Tan dificil de alcanzar como el marques de Darley, cuando aquel enjambre de senoritas se habia abalanzado sobre el, recordo Elspeth con una sonrisa en los labios. No es que el companero del marques no fuera tambien un hombre apuesto y, tal vez, asimismo una presa. Pero aunque estuviera de acuerdo con ese detalle, sabia que a quien perseguian aquellas damas era a Darley.

En cuanto a belleza y gracia masculina, el marques de Darley se llevaba la palma. Alto, de espaldas anchas, delgado y fuerte. Bajo su mano, la musculatura de su brazo le habia parecido acero. Por si su cuerpo viril no fuera suficiente, su cara atractiva y su mirada, oscura y seductora, eran legendarias. Basto una mirada para que ella entendiera los rumores que circulaban sobre el. Con su mirada picara repartia placer aqui y alla.

Se le escapo un ligero suspiro. Bajo otras circunstancias aquella noche podria haber contestado a sus insinuaciones y haber satisfecho sus sentidos. Deberia permitirse experimentar con un hombre como Darley, como si experimentara con la afinacion perfecta y la dulzura del acto consumado. Habia esperado durante demasiado tiempo. De hecho, con veintiseis anos, muchas dirian que habia desperdiciado su momento de maduracion optima, segun el encanto que estaba de moda. Aquella noche, cuando el libertino Darley la cazo con la mirada, ella podria haber consentido.

Nunca habia experimentado el calor repentino del deseo, nunca habia sentido una sacudida tremula de placer como le habia pasado a su lado. Se pregunto como seria… sentir su tacto, sus besos.

– ?Maldita sea! ?Te has quedado dormida!

Apartada de sus meditaciones, reprimio un estremecimiento, los dedos como garras de su marido la agarraban por la muneca.

– Estoy despierta -contesto Elspeth, con cuidado de no moverse. A el no le gustaba que ella se sobresaltara ante su roce.

– ?Ve a buscar mi abrigo! ?Nos vamos!

Espero a que el soltara su muneca y se fue sin replicar. Lo mejor era no reaccionar a su groseria. Dijera lo que dijera, solo contribuiria a exacerbar el rencor de su marido.

Pero aquella noche, antes de irse a dormir, escribio en su diario su habitual anotacion criptica. Un pequeno seis y un cuatro mas diminuto si cabe. Seis meses, cuatro dias.

Encontraba alivio en su recuento nocturno.

Encontraba consuelo sabiendo que un dia todo acabaria.

* * *

Capitulo 3

Amanda se dio la vuelta y trazo con su lengua, despacio, un sendero humedo ascendente a lo largo del cuello del marques.

– ?Estas despierto?

El abrio un ojo con esfuerzo.

– Ahora si.

– ?Otro mas antes de que me vaya? -le susurro, besandole suavemente.

Mientras se sacudia el sueno, penso en todas las opciones.

– ?Que hora es?

– Las ocho. La tia Lou no se despierta hasta las diez. Hay tiempo -Amanda estaba pasando la semana en la mansion que su familia tenia en las inmediaciones del hipodromo, acompanada unicamente por una tia anciana-. Despues de desayunar con la tia, me visto y vamos a caballo hasta la residencia de los Grafton. A menos que hayas cambiado de idea -anadio con coqueteria. Sabia muy bien por que el queria ir alli y tenia la intencion de sacar provecho por acceder a acompanarlo.

– No, no he cambiado de idea -le contesto, estrechandola contra su cuerpo-. Y si -sonrio-, hay tiempo mas que suficiente.

– Me encanta que tu miembro este siempre preparado para entrar en accion. ?Como lo haces?

– Ahora tengo que orinar -sonrio burlonamente.

– ?A que esperas, entonces? Por favor, date prisa.

– Si, senora -la remedo en broma-. ?Alguna orden mas, senora?

– Solo que te asegures de que tenga un orgasmo enseguida.

La miro por encima del hombro mientras se levantaba de la cama.

– Dudo que eso sea un problema tratandose de usted.

– Date prisa.

– Tienes suerte de que te conozca tan bien -apunto el, desapareciendo detras del biombo de la esquina, que ocultaba el orinal-. Si no, adoptaria otra actitud ante sus ordenes.

– Como si acataras ordenes -resoplo Amanda-. Se muy bien por que estas siendo tan complaciente, querido, y su nombre es Lady Grafton. Asi que no nos andemos con remilgos. Solo estamos intercambiando favores.

No iba a discutir aquella valoracion tan contundente, no tenia ganas de disimular. Los hechos eran los hechos, igual que un revolcon con Amanda era un revolcon. Por suerte, el estaba libre en ese momento. Si alguien hubiera llamado la atencion de Amanda en Newmarket, el hubiera tenido menos posibilidades en su persecucion de la esposa de Grafton.

Despues de dejar fluir todo el brandy que habia bebido la pasada noche, salio del biombo, se lavo con el agua caliente que habian llevado esa manana temprano mientras ellos todavia dormian, y regreso a la cama.

– Eres demasiado guapo, querido -murmuro Amanda, observandole mientras se acercaba-. Hay veces que me violenta que lo tengas todo… belleza, dinero, un cuerpo viril incomparable. ?Alguna vez le has agradecido a los druidas o las divinidades miticas todas las gracias que te han otorgado?

– ?Desde cuando te has vuelto tan filosofica? -pregunto con la ceja ligeramente arqueada.

– Desde que me he vuelto casi una indigente -le respondio ella mostrando una mueca.

– Ah.

– No digas «ah» de esa manera. Soy sincera con los piropos que te dedico.

– Por supuesto que lo eres, mi amor. ?Cuanto dinero necesitas?

– Un ayudita bastara -contesto Amanda, haciendo un guino.

– Le dire a Malcolm que te extienda una letra de cambio.

– Eres un encanto.

– No, no lo soy -se rio Julius-. Pero tengo mas dinero del que necesito. Y ahora dime, querida, ?tienes prisa por llegar al climax o solo de que nos pongamos manos a la obra?

Despues de que Amanda se marchara, Darley se quedo medio dormido en la cama. Se sentia cansado, ya que habia pasado casi toda la noche anterior en vela y el sexo matutino con Amanda habia sido tan salvajemente intempestivo como de costumbre. No estaba seguro de si Amanda conocia la diferencia entre montar a un hombre y montar a caballo. Mientras se permitia unos minutos mas de reposo antes de comenzar el dia, penso de nuevo en Lady Grafton con una expectacion agradable.

La persecucion de aquella mujer no es que fuera para el algo irreprimible. Era demasiado mundano para considerar irresistible a una mujer. Pero si la joven esposa de Grafton, bella y virgen, buscaba un pasatiempo en Newmarket, estaba mas que dispuesto a complacerla.

Se estiro perezosamente, se atuso el pelo, poniendoselo detras de las orejas con un movimiento preciso de sus bronceados dedos. Luego, resoplando como un hombre que sabe que a su ayuda de camara no le gusta que le metan prisas, aparto las sabanas a un lado. Se sento en el borde de la cama y trato de sacudirse el letargo. Amanda podia extenuar a un hombre. No es que tuviera alguna queja al respecto. Ella le habia pagado con un placer inmenso. Pero necesitaba un cafe urgentemente. Y un bano: el olor a sexo le delataba.

Se puso en pie y llamo a su ayudante de camara.

* * *
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