– Bueno, yo no se mucho de karmas.

– Pero yo si. Tiene el sello de un hombre soltero, pero es un hogar, y no solo una casa. Esa es la diferencia. Cuando entras, la sientes acogedora. Me gusta de verdad. Vamos, Gautier, ensename la planta de arriba.

Subieron por una escalera bastante estrecha. En la planta alta habia otro bano, un cuarto de estar con las paredes de madera y un enorme dormitorio. Andy apenas la dejaba parar en las habitaciones, algo muy tipico de los hombres, pero aun asi, se quedo clavada en la puerta del dormitorio.

El estilo severo era aun mas pronunciado en aquella estancia. No habia nada fuera de su sitio: ni zapatos, ni ropa, nada. Las paredes habian sido pintadas de un gris palido, que no combinaba mal con el edredon color chocolate que cubria la enorme cama.

Maggie estuvo mirando a la cama unos segundos mas de lo necesario, en parte porque se lo imaginaba perfectamente durmiendo solo en aquella gran cama, y en parte porque tambien se imaginaba perfectamente a si misma despertandose bajo aquel edredon junto a el. Afortunadamente vio algo que la distrajo. Reconocio el objeto como un cazador de suenos, el unico adorno en toda la casa.

– ?Funciona? -le pregunto-. ?Atrapa de verdad tus suenos para que no se pierdan?

– Tendrias que dormir aqui para averiguarlo. De hecho, si quieres probar la cama para ver que tal funciona, estas invitada…

– Si sigues invitando a criminales carentes de moralidad a tu cama, corres el peligro de tener que pagar las consecuencias -le advirtio, siguiendo la broma.

– Esa es la parte que mas me interesa.

El pulso de Maggie se disparo y sintio que las mejillas le ardian. Habia tenido el presentimiento cuando el la habia invitado a su casa, de que podia tener algo pensado para el final de la velada. En muchas otras ocasiones la habia excitado, verbal y fisicamente, hasta que de pronto se habia vuelto un caballero. El problema era que no tenia la seguridad de poder estar a la altura de las circunstancias, y pretendia contestarle con otra tonteria, pero sin saber como, su tono se volvio serio:

– Andy… podrias desilusionarte, ?sabes?

– Mags…

– ?Que?

– Primero tendria que helarse el desierto para que algo tuyo pudiera desilusionarme. Y ahora, haz el favor de dejar de pensar en el sexo, aunque sean solo diez minutos. Tenemos que ocuparnos de decorar un arbol de Navidad.

Para lo cual, tuvo que cortarle un trozo de al menos sesenta centimetros, y el aroma a pino invadio la casa, ademas de la nieve y las aciculas que saltaron en todas direcciones.

El arbol quedo, al fin, colocado en el salon junto al ventanal, para lo cual quedaron sin sitio dos sillas. Como ya habia oscurecido, Maggie encendio varias lamparas e intento reordenar el mobiliario, y por primera vez tuvo una buena ocasion para estudiar aquella habitacion.

Las paredes estaban recubiertas con madera de pino. En un rincon, estaba la chimenea de ladrillo con la campana de madera. El sofa y las sillas eran de un suave color tostado y una alfombra india tejida a mano en dorados y verdes abrigaba el suelo. Las estanterias encastradas en la pared estaban abarrotadas de tratados de medicina india, tradiciones y mistica. La mesa de centro debia haberla hecho el, y sobre la superficie de cristal habia varias colecciones de puntas de flecha, ademas de cuchillos y dos pipas dispuestas en el centro.

– Esas pipas parecen muy antiguas -.comento.

– Lo son. Hace tiempo le pedi a un empleado del museo que le echase un vistazo a la coleccion, y me dijo que la de barro puede tener unos mil anos de antiguedad… un verdadero tesoro. Vienen de la parte materna de mi familia.

– Una de esas puntas de flecha parece de onix.

– Si, esa es una de las piezas mas curiosas. Los nativos americanos no utilizaban monedas para sus intercambios comerciales, sino cosas de valor, y una punta de flecha de onix se consideraba el precio a pagar por una novia.

– Vaya yo lo pagaria gustosa por el hombre adecuado. Es preciosa. Y digo yo, ?como es que los hombres nunca han estado en venta? ?Por que siempre han tenido que ser las mujeres?

– ?Quizas porque somos mas listos, mas grandes y mas fuertes?

Aquella respuesta no iba a quedar sin castigo, pero en aquel momento tenia otras cosas que hacer. Queria seguir explorando la habitacion. Un armario alto y con puertas de cristal albergaba una coleccion de armas, y cuando Andy la vio mirandolas, fue diciendole sus nombres.

Los numeros y los modelos no le decian nada, pero si su timbre de voz, que le comunicaba lo mucho que significaban para el.

– ?Son todas antiguas, Andy?

– Si. De la guerra civil. Todas han pertenecido a mi familia desde hace generaciones. Las armas de hoy en dia son solo simbolos de violencia, pero estas siempre me han parecido distintas…, no me recuerdan las cosas por las que merece la pena morir, sino por las que merece la pena vivir. Una cursilada, ?no?

– ?Desde cuando los valores son cursis? Yo tambien guardo cosas con gran simbolismo para mi, como por ejemplo las tazas de porcelana de mi bisabuela, pero he de reconocer que no tienen la categoria de tu coleccion de armas. ?Sabias que yo tambien tengo una?

– ?Ah, si?

– Si. No es para los ladrones, ni nada de eso. Es mas, la tengo guardada en el atico. La verdad es que no me siento capaz de apuntar a otro ser humano con un arma.

– Tu mente criminal nunca deja de sorprenderme. ?Para que quieres entonces esa arma?

– Bueno… cuando me vine a vivir aqui, atropellaron a una cierva en la carretera. La pobre llego arrastrandose hasta mi jardin para morir, pero la agonia empezo a prolongarse y el animal estaba sufriendo enormemente. Llame a un veterinario, pero tenia muchisimo trabajo e iba a tardar casi un dia en poder venir; yo no podia dejarla sufriendo de esa manera, pero no tenia nada con lo que parar aquella agonia, excepto un cuchillo de cocina, y se que es una cobardia, pero me senti incapaz de usarlo. No se, pero simplemente no podia…

– No tienes por que sentirte culpable de algo asi. Eres una mujer valiente, pero es que eso es algo muy dificil de hacer para cualquiera.

Que Andy estuviera siempre presto a defenderla le produjo una enorme satisfaccion.

– Bueno, la cuestion es que compre la escopeta y la utilice. Menos mal que no he vuelto a cruzarme con un animal en aquellas condiciones. Todos los animales heridos con los que me he encontrado solo necesitaban un poco de ayuda.

– Rescatas animales, rescatas a tu hermana… ?podrias rescatarme a mi tambien?

– ?Eh?

Andy suspiro profundamente.

– Me parece que esta vez si que la he fastidiado. Tenia tantas ganas de decorar el arbol contigo… y he tenido que ir a escoger uno tan grande que he tardado dos horas en dejarlo a la altura adecuada. Ademas, he comprado seis o siete juegos de luces, pero acabo de darme cuenta de que no he comprado ningun adorno. Mi mujer se llevo todas esas cosas tras el divorcio; y yo lo sabia, pero como tonto que soy, no me he dado cuenta de que iba a necesitar algunos para decorar el arbol.

Maggie se agacho junto a el y junto al arbol. Estaba exasperado consigo mismo, y aunque no queria sonreir, porque el estaba verdaderamente enfadado, era un alivio descubrir que el tambien podia meter la pata como el resto de los mortales.

– ?Sabes una cosa, Gautier?

– ?Que?

– Personalmente siempre he pensado que un abeto no necesita bolas, cintas y cosas de esas. Es decir, que las luces ayudan a mostrarlo, pero ?por que cubrir lo que es verdaderamente bonito, el arbol en si? En mi opinion, es una maravilla que te hayas olvidado de comprar adornos.

Andy suspiro.

– Solo estas intentando seducirme siendo amable, ?verdad?

Maggie suspiro despues.

– Normalmente, no tengo que explicar los motivos de mis actos criminales, pero por Dios Gautier, no tengo que ser amable para obtener ese resultado.

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