Kat abrio la boca, pero no dijo nada. Mick se habia portado terriblemente. No habia palabras para expresarlo. No llevaban ni veinte minutos en la tienda cuando empezo a preguntar:
– ?Ya hemos terminado?
Y no era que no hubiera intentado ser comprensivo, pero el iba de compras como un cazador buscaba una presa. Noel queria una blusa de lentejuelas. Y eso era todo, Mick se dedico entonces a buscar por toda la tienda lo que tuviera lentejuelas, sin que le importara la talla.
– ?Que te parece esta? -habia preguntado.
Por error, entro en un probador. Por error, le permitieron entrar en la seccion de pendientes. Se quedo quieto con las manos en la cintura y el ceno arrugado.
– Bien… estamos buscando algo rosa, ?verdad?
Las chicas miraban a Kat como diciendole: 'haz algo'. Ella lo intento. Le dijo con firmeza que no entrara con ellas en la seccion de ropa interior, tambien que no hiciera ningun comentario ni mirara siquiera a Angie cuando salieran. Mick habia obedecido al pie de la letra a Kat. No miro ni una sola vez a su hija. De hecho, casi la aplasto al salir por mantener la mirada fija en el frente.
En ese momento Kat se sintio inclinada a poner la cabeza en los hombros de ese hombre torpe y conmovedor. Estaba decidido a ser un buen padre, contra viento y marea.
Kat estaba agotada. No estaba hecha para ser el arbitro entre un padre y sus hijas, y mucho menos para hacer el papel de madre solo porque era mujer.
Se dijo que Mick no era peligroso. Toda la tarde lo habia demostrado. ?Como podia ser peligroso un hombre que podia hacerla reir tanto y que tanto la exasperaba? Era simplemente de carne y hueso, humano. Era extrano como podia hacerla derretirse de esa manera.
Mick se incorporo y se apoyo en un codo. El olor a tierra y a brisa marina se adheria a su cuerpo; su ensortijado pelo parecia casi blanco a la luz de la luna. Cuando Kat noto que su mirada tenia una expresion seria, sintio algo extrano en el corazon.
– Esta bien. Dimelo claramente: ?he estropeado algo al acompanarlas?
Kat considero decirle la verdad, pero volvio a mirarlo a los ojos y cambio de idea.
– Lo has hecho bastante bien -opto por decirle.
– ?Lo bastante bien para ganarme una recompensa?
– ?Que clase de recompensa? -pregunto ella con suspicacia.
– Las chicas me contaron que tienes un caballito de tiovivo en tu salon. Supongo que me estaban tomando el pelo, pero admito que siento curiosidad.
Mick sabia que ella desearia no haber estado en la cocina de el esa primera noche, que no queria verlo en su oficina, y ciertamente no habia querido que fuera con ellas de compras esa tarde. Tampoco tenia que arreglarselas para entrar en su salon, aunque no era propio de el recurrir a subterfugios.
Sin embargo, con Kat no habia manera de ser directo.
– ?Quieres tomar rapidamente una limonada o te helado? -lo invito Kat con renuencia.
– Si, lo que sea -a Mick no se le escapo el 'rapidamente'. Si Kat lograba su objetivo el no estaria mucho tiempo en su casa.
Mientras Kat estaba en la cocina, Mick merodeo por el salon para satisfacer su curiosidad.
Penso que era muy del estilo de Kat. Habia escogido el azul oscuro con toques de color melocoton. Las paredes, el sofa, el sillon y la alfombra eran todos azul marino. Incluso la lampara del rincon tenia un pie de cristal azul oscuro, pero habia algunos objetos de color melocoton: flores de seda, cojines, un grabado encima de la repisa. Todo el mobiliario era antiguo, caro, y atrevido, desafiantemente femenino; a excepcion del caballito.
El unicornio de madera era extravagante. Su crin era dorada, su silla escarlata y esmeralda. Ademas era de tamano natural. Solo una mujer romantica podia tener algo asi en su salon. Mick pensaba que el unicornio lo ayudaba a entender a Kat. Era como encontrar una pieza roja en un rompecabezas completamente azul.
De pronto se pregunto por que una mujer calida, amable, atractiva y romantica dormia sola.
– El caballito no pega en la sala, ?verdad?
