– Te voy a ahogar cuando estemos en el agua. Si yo fuera tu empezaria a rezar.
– Estoy rezando -antes de que ella pudiera parpadear, Mick le echo las toallas al brazo-. Tu lleva las toallas. No se puede esperar que un hombre rece y lleve las toallas al mismo tiempo.
Kat lo siguio fuera de la cabana, como si… como si se estuviera divirtiendo. Casi como si fuera tan natural jugar con Mick como lo era hablar con el y estar con el y sentir esa loca oleada de regocijo y amor que la inundaba cada vez que estaban juntos.
Hasta podria decirse que se estaba enamorando de el.
Por suerte era lo bastante sensata como para no permitir que eso sucediera.
Capitulo 5
Conforme se hacia mas tarde, la marea comenzaba a subir. Las gaviotas volaban sobre las aguas buscando su cena. El cielo estaba despejado todavia, pero el calor ya no era tan intenso. Mick se incorporo para quitarle a Kat su camisa de los hombros, con la que la habia protegido antes de los abrasadores rayos del sol.
Ella se movio cuando la toco, pero no se desperto, lo cual le concedio a Mick algunos momentos mas para mirarla a gusto. Hasta que ella no se despertara, el podria contemplarla todo lo que quisiera.
Uno de los tirantes se le habia deslizado por el hombro y ella estaba acostada sobre su estomago con una pierna levantada. Tenia el pelo mojado por el agua de mar, era como una marana de seda roja.
Mick vio que tenia pecas cerca de la clavicula y otras mas abajo. Su trasero, que habia estado mirando la ultima hora, era pequeno, firme, redondo, exquisito e incitante.
Kat era la mujer mas sensual que el habia conocido, le agradaba tanto su aspecto como su temperamento, y la forma en la que reaccionaba cuando la acariciaba. Casi lo volvia loco, pero ella siempre se detenia, temerosa, antes que sus caricias o sus besos se hicieran mas intensos. Mick llego a la conclusion de que tenia miedo. Tenia un miedo, profundo, irracional.
Mick no comprendia la razon. No entendia a Kat y habia tardado varias semanas en aceptar que no necesitaba entenderla. Ninguna otra mujer le habia hecho sentir esa atraccion tan intensa, esa sensacion de plenitud.
Ningun otro hombre yaceria al lado de Kat… en la arena o en la cama.
Eso lo sabia Mick muy bien.
Kat se estiro a su lado, como una gatita y entreabrio los ojos somnolienta. Por un momento se desconcerto, sin percatarse de que la sombra de Mick la cubria de manera tan posesiva como su mirada. Por un momento los ojos de Kat se encontraron con los de el y el deseo se reflejo en ellos. Por un instante ella le dijo lo que el anhelaba saber, que lo deseaba; que estaba interesada. Y, lo mas importante de todo: que lo necesitaba.
Kat se desperto por completo de repente y se incorporo con movimientos bruscos. Miro hacia la playa con expresion algo ansiosa.
– ?En donde estan Noel y Angie?
Pobrecita. No queria decirle que sus 'damas de compania' habian desertado.
– Hay una tienda en el parque municipal y es el sitio favorito de Angie. Siempre se encuentra a chicos de su edad alli con los que pasarla bien. Y Noel ha encontrado a algunos adolescentes jugando pelota en la playa. Le ha echado el ojo a un muchacho pecoso. Dudo de que las veamos hasta que se esten muriendo de hambre.
– ?Cuando ha ocurrido todo eso?
– Mientras dormias.
– No estaba dormida -le aseguro Kat-. No es posible. Nunca duermo de dia.
– Bien. Mientras no dormias, entonces -dijo Mick en tono apacible-. Te tape para que no te quemaras. Excepto la nariz -le toco la enrojecida nariz.
– Mick…
– ?Si? -Mick no podia esperar mas para sacudirle la arena de la nuca.
Mientras estaban todavia cerca, dejo que sus dedos se le hundieran en el pelo. La arena estaba mezclada con las sedosas hebras.
