– Pero es simpatico.
– Es muy simpatico. Pero ese hombre es millonario, Sam. Los hombres como el no se fijan en gente como nosotros.
– ?Por que no?
– Se casara con alguien de su propia clase social.
– Eso es una tonteria -estaba quedandose dormido, pero hacia un gran esfuerzo por hablar-. ?Y que es una clase social?
– Es como lo de Cenicienta y el principe -le dijo Molly, alborotandole el cabello y quitandole las gafas-. Tenia que ser muy incomodo ser la Cenicienta.
– ?Por que?
– Porque ella tendria que haberle estado agradecida durante el resto de su vida y no le habria gustado.
– A lo mejor, la Cenicienta podria haber encontrado un trabajo, como muchas mujeres casadas Como tu -se rio-. La Cenicienta podia haber vendido palacios para ganarse la vida.
– Si, claro. Y ademas venderia zapatos de cristal. Te estas dejando dominar por tus intereses comerciales, chico -le dio un beso-. Ahora, a dormir, jovencito.
– ?Pero… que pasa contigo y el senor Baird?
– Sabes, hay tantas posibilidades de que bese a tu rana Lionel y se convierta en un atractivo principe, como de que bese a Jackson Baird y el me proponga matrimonio.
A Sam le gusto la respuesta. Se rio y se volvio hacia la caja donde guardaba la rana.
– A Lionel puede que le gustara que lo besaras.
– Despues de que el senor Gray se preocupara de buscar a una senora Lionel para el -Molly se puso en pie y sonrio-. La senora Lionel puede que tenga algo que decir sobre que yo le de un beso.
– Eres muy divertida.
– No -Molly dejo de sonreir tapo a Sam-. Solo soy sensata. Alguien tiene que serlo.
– ?Senora Copeland?
Despues de pasar parte de la noche sin dormir, Molly se desperto temprano para llamar a la senora Copeland. Hannah contesto al primer timbrazo.
– Si, querida. Estaba esperando que me llamara.
– Molly habia hablado con ella el viernes por la noche, asi que la anciana sabia que la llamaria otra vez-. Entonces, ?a el le gusta mi granja?
– Quiere comprarla.
– Oh, me alegro. Eso esta muy bien, querida. ?Tres millones le parece mucho?
– Es un precio muy razonable. Para ser honesta, podria pedir mas. Si quisiera parcelar la tierra…
– No, querida. No quiero parcelarla.
– Es solo que el lugar vale mucho mas. ?Esta segura de que quiere vender?
– Al comprador adecuado… si, estoy segura.
– ?Y cree que Jackson Baird es el comprador adecuado?
Se hizo un silencio en el otro lado de la linea, como si la senora estuviera valorando si debia decirselo. Al final, decidio ser sincera.
– Mi madre era amiga de la abuela de Jackson Baird -le dijo-. Ella estaba muy preocupada por Jackson. ?Le han ido bien las cosas, querida?
– Yo… si. Supongo que se puede decir que le han ido muy bien.
– ?No esta casado?
– Um… no.
– No esperaba que lo estuviera despues de los padres que tuvo -hizo una pausa-. Pero mi madre y su abuela se preocupaban mucho por el, y yo se que aprobarian que yo haga esto.
– Senora Copeland, no creo que el senor Baird necesite ningun favor -dijo Molly-. Es un hombre extremadamente rico. Usted me dijo el viernes que si el estaba interesado me contaria cuales son sus condiciones.
– Si.
– ?Los Gray son una de ellas?
– ?Lo ha adivinado? -se percibia placer en su voz-. Por supuesto. No me gustaria que Gregor y Doreen tuvieran que mudarse.
– Estoy segura de que Jackson lo aceptara.
– Y yo confio en usted. Tiene una voz preciosa. ?La senora Gray dice que tiene un nino pequeno?
– ?Doreen la ha llamado?
– Ayer.
– ?No le importa que haya traido a Sam?
– Por supuesto que no me importa, querida. Ese lugar necesita ninos. Espero que a pesar del ejemplo que le dieron sus padres, el senor Baird encuentre una esposa. ?Usted cree que es el tipo de hombre que quiere casarse?
Molly no sabia que contestar.
– No se lo he preguntado -dijo con sinceridad-. No me diga que quiere poner eso como condicion para venderle la granja.
– No. No soy una casamentera. Pero si me gustaria que mi granja pasase a manos de alguien que la quiera como yo la quise -hizo otra pausa-. Me gustaria conocer a Jackson. En persona.
– Estoy segura de que podemos hacer algo al respecto.
– Y tambien quiero conocerla a usted. ?Lo traera a comer conmigo el lunes?
– Creo que a mi jefe…
– No. Usted.
Molly se lo penso bien. De acuerdo. Era lo que tenia que pagar para conseguir una venta.
– Hablare con Jackson ahora. ?Puedo llevar el contrato a la comida?
– Traiga lo que usted quiera -sonrio la mujer-. Pero no haga ningun otro plan para la tarde. Me gustan las sobremesas largas.
– Molly se dio una ducha y se reunio con Jackson para desayunar.
– Buenos dias. ?Que tal has dormido? -le pregunto con formalidad.
– Bien, gracias. ?Y tu?
– Estupendamente -mintio ella.
– ?Donde esta Sam?
– Desayuno al amanecer con el senor Gray. Al parecer tenian tareas por hacer. El croar de las ranas antes de que salga el sol es maravilloso. Gregor le ha contado que hay diez especies diferentes para escuchar.
– Fantastico.
– Es fantastico -estaba cotorreando como una tonta-. He llamado a la senora Copeland.
– Cielos, has estado muy ocupada.
– Estar ocupada es parte de mi trabajo.
– Por supuesto.
– ?No quieres oir lo que ha dicho? -se sirvio un poco de zumo de naranja, con tanta prisa que tiro la mitad. Estaba actuando como una adolescente.
– Claro que quiero oir lo que te ha dicho -se sento en una silla y espero a que ella se recuperara.
– Dice que te vendera la granja siempre que Doreen y Gregor se queden aqui. Y si el lunes, cuando quedes a comer con ella, le pareces un hombre simpatico.
– ?Un hombre simpatico? -arqueo las cejas.
– No fue muy explicita -se encogio de hombros-. Parece ser que el dinero no es lo que mas le importa. Tengo la sensacion de que si no le caes bien, o incluso, de que si yo no le caigo bien, no vendera. Asi que nos toca a nosotros averiguar lo que considera simpatico -ella ya lo habia hecho.
– Sabes que pide menos de lo que vale.
– Asi no es como se comporta un comprador ansioso -se concentro en el zumo de naranja. No queria que ese hombre fuera amable. Queria que fuera el ejecutivo implacable que se suponia que era.