Mick se dio la vuelta y vio a Kat con una bandeja, en la que llevaba dos vasos de limonada helada y un pequeno plato con galletas. Cuando la dejo en una mesita inclinandose, sus pantalones cortos se subieron un poco y dejaron al descubierto una generosa porcion de su muslo. De repente se le seco la garganta a Mick.
– No tenias por que tomarte tantas molestias.
– No es molestia, en absoluto -aseguro Kat y luego senalo el unicornio-. Lo encontre cuando iban a deshacerse de el en una feria y me enamore de el.
Kat le ofrecio a su visitante una galleta.
– Esta muy rica -comento el despues de probarla.
– Espera a que pruebes las otras.
– ?Tienes familia aqui?
Kat nego con la cabeza.
– Mis padres y mi abuela viven en Louisiana. En Shreveport. Y tengo un hermano mayor que emigro a Atlanta hace unos diez anos. Aparece de vez en cuando, por lo general con su ropa sucia para que se la lave y sin previo aviso. Siempre le digo que lo voy a estrangular.
Era posible, pero Mick noto que habia calidez y amor en la voz de su anfitriona al hablar de su hermano.
– Parece que se llevan bien -comento el.
– Si, por suerte. Tengo una familia maravillosa. Toma otra galleta -dijo Kat.
– Entonces tienes una familia con la que te llevas muy bien, pero a nadie en Charleston. Sin embargo hace cinco anos agarraste tus bartulos y te mudaste aqui, ?no?
– Tus hijas deben de estar preguntandose donde estas -dijo Kat con firmeza.
– Saben donde estoy. Ellas me dijeron que viniera, para que viera tu caballito y de paso me dieras una conferencia sobre como los padres no deben poner en ridiculo a sus hijas cuando estas van de compras -sonrio cuando Kat lo miro con azoro-. ?Como se llama el tipo de Shreveport? -inquirio Mick.
– ?Cielos! ?Acaso me he perdido una parte de esta conversacion?
– No te has perdido de nada, pero te lo dire en caso de que asi sea. Me ire pronto, pero no ahora mismo. De modo que puedes quitarte los zapatos y ponerte comoda.
– Estaba esperando a que me dieras permiso.
– Caramba, que descarada. ?Como puedes tomartelo tan a la ligera?
– ?El que?
Mick movio la cabeza de un lado a otro.
– Estabas tan enfadada conmigo en la seccion de pendientes que apenas podias hablar, luego mi mano te rozo el hombro y dejaste de estar irritada. No podias dejar de reirte cuando yo sostenia las cajas de medias, hasta que trataste de sacarme de la tienda casi a rastras. En el momento en que me tomaste del brazo, te sonrojaste y te pusiste tensa.
– ?Estaba pensando en tus hijas!
– Tambien yo. Me pase toda la tarde tratando de hacer lo mas indicado. Lo que pasa es que cada vez que estoy cerca de ti me siento como si me hubiera tomado un whisky doble con el estomago vacio. Y tu… -le tomo un mechon de pelo y se lo acomodo detras de la oreja-… devuelves los besos con entusiasmo y eso es peligroso. Todos estos anos viviendo juntos, Kat, y estoy seguro de que ninguno de los dos sabia que existia esta atraccion. ?Te preocupa?
– Yo… -Kat oyo su propia voz, que era mas un susurro que un sonido.
Los dedos de Mick solo habian tocado su pelo un segundo; sin embargo la calidez de su tacto persistia mientras sus ojos no dejaban de mirarla con intensidad y ternura. Seria mas inteligente negar que existia esa atraccion, sugerir de manera diplomatica que el estaba interpretando mal su reaccion cuando la besaba. Pero el caso era que Kat no sabia mentir. Al menos no a Mick.
– Si, me preocupa -admitio finalmente.
– A mi tambien me preocupa. De hecho, creo que estoy mas asustado que tu. Me asusta iniciar algo -Kat tenia una migaja de galleta en la comisura del labio inferior. Mick se la quito con el pulgar y observo como su vecina se estremecia-. Puesto que los dos sentimos lo mismo, no hay razon para que no seamos sinceros. Ha pasado demasiado tiempo para mi y no tengo prisa por comprometerme en algo de lo que no este seguro. ?Piensas lo mismo, mas o menos?