Y por eso, precisamente, la reaccion de el a aquel maldito abrazo era inexcusable. Mac se paso la mano por el pelo. Recordo como el tambien la habia abrazado. Solo porque no queria quedarse como un bulto y porque, ?maldita sea!, no deseaba sentirse rechazado o asustado. Devolver el abrazo le habia parecido adecuado, pero inmediatamente despues todo fue una tremenda confusion. Las sensaciones lo bombardearon como balas. Como balas suaves… Recordo su pelo rozandole la nariz y la sensacion de su vientre contra el. Y el modo en que la piel de ella brillaba con el fuego de la chimenea. Kelly olia a champu de melocoton y jabon, y a aquel perfume provocador que llevaba. Le molestaba los comentarios que ella hacia sobre estar fea y sentirse como un elefante. No era cierto. Parecia tan pequena en sus brazos, tan caliente, tan real. Recordo que habia cerrado los ojos y recordo el infantil deseo que tuvo de ser amado… tambien recordo, demasiado claramente, excitarse tan rapidamente como un adolescente.
Se habia retirado de ella bruscamente, esperando que ella no lo hubiera notado. Despues estuvo toda la noche viendo la luz del bano encenderse y apagarse y se preocupo de que se pusiera enferma a causa de su estado. Pero lo que mas le preocupo fue que ella no pudiera dormir por estar en una casa extrana con su vida completamente cambiada, al lado de un hombre que apenas conocia.
Tendria que solucionar aquello, era todo. ?El, que habia manejado fortunas, contratado y echado a empleados en cuatro paises diferentes! ?Que problema podia ser una mujer embarazada?
Y de repente ella estaba en la entrada.
– Buenos dias, Mac. Te has levantado muy temprano. ?Que de nieve!
No importaba la brillante iluminacion de la cocina, porque ella era mas brillante. Le sonrio, con un gesto de sueno. Se habia cepillado el pelo, de eso estaba seguro, pero le caia por los hombros en mechones desordenados. Una camiseta roja enorme le cubria su vientre, y el color le hacia juego con sus mejillas y sus pantalones de algodon. De repente aquella sonrisa adormilada desaparecio y, asustado, Mac se pregunto si habria hecho algo mal.
Kelly camino por la cocina.
– Oh, Mac. Te estoy dando tanto trabajo.
– No te preocupes. Me imagine que quiza tendrias hambre por las mananas…
– Siempre tengo hambre, pero, desgraciadamente, suelo tener nauseas por las mananas y no puedo tomar mas que un zumo y una tostada.
– Tostada -repitio el. Naturalmente, la unica cosa en la que no habia pensado-. No hay problema. Se que tiene que haber pan en algun sitio…
Ella hizo un gesto para que se calmara.
– No seas tonto. Tu puedes desayunar, no hace falta que me esperes. Y yo tengo que empezar a saber donde estan las cosas en la cocina. Te puedo ayudar a colocar toda esa comida…
– No, no. Sientate y relajate -sugirio el, pensando en que era mejor apartarla del horno y de toda aquella comida, sobre todo si le daban ganas de vomitar-. ?Dormiste bien?
– Muy bien, aunque el nino no dejo de darme patadas. Y tuve un pequeno problema con el colchon…
– ?El colchon? -pregunto, levantando la cabeza de la jarra de zumo.
– Si. No estoy preparada para una vida lujosa. Apenas puedo dormir si el colchon no tiene bultos.
Mac habia hecho una lista completa de las cosas que ella podria necesitar, pero nunca imagino que pudiera necesitar un colchon con bultos.
– Mac… quiza puedes dejar de echar el zumo sobre la mesa…
– ?Oh, Dios mio!
Pero ella rio mientras agarraba un punado de toallas de papel y las llevaba a la mesa.
– Habia un chiste sobre un colchon con bultos. Solo estaba intentando hacer una broma, pero me temo que te he puesto nervioso.
– No estoy nervioso -aseguro el, pensando en lo poco que ella lo conocia.
Toda la familia afirmaria sin vacilar que tenia nervios de acero. Cuanto mayor era el problema, mas tranquilo se ponia el. Los problemas eran su estimulante. Pero cuando su mujer descubrio un poco de zumo sobre su camisa y comenzo a darle golpecitos en el pecho, Mac se puso al borde de un infarto.
