para prepararnos para la muerte de June; el fin fue mas un alivio que un golpe duro. Y ellas parecian aceptarlo mejor que yo, con mas madurez. Pero no eran, ni son maduras. Sin embargo, cuando me di cuenta ya estaba hasta el cuello de contratos de construccion.

– No necesitas explicarme todo esto -murmuro Kat.

Pero el lo hizo. Necesitaba explicarselo a alguien. Y la mujer que estaba sentada enfrente de el, con la cara apoyada en las manos y expresion tierna en los ojos, lo escuchaba. Mick podia recordar a otras personas que habian querido escucharlo, pero que jamas habian demostrado un afan sincero por compartir su pena con el y comprenderlo.

– Hace algunos meses, comence a tener menos trabajo. Contrate algunos ayudantes y deje de aceptar nuevos contratos, aunque no podia reducir mi volumen de trabajo de la noche a la manana. Tu tienes un negocio propio.

– Se lo que quieres decir.

Mick sabia que ella lo entendia.

– De cualquier manera, he hecho lo posible para tener menos trabajo, pero he visto que trabajar las horas normales no resuelve nada. Kat. -le dio un trago a su cerveza-… estoy asustado.

– ?Asustado?

– Asustado -corroboro Mick.

– Me parece dificil creer que un hombron como tu pueda estar asustado.

– Hablo en serio, Kat… Tengo miedo por mis hijas.

– ?Por que? Ellas te adoran.

– Eso es precisamente lo que quiero decir. El papel de padre es muy dificil. No hablo solo de miedo, sino de pavor. Me siento perdido y confuso cuando tengo que hablar de compresas, pantalones apretados, maquillaje y chicos -vacilo al ver que el rubor tenia las mejillas de su interlocutora-. ?Te he ofendido? Se que Noel se cohibe cada vez que menciono algun producto femenino, pero me parece tonto fingir que no se…

– Soy un poco mayor que Noel. Confia en mi, puedo soportar esta conversacion sin que me vaya a desmayar.

De cualquier manera, el rubor que cubrio la cara de la joven fascino a Mick. La pelirroja tenia algo de anticuada y pudica. Mick no sabia que hubiese todavia alguna mujer que fuera recatada. ?Y con esos ojos tan vivarachos!

– A mi me educaron para llamar al pan, pan y al vino, vino. Nunca me ensenaron a valerme de eufemismos. Toda mi familia estaba formada por hombres, aparte de mama, y quiza por eso siempre acabo en un aprieto.

– ?En un aprieto? -repitio ella.

– Con mis hijas. Pense que podia guiarlas en su etapa adolescente. Craso error -lanzo un suspiro desalentado, y vio que su interlocutora sonreia-. Por ejemplo, hace algunos meses, le compre a Noel unos calmantes especiales para la regla. Bueno, era evidente que ella… Cada mes ella esta.

– ?Un poco susceptible?

– ?Un poco? Si la miras se pone a llorar. Le hablas y llora. Le preguntas si quiere un vaso de leche y sale del cuarto dando un portazo. Despues de unos dias vuelve a ser la misma de siempre, pero mientras tanto…

– Lo comprendo.

– ?En verdad? Porque Dios sabe que lo he intentado, pero no lo entiendo. Pero si puedes entender eso, quiza podras explicarme lo del telefono.

– ?El telefono?

– Si. El telefono. Si hubiera un incendio, no habria manera de llamar a esta casa. Las chicas se pasan la vida colgadas del telefono. Se peinan, friegan los platos, hacen los deberes e incluso se pintan las unas mientras hablan por telefono. ?Crees que es normal en las mujeres? ?Por que les gusta tanto hablar por telefono? ?No hay ningun remedio contra eso? Y… ?diantres! ?Quieres dejar de reirte?

– No me estoy riendo.

– Estabas a punto -gruno Mick, pero el brillo que vio en los ojos de su vecina fe encanto.

Igual que ella. Estaba lo bastante cerca para oler su perfume. No era frances ni exotico como el habia pensado. Era un aroma fresco, ligero e inocente. A Mick le intrigaba cada vez mas esa mujer tan contradictoria. ?Como podia haber vivido cinco anos en la casa de al lado sin haberla oido reirse nunca?

