– ?A que te refieres?

– He estado ciego contigo.

Tammy lo miro, atonita. Deberia pensar, pero el mecanismo no funcionaba. Su cerebro solo servia en aquel momento para observar al hombre que subia por las ramas.

Debajo de ellos, Henry observaba atentamente toda la operacion.

– Deberias estar en Broitenburg.

– Si, lo se. Voy a adoptar a Henry -dijo Marc-. Si tu estas de acuerdo, claro. He traido los papeles. Si es mi hijo oficialmente, heredara la corona…

– No creo que herede nada si te caes del arbol -lo interrumpio Tammy-. Necesitas un arnes.

– No necesito nada -sonrio el, sentandose a horcajadas sobre una gruesa rama-. Bueno, no ha sido tan dificil.

– Pero…

– Tammy…

La miraba con una expresion desconocida, llena de ternura. Y ella no podia ni respirar. Pero en la vida hay cosas mucho mas interesantes que respirar.

– ?Me has echado de menos?

Era preciosa. La imaginaba dia y noche, pero al tenerla tan cerca… era tan bonita que su corazon se desboco.

Su Tammy.

– Yo… ?has venido para que firme los papeles de adopcion?

– No.

– ?Entonces?

– He venido porque no me habia dado cuenta.

– ?De que?

– De todo lo que me has dado.

– No te entiendo.

– Yo tampoco lo he entendido hasta hace poco -suspiro Marc, soltando una mano para apretar la de Tammy-. Quiero a Henry.

– Ya lo sabia -dijo ella

– Pero yo no me habia dado cuenta. Tu quisiste a Henry casi desde el primer dia porque sabias querer a alguien.

– Si, pero…

– Pero lo dejaste escapar. Lo dejaste en Broitenburg para que yo aprendiese a amarlo, para que me librase de mi coraza. Me has dado un regalo precioso, Tammy. Me has dado el amor.

– Yo…

– Es un regalo que no tiene precio -sonrio Marc-. ?Sabes que Henry ha dado sus primeros pasos?

– ?En serio?

– Desde luego que si. Lo hizo delante de los fotografos, en los jardines de palacio. Deberias haber estado alli, Tammy.

– Marc, no puedo…

– Yo he aceptado la responsabilidad de gobernar mi pais, he aceptado la responsabilidad de adoptar un nino. Cuando Jean Paul murio, pense que era mi final. Pense que el titulo de principe era una trampa… pero es una responsabilidad importante. Puedo cuidar de mi gente, puede contribuir a que mi pais prospere cada dia mas. Y puedo cuidar de ti.

– Marc…

– Cuando te conoci estaba desesperado por quitarme de encima esa responsabilidad -siguio Marc que, aparentemente, tenia mucho que decir-. Habria dejado a Henry con nineras, habria hecho todo lo posible para que tuviese buenos cuidados, sin ocuparme personalmente de el. Pero ahora, gracias a ti…

– Yo no he hecho nada.

– Claro que si -sonrio Marc-. Me miraste como me estas mirando ahora. Confiaste en mi al dejarme a Henry. Me diste tu amor…

– No puedo…

– ?No puedes amarme? Tammy, debes hacerlo. Porque yo te quiero tanto… Dime que no he destrozado tu amor, dime que no me has olvidado.

– Yo…

– Quiero que seas mi mujer, carino. Quiero que vuelvas conmigo a Broitenburg. Conmigo y con Henry. Y yo volvere dispuesto a aceptar la corona, dispuesto a aceptar las responsabilidades de un jefe de estado. Dispuesto a compartir las penas y las alegrias de una familia. Pero sobre todo quiero que vuelvas conmigo porque no puedo imaginar mi vida sin ti.

– Marc…

– ?Quieres casarte conmigo, Tammy? ?Quieres aceptar la responsabilidad de ser la princesa consorte, la madre de Henry, mi mujer?

?Que podia contestar una chica?

Tammy Dexter, arboricultora, con sus vaqueros viejos, sus botas, el pelo revuelto… Tammy Dexter miro al hombre que amaba y sus ojos se llenaron de lagrimas.

?Principe de Broitenburg?

No, Marc. Era su Marc.

– Claro que me casare contigo, amor mio. ?Como puedes dudarlo?

– ?De verdad?

– De verdad.

Marc metio la mano en el bolsillo del pantalon y saco una cajita. Pero con los nervios se abrio la tapa… Antes de que cayera al suelo, Tammy vio un reflejo de mil colores.

Henry lo vio tambien. Vio aquella cosa brillante sobre la hierba y la tomo torpemente con sus manitas para inspeccionarla.

– Sera mejor que bajemos -rio Tammy-. Si mi sobrino tiene en las manos lo que creo…

– Tiene nuestro futuro en las manos, carino -sonrio Marc.

– Entonces, sera mejor que bajemos lo antes posible. Antes de que el heredero del trono de Broitenburg decida comerselo.

– ?Carta de Tammy!

Doug y el equipo estaban tomando un cafe en medio del bosque y todos parecieron entusiasmados. -Leela en voz alta -dijo uno de ellos.

Queridos Doug, Lucy, Danny y Mia: Muchisimas gracias por vuestra carta. Este sitio es tan maravilloso que apenas puedo echar de menos Australia, pero os echo de menos a vosotros.

No paramos. Marc ha aceptado la corona, con todas las responsabilidades que eso conlleva, y hemos adoptado oficialmente a nuestro querido Henry, de modo que algun dia heredara el trono. Y, por cierto, el nino esta mas feliz que una perdiz.-Como todos.

La razon por la que os escribo es que necesito ayuda. Otto, el jardinero jefe de palacio y yo estamos intentando tratar los arboles enfermos, pero el bosque fue plantado hace mas de trescientos anos. Marc y yo nos preguntabamos si podriais venir a Broitenburg durante unos meses para echarnos una mano.

Hay cosas que puedo hacer yo sola, pero Marc se esta poniendo un poquito pesado con eso de que no puedo subirme a los arboles. Y supongo que tiene razon. En mi estado no es muy recomendable.

Marc no puede dejar de sonreir. Esta todo el dia sonriendo… casi tanto como yo.

Bueno. Ya esta bien de ninos y definales felices. Nos gustaria que vinierais a echar una mano. ?Puedo enviaros los billetes de avion?

Doug tomo la revista que Lucy tenia en las manos.

– Seguro que en Broitenburg no tienen pasteles de carne -murmuro, mirando la fotografia del palacio real-. Seguramente nos daran caviar y trufas para comer.

– Yo siempre he querido comer trufas -sonrio Lucy-. Y a mi me parece un palacio de ensueno.

– ?si?

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