que me lo merezco. En parte me parece tambien divertido.
– ?Divertido?
Mick asintio.
– Mis hijas, esos angelitos, esos seres a los que quiero mas que a nada en este mundo te han… tomado el pelo.
– ?Que dices?
– Es evidente que te has formado de mi una opinion deplorable como padre. Pero, ?podrias esperar hasta que hayas entrado en mi casa para juzgarme? Solo unos minutos. No tardare mucho en demostrarte que, quiza, hay otra version de las cosas.
Capitulo 2
Mick tuvo que convencerla para que entrara en su casa. Sabia que Kat no queria entrar. Tampoco tenia por costumbre dar explicaciones o defenderse delante de nadie, pero eso era diferente. La idea de que alguien pudiera creer que el descuidaba a sus hijas era un golpe bajo. Tenia que desmentirlo.
La cocina estaba en penumbra. Mick encendio la luz y de inmediato se dirigio a la nevera.
– No quisiera ensuciarte el suelo, Mick. Tengo los pies llenos de barro.
– No sera la primera vez que el suelo se ensucia un poco. Ademas, tenemos un ama de llaves que se encarga de limpiar.
Oir eso desconcerto a Kat.
– ?Un ama de llaves? Pero las chicas dijeron que…
– Quiza ama de llaves no sea la palabra adecuada. Hay una mujer que viene aqui tres veces a la semana para encargarse de limpiar la casa y lavar la ropa.
– Pero Angie dijo…
– Si, ya se lo que Angie te dijo. ?Te gustaria echar un vistazo aqui dentro?
Ella avanzo de puntillas para ver lo que habia en la nevera. Los estantes estaban llenos de comida: fruta fresca, leche, mantequilla, carne, quesos, verduras…
– Yo… -Kat se rasco la nuca y luego se incorporo. Se habia ruborizado-. Parece que… las chicas no se estan muriendo de hambre, despues de todo.
– Espero que no. No te imaginas el dinero que me gasto en comida.
– No me lo digas -dijo Kat con voz debil-. Noel no tiene que hacer todas las compras de la familia.
– Es la que compra mejor en casa, claro, siempre que se trate de ropa y la pague con mi tarjeta de credito.
Kat trago saliva.
– Mick, lo siento, pense que…
– ?Puedes venir aqui, por favor? -cerro la nevera, abrio la puerta del cuarto donde guardaba los trastos de la limpieza y se volvio hacia su visitante-. ?Quieres echar un vistazo aqui dentro?
Con la paciencia de alguien que le sigue la corriente a un loco, Kat se asomo para mirar el cuarto. Por un instante, estuvo tan cerca de Mick que el pudo oler su perfume y el aroma de su pelo. El pulso se le acelero, lo que lo desconcerto.
Mick bajo del estante superior una caja de carton de la cual saco una bolsa grande de papas fritas, varias barras de chocolate y otras golosinas.
– Angie la cambia de sitio todas las semanas -dijo Mick con naturalidad-. Desde que prohibi que se comieran porquerias en esta casa, se dedica a esconderlas. No te puedes ni imaginar lo que encontre el otono pasado en mi sombrero de pesca en el armario del vestibulo.
– Dimelo.
– Caramelos, bombones y chocolates que debian de llevar alli unos seis meses. ?Tienes idea del efecto del calor en el chocolate?
Kat no se rio abiertamente, pero el la oyo reirse por lo bajo… y luego vio que sonreia de forma suave, timida y muy femenina. Otra vez sintio que se le aceleraban los latidos de su corazon.
Mick la invito a sentarse en una silla de la cocina y luego saco una cerveza de la nevera. Le pregunto si ella queria una. Ella nego con la cabeza, pero al final accedio.
Antes que pudiera volver a cambiar de idea, Mick le puso delante una botella de cerveza, luego saco otra para el, aunque tenia tan pocas ganas de beber como la joven. Quitarle la tapa le daba algo que hacer y al mismo tiempo le permitia controlar el extrano nerviosismo que habia hecho presa de el de repente.