De modo que siguio con su retahila de lamentaciones de padre.

– Esto de ser padre antes era muy divertido. Cuando mis hijas eran mas pequenas, soliamos ir a Hunting Island para pescar y recoger conchas en la playa. Todo lo que necesitabamos era una mochila cada uno y una cesta con comida. Ahora Noel necesita cuarenta y siete maletas, la mas grande llena de aparatos electricos, antes de que… ?no te estaras riendo de mi otra vez?

– No. Te lo juro. No.

– Y las dos se han vuelto solapadas. Nunca lo habian sido. Eran unas ninas abiertas, francas y alegres. Noel me pregunto si podia ponerse pendientes y yo le dije que si. Ahora sus orejas parecen un arbol de navidad. ?Deberia haberle dicho que no?

– Bueno, esta de moda llevar varios pendientes a la vez.

– ?Y ensenar el trasero esta de moda tambien? Porque ella dice que si. ?Como puedo saber esas cosas? Todas las amigas que invita a casa son iguales… horribles. Hace anos que no le veo los ojos. Los esconde detras de toneladas de rimel. Siempre trae a casa buenas notas, eso si. Sus profesores y profesoras la adoran. Yo confio en ella y le concedo suficiente libertad, pero… a veces me pregunto si no le estoy dando demasiada…

La mano delicada de Kat se cerro en la encallecida mano de el un instante. Ella intentaba decirle asi que lo comprendia.

– Se que no es facil y menos aun porque no tienes a una mujer que te apoye, pero, ?no se te ha ocurrido que quiza lo estas haciendo todo mejor de lo que piensas?

– Si fuera asi, dudo de que trataran de ganarse tu compasion, Kat.

– He estado pensando en eso -los ojos de Kat reflejaban seriedad-. No creo que lo que Angie y Noel han hecho sea tan terrible, tan poco corriente. Quiza tu hayas sido un adolescente sin problemas. Yo fui una calamidad y me pasaba la mitad del tiempo hablando con los demas de lo mal que me trataban en casa. Sin embargo, me la pasaba de maravilla en casa, mis padres eran comprensivos y carinosos, pero era mas divertido inventarme historias y hacerme la victima. A los adolescentes les gusta lamentarse, eso los divierte.

– Quiza mis hijas tenian razones para quejarse.

– Y quiza tu eres demasiado duro contigo mismo.

– No lo creo. Antes saliamos hablar mucho. De repente ya no se nada de ellas y mis opiniones son tontas…

Kat volvio a sonreir.

– Mick, las chicas te quieren. Ya se les pasara.

– Nunca -gruno Mick con un dejo de humor-. Jamas podre hacer una llamada de negocios desde casa los proximos seis anos, porque debes creerme, jamas se iran de casa. Nunca se casaran. Cualquier muchacho en su sano juicio que eche una mirada al cuarto de bano de las chicas en el primer piso… -Mick se puso rigido de repente-. ?Y quien es ese tal Johnny que mencionaste?

Kat iba a contestar, pero se contuvo.

– Preguntale a Noel.

– En otras palabras: no me lo diras -murmuro el-. Matare a ese mequetrefe. Tengo entendido que es un malandrin, ?verdad?

– Preguntaselo a tu hija -porfio Kat con una risilla.

– Te lo pregunto a ti. Por favor, ayudame -Mick no supo por que habia dicho eso, pero ya era tarde para rectificar-. No te estoy pidiendo que resuelvas mis problemas, pero hay veces en las que agradeceria poder hablar con algun, recibir consejos. Consejos de una mujer.

Kat nego con la cabeza con rapidez, con demasiada rapidez.

– Soy la ultima persona que te podria aconsejar. No solo no tengo hijas, sino que nunca he tratado a ninguna nina. Mis opiniones no cuentan.

– Pero eres mujer. Y mis hijas te admiran. Se pasan la vida repitiendo lo que les dices. Tu debes saber mas que yo sobre cuestiones de tu propio sexo.

Вы читаете Ola de Calor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату