frac y se habia desabrochado los botones superiores de la camisa. Al entrar ella, estaba agachado en el suelo, encendiendo la chimenea. Habia conseguido ya encender algunas llamas que llenaron la sala de olor a pino.
Mac se levanto con una sonrisa en los labios.
– Me estaba empezando a preguntar si te habias perdido.
– Sera mejor que te diga cuanto antes que tengo el sentido de la orientacion de un murcielago sordo. Me puedo perder en una habitacion con una sola puerta. Por cierto, tienes una casa preciosa, Mac.
– Ahora tambien es tu casa -contesto el, acercandose a un grupo de maletas apiladas-. Mande traer tu ropa esta tarde, pero no dije nada acerca de los muebles. Creo que podriamos ir a tu apartamento dentro de unos dias para que elijas lo que quieras traer…
– Los muebles que tengo son pequenos, no creo que queden bien aqui.
– Encontraremos sitio para ellos. O puedes traer solo algunas cosas. Y desde luego, si quieres cambiar o redecorar algo, solo tienes que decirlo. Como te decia, no sabia si traerlo todo aqui o dejarlo para que lo trajeras tu. Por otro lado, no se donde quieres dormir. ?Recuerdas la planta de arriba?
– Si te soy sincera, no -aunque si recordaba el dormitorio principal.
Que era el dormitorio de Mac. Pero habia estado tan nerviosa todo el dia que no habia puesto mucha atencion en el resto de la planta.
– Bien…, arriba hay cinco habitaciones libres. Me imaginaba que elegirias dos, una para el nino y otra para ti, ?que me dices? Pero antes queria preguntarte a ti. Tambien he pensado que, como estarias muy cansada de todo