– Si no recuerdo mal, me habias dicho que a tus hijas ya no les entusiasmaba pasar un dia en la playa. Que no querian venir porque aqui no habia nada que hacer. Y la razon por la que he venido contigo este fin de semana es para ayudarte a entretenerlas.
– ?Yo te dije eso?
– Si.
– Ah, caray. Bueno, pues te menti -declaro Mick y le coloco con cuidado el tirante del traje de bano.
Ella no parecia percatarse de que estaba incorporada sobre un codo, de tal forma que su acompanante podia ver un pequeno y redondeado seno. Al ponerle el tirante pudo mirarla con discrecion.
– ?Mick? -habia tal paciencia en su expresion que el tuvo que sonreir.
– ?Si?
– Voy a hablar contigo sobre tu costumbre de mentir. Mira, parece que hay un pajaro revoloteando por aqui -dijo olvidandose de su proposito de reganarlo al ver el ave.
– ?No te has preguntado para que hemos comprado diez barras de pan para solo un fin de semana? Incorporate muy lentamente y con todo sigilo. El pajaro comera de tu mano si quieres, pero preparate.
– ?Para que?
En el momento en el que Mick se estiro hacia atras y le dio una hogaza de pan a Kat, otra gaviota se unio al banquete. Kat no habia terminado de desenvolver el pan cuando una docena de gaviotas se arremolino sobre su cabeza.
Kat comenzo a reirse y no pudo contenerse.
– ?Por Dios, ayudame!
– Lo estas haciendo muy bien -Mick observo como desmigajaba el pan a la velocidad del rayo.
Ella se dio la vuelta, parecia una ninfa rodeada de gaviotas hambrientas.
– ?La barra se acabara en cuestion de segundos… basta, ladrona!-una audaz gaviota fue directamente por el pan. Otra la aparto sin miramientos y una tercera se cernia en el aire, esperando atrapar al vuelo su racion-. Yo pensaba que las criaturas de esta isla eran salvajes.
– ?Te parecen muy civilizadas las gaviotas?
– Me parecen maravillosas -Kat se enternecio cuando un ave tomo de su mano un pedazo de pan.
– No te entusiasmes con esas voraces ingratas. Cuando se acabe el pan, ni siquiera se acordaran de tu nombre.
– Eres muy esceptico, Mick.
– Es la pura verdad.
– No me importa. ?No te parecen preciosas?
Quien le parecia preciosa a Mick era Kat. La siesta le habia sentado bien; el sabia que su vecina trabajaba demasiado. Tambien sabia que era lista. Lo suficiente para haber encontrado una buena excusa para no ir con el y sus hijas ese fin de semana si no hubiera querido, lo suficiente para evitar que la besara si no lo deseaba. Y bastante lista para saber que el no era un hombre a quien le gustara jugar, ni con los sentimientos de una mujer ni con los de el.
El pensaba que su relacion acabaria siendo intima. Ella tenia que darse cuenta. Era posible que Kat no supiera que cuando estaban juntos el se sentia vivo como nunca se habia sentido. Le bastaba con tocar a Kat para que surgiera en su interior lo que era posible, lo que nunca habia tenido, todo lo que podia y debia haber entre un hombre y una mujer.
Algun hombre le habia hecho dano. No hacia falta ser psicologo para darse cuenta. Era evidente cada vez que el intentaba besarla o acariciarla con pasion.
Kat tenia sus razones para estar inquieta, pero solo porque el intentaba proporcionarle mas satisfaccion de la que ella podia tolerar.
Pronto. Por el momento, se contentaba con observar como el sol, el viento y el mar ejercian una magia especial en Kat. La isla siempre habia sido para el una fuente de renovacion. Y su hechizo comenzaba a ejercer su influjo tambien en Kat. Movio la cabeza, mientras veia como correteaba por la playa tirandoles al aire migas de pan a las gaviotas y riendose como una nina. Y el que nunca la habia creido capaz de disfrutar de los placeres