Kelly retrocedio y lo miro fijamente.
– Escucha, tenemos que hablar de algunas cosas y vamos a sentirnos mas comodos los dos. Te lo juro.
Mac penso que ella le estaba robando su personalidad. Asi era como el siempre actuaba y el era quien utilizaba ese tono de voz tranquilo y firme. Desde luego, aquella mujer era bastante decidida.
Eficientemente, ella termino de fregar el zumo que habia caido, saco pan de un armario y luego saco solemnemente un cuaderno y un boligrafo del bolsillo.
– ?Te gusta hacer listas? -quiso saber Mac.
– No puedo empezar el dia sin hacer una -admitio ella.
Quiza hubiera esperanza aquella manana, aunque… Bueno, si ella iba a presumir de su lista, el podria presumir de la suya. La suya, sin embargo, tendria cosas importantes. El sistema de seguridad, numeros de emergencia, como utilizar los aparatos electricos de la casa, desde los ordenadores hasta el equipo de musica. Tambien tarjetas de credito y su nueva agenda.
Solo que Kelly de repente fruncio el ceno.
– Mac, me doy cuenta de que tenemos que hablar sobre todas estas cosas de la vida diaria, ?pero no podiamos hablar primero de algunas cosas importantes? ?Cual es tu comida favorita? -pregunto, con el boligrafo preparado.
– ?Comida?
– Si. ?Te gusta la carne o el pescado? ?Eres alergico a algo, o hay alguna verdura que no puedas soportar? ?Te vigilas el colesterol, o te crees inmortal? ?Te gusta un postre en especial?
– Kelly, no pienso que tu vayas a cocinar…
– ?Vamos a comer por osmosis? Y luego dime, cuales son tus programas favoritos de television, y mucho mas importante: ?cuales son tus aficiones?
– ?Aficiones?
– No hace falta que me hables de tu trabajo. ?Pero que haces para relajarte? ?Te metes en un jacuzzi? ?Montas en bicicleta? ?Piensas sentado en el metro? ?Esquias? Y si necesitas al dia un tiempo para estas solo -la muchacha hizo una pausa y vio el gesto de Mac-. ?Que pasa? ?Por que me miras de ese modo?
Mac no se dio cuenta de que la mirara de una manera especial. Ademas, eran demasiadas preguntas.
– No recuerdo a nadie que me preguntara nunca por mis aficiones. Y no creo que mi propia hermana sepa mis platos favoritos.
– Pero Chloe no vive contigo. Yo si. Tampoco quiero interferir en tu espacio, Mac, y sera mucho mas facil si sabemos los habitos de cada uno. ?Te gustan las camisas almidonadas?
– ?Yo que se! Las llevo a la tintoreria y me las devuelven preparadas. Siempre pense que era algo magico. Nadie me dijo nunca que pudiera elegir.
Ella murmuro algun comentario gracioso sobre los hombres y luego continuo. Mucho rato, Mac estuvo soportando preguntas sobre las cuentas de la casa y donde guardaba los recibos. Tambien le pregunto lo que le gustaba leer, o si habia llamadas que le molestaran y queria que las contestara ella.
Mac no recordaba haber tenido nunca una conversacion asi con nadie. Nunca le habian hecho unas preguntas tan personales, ni siquiera el habia pensado en muchas de aquellas cosas hacia anos. Mientras hablaban, penso que tenia que cuidarla, aunque le fuera en ello la vida. Ella no solo estaba embarazada, ademas habia tenido que soportar experiencias traumaticas en los ultimos tiempos y el iba a intentar que su vida fuera mas facil.
– No, no te desesperes, Mac. Casi hemos terminado…
– No estoy desesperado. Yo nunca me desespero.
– ?Ah! Eso estaba en mi lista. ?Que tipo de cosas te hacen perder la paciencia? La verdad es que creo que no tendre problema en imaginarlo yo misma
– continuo ella, con un gesto travieso breve-. Tambien tengo que hablarte de algo desagradable, asi que preparate. Es sobre dinero.
?Ya era hora! Mac sospechaba que ella era una mujer practica.
– Vamos a poner las cartas sobre la mesa, Mac.
– Estoy de acuerdo.
– Bien, pues yo se que no tengo mucho dinero, pero prefiero que no me hables de ese asunto, ?de acuerdo?