Kathryn lo desconcertaba, siempre lo habia desconcertado. Con excepcion de June, Mick nunca habia sabido como comportarse con las mujeres. Pero Kat en particular lo hacia sentirse confuso, torpe y amedrentado.
Nunca sabia que pensar de ella. Llevaba ropa de encaje y sombreros anticuados, pero tambien andaba por la calle en un auto deportivo. Llevaba un bolso tan grande como para meter dentro una ametralladora, y sin embargo sus hijas le habian contado que tenia en el salon un caballito de tiovivo. Parecia una camelia fragil, delicada, aunque tres anos antes el la habia visto arreglar su tejado sola, teja por teja. Y de forma eficiente.
No solo era eficiente, sino una mujer de negocios competente. Habia dedicado los ultimos cinco anos a levantar un negocio de restauracion. Mick sentia respeto y admiracion por lo que su vecina habia logrado, pero nunca habia podido decirselo. Para ser sincero, ella lo intimidaba.
Su pelo, por ejemplo. Era de color rojo canela. Cuando se lo soltaba, le llegaba hasta la espalda. Ademas cambiaba de peinado con frecuencia. ?Como podia un hombre saber como era ella en realidad? Un dia parecia una solterona, y al dia siguiente una vampiresa.
Pero todo el tiempo era una mujer muy atractiva y deseable, lo cual, confundia todavia mas a Mick.
Kat era baja, pero incluso con unos vaqueros viejos y una blusa holgada, resultaba explosiva. Sus ojos color castano claro estaban llenos de vida y humor, inteligencia y pasion. Siempre se movia con ligereza, y con gracia. Quiza no era una belleza clasica, pero su abundante pelo rojizo, sus delicadas facciones y su precioso cutis de marfil llamarian la atencion de cualquier hombre.
Pero era esa misma femineidad lo que desconcertaba a Mick, porque nunca la habia visto con nadie. Sus hijas decian que la llamaban muchos hombres, pero nunca aparecia el coche de ningun pretendiente por los alrededores los fines de semana. Ella estaba en su casa todas las noches. Mick habia sido su vecino cinco anos. Lo sabia. Cinco anos era mucho tiempo para que una mujer tan atractiva estuviera completamente sola.
Por supuesto, era tambien mucho tiempo para que Mick descubriera por fin que no era tan intimidante. En realidad, estaba resultando bastante facil hablar con ella.
– No voy a reganar a tus hijas delante de ti -dijo la joven-. Pero quiere que me des permiso para estrangularlas manana, ?de acuerdo?
– Tu estrangulas a una y yo a la otra -accedio el.
Kat siguio con el dedo una gota de agua que descendia por su botella de cerveza. Todavia no la habia abierto.
– Ahora que lo pienso, no puedo entender como pude creerlas. Debi suponer que mentian al quejarse tanto. Siempre se les ilumina la cara cuando se menciona tu nombre, y no seria asi si no te ocuparas de ellas. Todo lo que puedo decir es que quiero a tus hijas y tiendo a protegerlas, mientras que a ti no te conocia en realidad; aun no te conozco. De cualquier manera, creo que te debo una disculpa.
– No me debes nada -por fin se le ocurrio a Mick que debia darle un vaso a su visitante. Se puso de pie, tomo un vaso, abrio la botella y vertio el contenido en el vaso-. Si mis hijas querian que te compadecieras de ellas, quiza era porque necesitan compasion -admitio a reganadientes-. Me acuso de no pasar suficiente tiempo con ellas. Quiza soy culpable de mucho mas que eso. Ya sabes que soy ingeniero naval…
– Si.
– Y hay muchos ingenieros en el negocio, pero pocos que trabajan solo con madera, lo cual significa que tengo una demanda ilimitada si asi lo deseo. Hace dos anos, queria trabajar sin descanso. Queria tener tanto trabajo que no pudiera respirar, dormir, comer o pensar. De modo que lo busque y lo consegui.
Hizo con la mano un gesto de impotencia y desazon.
– No era que no pensara en Angie y Noel, pero me parecia que ellas estaban bien. Los tres tuvimos dos anos