– No quiero irme temprano.
– Vaya. Pareces irritable. Por lo visto el calor nos esta afectando a todos -observo su ayudante con voz apacible, y se fue.
Kat volvio a conectar el telefono y se paso la siguiente hora revisando el monton de recibos y pedidos. Se dijo que Georgia tenia razon. La ola de calor era el problema. No habia llovido en varias semanas. Una persona no podia pensar con claridad con ese calor. No podia uno evadirlo, ignorarlo, apartarlo de su mente.
'Es un buen hombre, Kathryn. Un hombre especial. Y te gusta', se dijo.
Cuando el lapiz se rompio entre sus dedos, tomo otro. Si, le gustaba. Era muy amable. Tenia sentido del humor, era natural y espontaneo y ademas un buen padre. Exudaba carino cada vez que hablaba de sus hijas. Trataba con mucho afan de ser un buen padre. Era lo bastante humano para reconocer sus errores.
Y hacia palpitar el corazon de Kat como ningun otro hombre lo habia conseguido antes.
El papel que tenia delante de los ojos le parecio borroso. Renuncio a tratar de concentrarse y se apreto con fuerza las sienes. La palabra frigida acudio a su mente. Una mujer podia ser frigida de diversas maneras. Podia no sentir deseo. Podia estar tan llena de inhibiciones que no alcanzara el climax. O, por cualquier otra razon, podia tener miedo de entregarse al placer.
Aunque la etiqueta de frigida no se aplicaba con exactitud a Kat. Nunca habia temido a los hombres, ni al sexo. Cuando estaba con el hombre adecuado se excitaba con facilidad. Deseaba y necesitaba ser querida, no solo fisicamente, y sabia que su cuerpo era capaz de llegar al orgasmo.
Pero el caso era que esa experiencia con un hombre le causaba dolor. Dolor fisico. Y no queria someter nunca mas a un hombre al engorro de romper el encanto de su relacion con sus gemidos de dolor.
El telefono sono. Lo dejo sonar.
Kat no era ninguna ingenua. Mick no habria ido alli si no estuviera interesado… y ella tambien lo estaba. Mick se habia volcado demasiado tiempo en su trabajo. Por mas que hubiera querido a June, debia comprender que todavia estaba vivo, que tenia sentimientos y necesidades que debia satisfacer.
Pero no era ella la mujer que lo haria feliz, se dijo Kat con resignacion. No tenia mas alternativa que evitar enamorarse de el.
El sabado a las dos. Kat cerro la puerta y bajo los escalones con su enorme bolso en una mano y una lista en la otra. Se dirigio a la casa de Mick en el momento en el que Angie cerraba la puerta de atras.
– ?Has traido las llaves del coche de tu padre, querida? -pregunto Kat con alegria.
– Las tiene Noel.
Kat levanto la vista de la lista que llevaba en la mano, un poco desconcertada por el tono abatido de la chica al principio, y despues por la expresion desolada que vio en sus ojos.
– ?Que pasa? ?Pasa algo malo?
– Todo. Este sera sin duda el peor dia de mi vida.
– Crei que tenias muchas ganas de ir de compras conmigo. No tenemos que hacerlo si no quieres.
– Si, si quiero. Pero yo deseaba ir solo contigo. Ahora no podremos ir a comprar lo-que-tu-ya-sabes. Por favor, ni lo vayas a mencionar.
– Angie…
Noel las interrumpio cuando bajaba los escalones del porche. Estaba vestida como siempre, de forma estrafalaria y llamativa y llevaba toneladas de rimel. Tenia las llaves del coche de Mick en la mano. Le basto con mirarla a la cara para ver que estaba tan irritada como su hermana.
– El va a venir. Tenemos que esperarlo -dijo Noel con resignacion.
– ?Quien? -Kat estaba desconcertada.
– Papa.
– ?Pero, por que va a venir con nosotros tu padre?
– Porque dice que se siente culpable si no nos acompana -Noel hizo una mueca graciosa, luego suspiro-. Eso es lo que piensa. Cree que tiene que ir con nosotras. Dice que ya es hora de que aprenda algo sobre ropa y cosas de chicas. Dice que no nos preocupemos porque no dira una palabra. Solo nos seguira en silencio.
