habia el riesgo de encontrarse el asiento ocupado por un rollizo perro marron y blanco.

Sin embargo, seguian intentandolo. Era una pareja de baile fantastica, y si tenian la suerte de que su telefono no sonase y que el perro no estuviese con el, cabia la posibilidad de que las llevase a casa en el fantastico Aston Martin y quizas un beso…

Pero nada mas.

– Si, tiene razon. El consejo del condado apoya al hospital -dijo abstraido-, asi que tengo que ir al baile. Digale a Liz que esta bien, que me encontrare con ella alli.

– ?No le gustaria llamarla y decirselo usted en persona?

– ?Por que? -pregunto, frunciendo las cejas mientras miraba la lista de visitas que tenia que hacer.

– Porque un dia de estos no querra que su secretaria le organice la vida amorosa -le respondio.

– ?Y por que iba a cambiar ahora? -sonrio y se metio la lista en el bolsillo-. Se le da muy bien. Mi vida amorosa es totalmente satisfactoria gracias a usted, Maureen.

Se inclino y le dio un beso en la cabeza y se fue a su Aston Martin que, aparte de Strop, era el amor de su vida, el unico amor de su vida. Tenia que hacer las visitas.

No llego al hospital hasta las diez de la noche y comenzaba a sentir el cansancio. Lo cierto era que estaba molido.

Strop ya estaba dormido y sin ningun interes de preguntarle como le habia ido.

– Quien tuviera la mitad de tu suerte -le dijo al perro, que ni se inmuto.

Hizo la ronda de las habitaciones, controlo el progreso de sus enfermos y cambio algunos tratamientos con el personal nocturno. Dejo a Henry para el final, ya que no estaba preocupado por el en absoluto. Cada vez que habia llamado por telefono le habian asegurado que estaba bien.

Abrio la puerta de la habitacion suavemente y tuvo que tragarse la desilusion. Louise, una enfermera joven, estaba con el anciano, pero Tess no se hallaba alli.

– Parece que todo va bien, doctor -le dijo Louise, alcanzandole la grafica de observacion-. El senor Westcott esta despierto.

– Conque si, ?eh, Henry? -dijo Mike sonriente y se dirigio a la cama. El viejo rostro de Henry se veia consumido y flaco contra la blancura de la sabana, pero en la debil luz de la lampara sus ojos hundidos lo miraban con aguda inteligencia.

– Mike…

Mike le agarro la mano.

– Bienvenido a la tierra de los vivos, senor -le dijo en voz baja.

– Fue gracias a ti.

La voz de Henry era sorprendentemente fuerte, considerando las circunstancias. Mike se sintio inundado de alivio. Cielos, despues de lo que habia pasado, el anciano era un hueso duro de roer.

– Su rescate se debe a su nieta -le dijo-. Tessa es una senorita decidida.

– Si que lo es. Mi Tess… -dijo Henry y cerro los ojos durante un largo rato. Mike penso que se habia dormido, pero la mano que apretaba la suya se mantenia firme.

– Tess dice que tiene intencion de quedarse -dijo Henry.

– ?Ah, si?

– Dice que ha renunciado a su puesto en los Estados Unidos -susurro Henry preocupado-. ?No le darias trabajo?

Silencio.

– Es un poco precipitado -dijo Mike finalmente-. Habra tiempo, senor, para tomar decisiones con respecto al futuro cuando este recuperandose.

– Pero quiero saberlo ahora -se angustio Henry y Mike sintio como se le aceleraba el pulso-. He estado pensando. Tendria que haberme muerto en esa maldita cueva. Ya no me queda nada y el cuerpo me esta fallando. Pero si Tess volviese…

– Tess tiene su vida en los Estados Unidos.

– Ella dice que se quiere quedar -le dijo Henry y la enfermera le lanzo una mirada asustada a Mike. El anciano se estaba agitando, y eso era lo que peor le sentaba en ese momento.

Mike lo sabia, pero hacer una promesa de ese calibre para calmarlo…

– Tienes que ver su curriculum -la voz del anciano se hacia mas debil. Se hacia mas dificil comprender lo que decia-. No te lo pediria si no sirviese para nada, pero… es una buena chica, mi Tess. Si lo sabre yo. ?Miraras su curriculum?

– Lo mirare -dijo, haciendo un esfuerzo.

– Y si es bueno, ?le daras trabajo?

– No puedo prometerle nada -le dijo Mike-. No estoy seguro de que necesitemos otro doctor.

– ?Que no necesitamos…? -interrumpio Louise, sin poder quedarse callada un minuto mas- Por supuesto que necesitamos otro medico. Si la doctora Westcott quisiese trabajar aqui…

– Dime que lo intentaras -rogo Henry-. Mike, ?que dices?

– De acuerdo, entonces -dijo el finalmente-. Si eso es lo que Tess quiere, lo intentaremos.

* * *

Mike estaba muerto de hambre.

Salio de la habitacion de Henry con la cabeza hecha un lio, pero el hambre gano la batalla. Ya eran las once de la noche y no habia comido mas que un par de galletas desde el desayuno. Necesitaba dormir desesperadamente, pero antes tenia que comer.

Se metio en la oscura y desierta cocina y en diez minutos se habia hecho unos huevos, panceta y pan frito. A la porra con el colesterol. De no ser por los huevos con panceta, ya se habria muerto de hambre.

Se sento a la mesa y habia comido dos bocados cuando aparecio Tess.

Era una Tess distinta.

Esa vez llevaba una bata roja, y el pelo era una masa de rizos que le caia en cascada sobre los hombros. Llevaba los pies descalzos y las unas pintadas de azul con una estrellita dorada en cada una.

Ella le siguio la mirada de asombro y esbozo una sonrisa. Se derrumbo en una silla a su lado, puso el dedo gordo del pie sobre la mesa para que el lo inspeccionara, y lo movio delante de sus ojos.

– ?Te gustan mis unas? -pregunto, subiendo los dos pies a la mesa y moviendo los dedos- A mi, si. Me levantan el animo. Me llevo siglos hacerlo. ?Quieres que te pinte las tuyas? Asi podras ver cuanto tiempo lleva.

El metio los pies protegidos por las botas debajo de la mesa y logro sonreir. ?Diablos! Aquella chica le quitaba el aliento.

– No. Muchas gracias, pero no.

– Que educado. Cobarde pero educado. ?Donde esta tu perro?

– Dormido.

– Eso es lo que tendrias que estar haciendo tu -dijo ella con sensatez-. El abuelo dice que me ofreces un trabajo.

El se quedo sin aliento.

– Sigue comiendo, tranquilo. No te quiero interrumpir. Acabo de despertarme, asi que fui a ver al abuelo. Esta casi dormido, pero me dijo que me ofrecias un trabajo. Louise dice que es verdad y que estabas aqui y que te tomase la palabra antes de que pudieses cambiar de opinion.

– Muy ingeniosa, Louise -dijo, furioso, mientras se metia un bocado.

– Una chica encantadora. ?Sabes que su madre tiene un ataque de asma cada vez que un chico se acerca a su hija?

– ?Como demonios sabes eso?

– Ella me lo ha dicho.

– ?Por que?

– Porque yo le he preguntado. Veo que me necesitan por aqui, doctor Llewellyn, aunque solo sea para hacer

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