– ?Yo soy el canalla? -Jackson arqueo las cejas-. ?Como voy a ser un canalla? Voy a comprarte una granja, he salvado tu trabajo y te he traido una casa para las ranas.
Molly respiro hondo y busco las palabras adecuadas. Al final dijo:
– Me has besado.
Ya estaba. Lo habia dicho.
– Te he besado -Jackson dejo de sonreir y la miro de arriba abajo.
– Si.
– ?Besarte me convierte en un canalla?
– Cuando estas comprometido con otra mujer, si.
«Maldita sea, ha visto el periodico», penso Jackson.
?Debia negarselo? Su intuicion le decia que debia hacerlo, pero entonces… ?no habia acordado con Cara que nunca se expondrian al peligro del amor? Quiza fuera mas seguro permitir que Molly pensara que estaba comprometido con otra mujer.
– ?Te refieres a Cara?
– ?A quien mas podria referirme? ?Cuantas mujeres hay en tu vida?
– ?Crees que he sido infiel?
«Ya esta», penso Molly. Los valores morales de aquel hombre no se parecian en nada a los de ella.
– Apenas hemos tenido relacion -dijo el.
– No.
– Entonces, ?cual es el problema?
– Ninguno.
– ?Y por que estas enfadada?
– Digamos que me da pena Cara -otra vez un largo silencio.
– ?Piensas venir a comer asi? -dijo Jackson senalando el albornoz.
Molly lo miro con desafio.
– ?No!
– Entonces, sugiero que vayas a vestirte mientras yo termino la casita.
– No quiero…
– ?Ir a comer conmigo? Lo entiendo -dijo en tono educado y distante-. Pero no tenemos eleccion. Asi que sugiero que te bajes del caballo, adoptes la pose de mujer de negocios y vengas a comer. Ahora.
Y sin decir nada mas, se centro de nuevo en el montaje de la casita.
Molly lo dejo solo. Se dirigio a su habitacion y cerro dando un portazo. Jackson coloco las patas de la casita y comenzo a apretar los tornillos. Era un trabajo dificil necesitaba concentracion.
Y concentracion era justo lo que no tenia.
?Habia comenzado una relacion al besar a Molly? ?Que habia pasado?
Molly era una mujer bella y deseable. Habian compartido un dia maravilloso y, en aquel momento, besarla le habia parecido lo adecuado. Tan sencillo como eso.
Solo que no era asi.
«Nadie me habia hecho sentir asi», penso el. ?Como?
Como si ella necesitara que la defendieran y el quisiera defenderla. Como si el quisiera presenciar como saltaban las ranas dentro de la casita, siempre y cuando, Molly estuviera a su lado.
Como si quisiera besarla de nuevo…
Ese era el problema.
Pero desde lo de Diane, las relaciones afectivas no formaban parte de su vida. Excepto su relacion con Cara. La relacion que mantenia con su hermanastra era diferente. Ella comprendia por que Jackson habia prometido no volver a enamorarse… pero Cara estaba en Suiza, viviendo su propia vida.
Pero si alguien tocaba a Molly…
La idea lo sobresalto. Si alguien le hacia dano a Molly… No. No solo tenia que hacerle dano.
No era el sentimiento de proteccion lo que lo corroia por dentro. Era la idea de que otro hombre… la mirara con deseo. Porque ella era…
No conseguia encajar la pata de la casita y blasfemo.
«Monta la maldita casa, ve a comer con ella, y sal de aqui», se ordeno. «Tienes que aclararte, y estar junto a esta mujer…»
Estaba muy confuso. Lo unico que sabia era que no podia mentir. Ni siquiera a si mismo.
?Y Molly?
Estaba poniendose el traje mas serio que tenia. Negro, negro y mas negro. Sin maquillaje. Ni una pizca.
?Que estaba haciendo? Se vistio y despues se miro en el espejo durante largo rato.
– Cualquiera diria que tienes miedo de Jackson Baird -dijo mirandose al espejo-. Y tendria razon.
Faltaba muy poco para terminar la casita, pero no les quedaba tiempo.
– Creo que necesito otro tipo de destornillador -confeso Jackson-. Parece que estas instrucciones estan escritas en swahili -al ver que Molly vestia de chaqueta negra, pantalones negros y zapatos negros, fruncio el ceno-. Ademas, esperaba que hubiera alguien para ayudarme a ponerla en su sitio, y tu tienes pinta de que solo puedes levantar un ataud -la miro de arriba abajo con desaprobacion-. He visto enterradores que parecen mas animados que tu.
– Me he puesto el traje de hacer negocios.
– Y el hecho de que necesite ayuda para colocar esto sobre las patas…
– Todavia no has terminado de atornillar las patas -senalo ella-. Ademas, tengo que pensar donde vamos a ponerla. No puede quedarse delante del televisor;
– ?Y que tal delante del bar? ?Seria un problema?
Ella esbozo una sonrisa. Le dolia la cabeza por haber bebido la noche anterior. Estaba confusa y cansada, y en lo ultimo que queria pensar era en el bar. O en su contenido.
– Solo si Angela rompe con otro novio -dijo compungida, y el sonrio.
– Entonces, ?no es una gran bebedora, senorita Farr?
– El bar apenas se ha tocado desde que mi cunado murio -le dijo, y deseo no haberlo hecho porque el la miro con lastima. No necesitaba la compasion de aquel hombre.
No necesitaba nada de el.
– ?No has pensado en quitarlo? ?En redecorar el apartamento para que sea mas tu casa y la de Sam y deje de ser la de sus padres?
– La casita de las ranas hara que sea asi.
– No. Todas las fotos que hay aqui son de los padres de Sam y de la vida que llevaba el nino antes del accidente. Todo lo que hay son cosas personales. En este lugar no hay nada de Molly Farr.
– Es la casa de Sam.
– Tambien es tu casa.
– Sam necesita recordar a sus padres -se mordio el labio inferior-. Los recuerdos se desvanecen facilmente.
– Es lo normal -dijo el. Se acerco a una estanteria que estaba llena de trofeos de todo tipo-. Aqui hay un monton de cosas de tu familia, pero ?donde estan tus cosas?
– Yo no cuento.
– Claro que cuentas -fruncio el ceno-. Para Sam, eres muy importante. Cuando eras una nina, ?que cosas ganabas?
– No muchas.
– ?Carreras de montar en vaca?
– No creo -dijo ella entre risas.
– Entonces, ?que?
– Nada -lo miro a los ojos fijamente-. Vamos a llegar tarde a comer.
– No. Tenemos tiempo. ?Que?
– Yo no…
– Tiene que haber algo… ?Algun recuerdo de la ninez que signifique mucho para ti? Algo que hayas conseguido.