Angie lanzo un bufido.
– Kat, ?no puedes hablar con el? No queremos herir sus sentimientos, pero… ?no podrias convencerlo de que no venga?
Kat quiso que se la tragara la tierra. Se habria vestido y peinado de otra forma de haber sabido que Mick iria con ellas. Solo llevaba puestos unos pantalones cortos y una blusa muy ligera; llevaba una coleta y no se habia pintado casi. O mas bien, si hubiera sabido que Mick iria, ella se habria quedado en casa.
Mick la habia estado llamando cada noche, solo para pedirle consejo sobre sus hijas. Esas llamadas nocturnas y su voz baja, gutural y aterciopelada hacian que se le acelerara el pulso. No habia logrado poner fin a esas llamadas, pero eso no significaba que quisiera verlo.
– Creo que soy la menos indicada para decirle a su padre lo que debe hacer -murmuro-. De cualquier manera, creo que estamos exagerando. No sera tan terrible.
– Oh, claro que lo sera -aseguro Noel-. No has visto a papa en una tienda. No compra nada. Odia ir de compras. Y lo peor de todo es que cree que hace esto para ayudarnos.
– ?Sabes lo que dijo? -gimio Angie-. Todo el mundo usa ropa interior. Chicos y chicas. Todo el mundo. No hay por que sentirse avergonzado por ello. ?Oh, voy a morirme!
La puerta se oyo una tercera vez. Por un momento Mick no parecio ver a sus hijas. Solo tenia ojos para Kat. Sus ojos azules lo miraron todo: su cola de caballo, el sol que quemaba las piernas desnudas de Kat, su falta de maquillaje, sus pantalones cortos y blancos como la inocencia. La miro de tal forma que ella se sintio muy deseable. Y su sonrisa empeoro las cosas.
Por fin el se puso unas gafas de sol y miro a sus hijas. Con lentitud fue hacia el coche. Llevaba puestos unos pantalones de algodon, y una camisa recien lavada y planchada. Y Kat estaba segura de que hacia un sacrificio al ir con ellas. Sin embargo, exclamo:
– ?Caramba, toda una tarde de compras! ?Como vamos a divertirnos!
Capitulo 4
A las diez de la noche de ese dia, Kat se encontraba en su patio, recostada en una mecedora. Tenia los ojos cerrados, estaba agotada y con los nervios de punta. Se tapaba con un brazo los ojos para protegerse de la luz de la luna. Hacia un calor infernal, pero a ella no le importaba.
Oyo como se abria la puerta de atras de la casa de al lado. No se movio. Ni siquiera al oir el crujido de la madera y cuando un hombre muy fuerte se paro en la valla abrio los ojos.
– Me parece que ha salido bastante bien, ?verdad?
La voz de su vecino era baja, varonil, muy sensual y tan anhelante como la de un nino ansioso. Kat tardo un momento en reunir fuerzas para hablar.
– Ven aqui, Larson.
Oyo como el cerraba la valla.
– Claro que tarde cierto tiempo en entender lo de las tallas, los estilos y todo eso. ?Por que tiene que ser tan complicada la ropa femenina? Pero despues de eso…
– Sientate -ella senalo el suelo.
Mick obedecio y se sento a los pies de su vecina. Iba sin camisa. Suspiro largo tiempo cuando sintio la hierba fresca por el rocio nocturno.
– Tu y yo tenemos que tener una pequena charla sobre las diferencias entre chicos y chicas -declaro Kat.
– Me parece bien, pero no creo que tardemos mucho. Ya se que yo tengo una cosilla que tu no tienes.
– Hay diferencias mas importantes.
– ?De verdad?
Kat se inclino para arrancar hierba y tirarsela. Mick no la esquivo y sonrio abiertamente.
– Trata de prestarme atencion -dijo Kat-. La verdadera diferencia entre los chicos y las chicas empieza en la puerta de un centro comercial. Cualquier centro comercial.
– Vamos, admitelo. Hice bastante bien las cosas en la tienda, ?no?