– ?Es que crees que soy un chico facil?

– Claro que no. ?Y si no dejas de tomarme el pelo, no vamos a terminar jamas con este arbol!

Andy coloco el primer hilo de luces, y ella el siguiente. Cuando los siete estuvieron colocados, ella insistio en que apagasen las luces de la habitacion para poder admirar la obra, pero cuando apago las luces, los dos quedaron en silencio.

Maggie miro al arbol y trago saliva. Todas las Navidades compraba montones de regalos para sus sobrinos, iba a la iglesia, preparaba la cena de Nochebuena en casa de Joanna… hacia todo lo que se suponia que se debia hacer, pero habia bloqueado cualquier sentimiento por la Navidad desde que murieron sus padres. Ellos ponian tanto amor en todos los preparativos que refrescar esos recuerdos solo le servia para revivir el dolor, su padre colocando regalos bajo el arbol sin que nadie lo viera, su madre cantando villancicos a todo pulmon por la casa… Era demasiado doloroso recordar, asi que ella se habia limitado a aceptar la soledad de esas fechas y a aceptar con una sonrisa que ya siempre iba a ser asi.

Pero habia algo en el arbol de Andy… algo peligroso, algo magico. Los recuerdos de la ninez revivian en su interior, pero con alegria y no con tristeza. El aroma a pino, sus ramas flexibles y de agujas suaves cuajadas de luces en la habitacion a oscuras…

Cuando Andy rozo su mano, se volvio a el y lo abrazo. Andy iba a besarla, y ella queria ese beso. Lo necesitaba.

Pero el se limito a abrazarla y a retenerla asi entre sus brazos. Maggie estaba tan acostumbrada a la quimica sexual que lo abrasaba todo entre ellos que aquel abrazo desperto algo en su interior. Quizas supiera que se estaba enamorando de el, pero aquellas sensaciones eran nuevas. Estaba percibiendo a Andy como…, familia. No solo como amante, sino como pareja. Aquel absurdo arbol de Navidad era suyo, un lazo de union entre ellos.

Entonces lo miro, y sus ojos la estaban esperando. Saber que lo queria le afino de algun modo el oido, le anadio un color nuevo a sus ojos, intensidad electrica a cada textura y a cada sabor.

Un beso fue conduciendolos a otro, y a otro, y las sensaciones viajaban por su espalda sin tregua. Sabia maravillosamente bien. Sabia a la soledad que llevaba dentro, a la honestidad de las emociones que siempre le habia mostrado, y sintio algo grande y sobrecogedor crecer en su corazon.

– Debes tener mucho calor con ese jersey -murmuro el.

– Muchisimo -contesto ella-. Andy…

Tardo un instante en contestar, mientras le quitaba el jersey, y cuando su rostro volvio a aparecer, sintio un enorme deseo de volver a besarla antes de contestar.

– ?Que?

– Se que te parecera un poco raro el momento que he elegido para decirtelo, pero quiero que lo sepas, mis padres se habrian vuelto locos de contento contigo.

– Lo sospechaba. Me basta con ver a la hija que educaron. Pero creo que hay algo en lo que te equivocas: tu padre habria sacado la escopeta si supiera lo que tengo en mente para su nina.

– Mm… es posible. Y los padres son siempre muy picajosos en ese sentido. Aunque mi padre sabia reconocer a un buen hombre cuando lo veia -le bajo de los hombros la camisa de franela y lo beso en la base del cuello-. Andy…

– ?Alguna otra cosa que quieras decir en un momento como este?

– Es una pregunta muy breve. Es que querria saber si… si esta noche tambien vas a terminar portandote como un caballero.

– No. Lo que tengo pensado es que los dos nos desnudemos y hacerte el amor hasta que llegue el dia. En el salon, en el dormitorio, en el suelo, en la cama, en la mesa de la cocina. Donde te apetezca. Pero tu voto cuenta en un cincuenta por ciento, asi que puedes sustraer o anadir cualquier cosa que se te ocurra…

No hubiera querido interrumpirlo, pero su tono de voz le estaba poniendo la sangre a cien, y tiro de el para contestarle fisicamente en lugar de verbalmente.

Y la respuesta de el fue tan contundente que las rodillas se le volvieron de gelatina. Casi sin poder decir como, los dos estaban tumbados en la alfombra, su sujetador habia desaparecido, y estaba desabrochandole los pantalones a Andy. El bajo la cabeza y acaricio sus pechos con la lengua: los pezones, el valle, todas sus formas… hasta que ella se coloco sobre el. Con las manos iba reconociendo sus hombros, su pecho, aprendiendolo, descubriendo un escenario nuevo para ella.

– Despacio -susurro el.

Pero ella no podia. Andy era un hombre fuerte y grande; eso no la asustaba, pero… pero sabia que aquel momento iba a llegar. Los dos eran adultos, y ella lo deseaba, queria poseerlo y sabia que ambos estaban preparados para llevar su relacion a aguas mas profundas. Andy no jugaba con las mujeres ni con sus sentimientos.

Deslizo la mano bajo sus pantalones al tiempo que clavaba los dientes en su hombro, y acaricio, poseyo con sus manos como lo haria una mujer muy segura de su hombre, una mujer que queria que su hombre supiera sin ningun genero de dudas que le estaba haciendo, una mujer que no temia ser sincera y descarada con su amante. Con Andy. Deseaba hacerle el amor mas que nada en el mundo, pero tenia que ser rapido, porque el pulso le latia como una hoja al viento. Porque estaba harta de esos nervios, y convencida de que desaparecerian si…

– Maggie…

No queria hablar y lo beso en la boca. Intento concentrarse en el. En su, piel calida y suave. En la sensacion del vello de su pecho. En la espera del momento en que la tomase.

– Mags, para -le pidio, sujetando su cara entre las manos, hasta que ella lo miro a los ojos-. Algo esta pasando. Dime que es.

– Nada. No pasa nada. Te lo prometo, Andy. Te deseo.

– Lo se -contesto y apreto los dientes para controlarse-. Pero has empezado a temblar y a correr como un dragon que se persiguiera la cola. A mi me gusta ir despacio, ir muy despacio, porque ademas, si la primera vez no sale bien, tendremos unos cien anos mas para practicar, pero nunca me habia imaginado que pudieses tener miedo.

– No tengo miedo.

– Si no estas segura de esto, no va a funcionar.

– Estoy segura, Andy. Es solo que…

– No, por favor, no te cierres -le dijo al verla dudar-. Dimelo sin mas. No lo pienses.

– Es sobre… el accidente. Las pesadillas. Se que no tengo un pasado criminal…

– Cierto.

– Y me gusta cuando me tomas el pelo sobre eso, pero es que sigo teniendo pesadillas y una tremenda sensacion de culpa. El problema es que no se como o por que he de tener una sensacion asi, a no ser que se base en algo que haya hecho. Y cuando me he dado cuenta de que ibamos a hacer el amor, me he asustado porque… porque quizas haya hecho algo malo que tu no puedas aceptar. Algo que cambie tus sentimientos hacia mi. Algo que tuvieras derecho a saber antes de que nuestra relacion llegue mas lejos.

Andy guardo silencio durante un momento y despues se separo de ella, se incorporo y se puso la camisa. Aturdida, Maggie se metio rapidamente el jersey. Las luces del arbol ya no parecian magicas, sino demasiado intensas para los ojos. El seguia sin decir nada, asi que Maggie se puso de rodillas junto a el.

– ?Te has enfadado?

– No. Bueno, si. Estoy enfadado. Se lo mucho que te ha molestado no ser capaz de recordar esas veinticuatro horas, pero tambien se perfectamente bien que no has cometido un delito ni nada parecido, Maggie. Y tu tambien lo sabes. Conozco tus valores y tu etica, y no…

– Andy, no me estas escuchando. Ese es precisamente el problema: que tu piensas que soy demasiado buena y…

– Si, lo pienso. Y una de las personas mas honestas que conozco, pero esa no es la cuestion. Si no estabas preparada o si no querias hacer el amor, solo tenias que decirlo. No hacia falta buscar excusas. Creia que estabamos construyendo algo, que los dos queriamos lo mismo… vamos a vestirnos. Te llevare a casa.

Los dos se abrocharon los pantalones, se calzaron y se pusieron las cazadoras en silencio. Maggie no queria dejarlo asi, pero tampoco sabia que decir. Habia destrozado el momento, pero no tenia ni idea de como conseguir que Andy comprendiera. Por absurdo que le pareciera a el, los ataques de ansiedad y esos suenos estaban siendo angustiosos para ella, y cuanto mas profundizaba en su relacion con el, cuanto mejor comprendia su sentido del honor y la integridad, mas la angustiaban.

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