Ella suspiro y penso en sus palabras.

– Supongo que… los nudos.

– ?Nudos?

– Cuando era pequena entre en los boy scouts -le dijo-. Mi primera prueba fue aprender a hacer nudos, y me termino gustando.

– ?Y que paso?

– No quieres saberlo.

– Claro que si. Cuentamelo.

«?Y por que no?», penso ella. Al fin y al cabo, aquel hombre era un cliente y era su obligacion que estuviera contento.

– Espera un momento -le dijo. Instantes mas tarde, aparecio con unos cuantos nudos enmarcados en el salon.

Habia hecho todo tipo de nudos. Todos con carino y dedicacion. Molly habia empezado a hacer nudos cuando tenia nueve anos, y el ultimo nudo lo habia hecho dos semanas antes de que su hermana muriera.

Los nudos formaban parte de la antigua Molly. Se los entrego a Jackson en silencio… y no comprendia por que se sentia como si le estuviera entregando una parte de si misma. El los agarro y los miro durante largo rato.

– Son fantasticos -le dijo, y ella se sonrojo.

– Si, pero son parte del pasado.

– Son parte de ti, y Sam deberia verlos -agarro uno de ellos y lo coloco detras de los trofeos de la estanteria-. Deberias colgarlos. Tendrias que dedicarles una pared.

Ella nego con la cabeza.

– No quiero cambiar la vida de Sam.

– La vida de Sam ha cambiado.

– Pero no quiero que cambie mas.

Jackson la miro durante un momento y, despues, sonrio.

– Eres toda una mujer.

– Si. Y tu eres todo un hombre. Pero tenemos que iros a comer.

– Eso es cierto -dijo el despacio, pero por su forma de hablar ella supo que no era en comer en lo que estaba pensando.

Hannah Copeland era una mujer menuda. Era mayor tenia artritis, pero sus ojos brillaban con inteligencia se reunio con ellos en uno de los mejores restaurantes de Sidney, en el que los empleados la trataban como si fuera la propietaria del lugar.

– Estamos en mi restaurante habitual -les dijo-. Vengo aqui todos los lunes. Es mi manera de contribuir a mejorar la economia mundial.

– Muy generosa -dijo Molly, y ella se rio.

– Eso es lo que yo pienso, querida -miro a Jackson. -?Y usted? Si es tan rico como creo. ?Que hace para contribuir al avance del mundo?

– Comprar granjas de precio elevado -dijo el, y el rostro de Hannah se ilumino.

– Muy bien. Pero yo no creo en el dinero estancado. Mantendra mi granja en activo, tal y como debe ser. Espero que no la quiera solo para evadir impuestos.

– Seria una manera muy cara de evadir impuestos -le dijo Jackson, y la ayudo a sentarse con cuidado.

– Hoy en dia nunca se sabe -se acomodo en la silla y miro a sus invitados-. No esta de luto, ?verdad, querida? -le pregunto a Molly.

– Esta trabajando -dijo Jackson.

– ?Y no mezcla el trabajo con el placer?

– Nunca -contesto Molly.

– ?Lo pasaron bien en mi granja? -pregunto Hannah, y Molly sonrio. Al menos, eso era facil de contestar.

– Muy bien, gracias.

– Doreen me dijo que los tres se llevan fenomenal. Usted, Jackson y el nino.

– No tenemos ninguna relacion -dijo Molly-. Solo conozco a Jackson desde el viernes.

– ?Pero se caen bien?

– Nos caemos bien -dijo Jackson, y Molly se contuvo para no protestar. De acuerdo, durante la comida, y por la venta, se llevarian bien.

El camarero les tomo nota y, al poco rato, les sirvio los aperitivos. Hannah continuo haciendole preguntas a Jackson, y Molly se alegro porque asi podia saborear la comida.

– ?Esta comprometido? -le pregunto, y Jackson fruncio el ceno.

– ?Donde ha oido eso?

– Leo los periodicos, querido. Hableme de «su» Cara.

– No es «mi» Cara.

– Entonces ?no esta comprometido?

– No -dijo el, y Molly solto el cuchillo.

– ?Estas bromeando! -exclamo ella.

– No estoy bromeando -dijo el, y sonrio.

– Yo pensaba…

– Cara y yo somos felices como estamos -le dijo a Hannah. La mujer pestaneo y se comio una gamba.

– No apruebo esa clase de relaciones -dijo ella-. Me gusta el matrimonio.

– En mi mundo, los matrimonios no suelen durar mucho tiempo.

– Las promesas duran -dijo Hannah-. Si son de verdad. ?Le ha hecho promesas a Cara?

– Creo que mis relaciones son asunto mio -dijo Jackson al cabo de un momento.

– Quiero que mi granja acabe en buenas manos.

– Lo comprendo.

– No me hace falta vender.

– Eso tambien lo comprendo.

«Uy», penso Molly, «adios a la comision de Trevor. Si estuviera aqui le daria un ataque al corazon».

– Senora Copeland -dijo ella con cuidado-, me dijo que solo habia dos condiciones.

– ?Yo dije eso? -la senora se metio otra gamba en la soca y los miro-. Entonces he cambiado de opinion. No firmare el contrato hoy.

– ?Puedo preguntarle por que no? -pregunto Jackson con cortesia. «Esta claro que el no tiene que enfrentarse Trevor», penso Molly.

– Quiero conocer a Cara -dijo Hannah.

– Soy yo quien va a comprar la granja, no Cara -dijo Jackson.

– Pero ella vivira alli, ?no?

– Si. En algun momento.

– Y en el periodico pone que es Cara la que esta interesada en los caballos. Mis caballos. Mis caballos van incluidos en la venta y yo quiero saber quien va a comprarlos.

– Me parece bien -dijo Jackson-. Pero pasaran tres semanas antes de que yo regrese.

– ?Y traera a Cara con usted?

– Si puedo.

– Averiguelo -dijo la mujer mayor-. Estas relaciones modernas… -miro a Molly y le pregunto-. ?Usted esta comprometida? ?O casada?

– Um… no.

– ?No mantiene ninguna relacion de esas… modernas?

– No.

– Pero tiene un sobrino. Doreen me ha hablado de el. -hizo una pausa, y despues dijo-. Entonces, necesitara un hombre. El nino necesita un padre.

Molly esbozo una sonrisa.

– Creo que podemos arreglarnosla sin uno. Los hombres son imposibles.

– Es cierto -pero Hannah no sonrio y no aparto la vista de Molly-. Yo nunca me case. No veia la gracia. Nunca conoci a un hombre que me robara el corazon. ?Ha conocido alguno de esos?

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