– Mi madre bebia mucho -continuo-, y nunca sabia lo que podia encontrarme -cerro los ojos e intento borrar los recuerdos, pero fue inutil. Estaban ahi, justo en la superficie-. A veces estaba bien, como la madre de cualquiera, pero la mayoria de las veces estaba bebida o desmayada. Ocuparme de ella me llevaba mucho tiempo. No queria tener que explicar por que se comportaba de un modo extrano o por que estaba dormida en el sofa, asi que procuraba evitar esas situaciones. Al final, resulto que estar sola era mas facil.
– Lo siento.
– No es culpa de nadie.
– ?Y tu padre no estaba nunca?
– No. Se marcho cuando yo era pequena.
Nunca supe si porque mi madre se quedo embarazada, porque bebia, o por la razon que fuese. Ella nunca quiso darme esa informacion, y a mi me daba demasiado miedo preguntar.
Cathy apreto los dientes. Habia dicho demasiado. Stone estaria sorprendido o escandalizado. Se llevo la rodilla sana a la barbilla y la rodeo con los brazos.
– Mi ninez fue diferente -dijo el-. Creci en una casa bonita. Habia bastante dinero, pero poca atencion. No es que me descuidaran, pero creo que no se acordaban demasiado de mi. Siempre que obedeciera las reglas y al ama, me dejaban en paz.
Estiro los brazos sobre el respaldo del sofa. Sus dedos estaban a escasos centimetros de su hombro.
– Era bastante popular en el instituto -dijo, encogiendose de hombros-. Afortunadamente no resulto ser mi mejor momento. Siempre he sentido lastima por la gente cuya mejor edad fueron los diecisiete anos.
– Seguro que tenias montones de novias -bromeo.
– Montones no, pero si las suficientes.
No podian haber sido mas distintos. Ella jamas habia tenido un novio. Su unica experiencia romantica consistia en haberse emborrachado en una fiesta el ultimo ano de instituto y jugar a un juego en el que habia que besarse.
– ?Tienes hermanos o hermanas?
– No; solo Evelyn. Ella fue mi mejor amiga desde primaria. Al final terminamos casandonos.
Cathy sintio que el estomago se le encogia al oir el nombre de la otra mujer, y se dijo que el hecho de que confiase en ella lo bastante para compartir los detalles de su vida era una buena senal, ?no? Pero ella no se sentia bien. Si al menos pudiera ver la cara de Stone y saber que estaba pensando…
– Una historia preciosa.
– Si. Murio hace tres anos. Todavia la echo de menos -su tono de voz no revelaba nada, pero antes de que Cathy pudiera insistir en ello, cambio de tema-. Pero el pasado es el pasado. Hablemos del futuro. De manana, en concreto.
– ?Que quieres decir?
– Pues que llevas encerrada dos semanas en esta casa y supongo que debes tener ganas de salir, al menos un rato.
Cathy parpadeo.
– La verdad es que no lo habia pensado -y era cierto. La casa era tan grande que era dificil sentirse encerrada. Pero de pronto, se le ocurrio una desagradable posibilidad-. ?Quieres que me vaya? Al fin y al cabo, llevo ya dos semanas aqui. Lo siento. Deberia haberseme ocurrido. Has sido muy amable y yo…
El poso un dedo sobre sus labios para hacerla callar, y el gesto fue mas efectivo que una mordaza.
– Basta. No pretendo deshacerme de ti. Ya te he dicho que me gusta tu compania, pero como me ha dicho Ula esta manana, llevas dos semanas sin salir, y si hay algo que quieras hacer, o alguien a quien quieras visitar, estare encantado de poner el coche y el chofer a tu disposicion.
El contacto de su dedo era suave y calido. Casi podia saborear su piel. El pulso se le acelero, al igual que la respiracion. Con aquel roce el no pretendia mas que llamar su atencion, pero para ella fue un gesto intimo y muy especial. Cuando bajo la mano, tuvo que contener un gemido de protesta. Menos mal que estaban a oscuras, se dijo mientras se lamia los labios intentando encontrar la prueba de que de verdad la habia tocado.
– Te lo agradezco -le dijo, intentando quitarse de la cabeza aquellos pensamientos. La verdad es que no habia ningun sitio al que quisiera ir-. No creo que…
– Insisto.
Insistia. Genial. ?Y ahora que?
– Estoy segura de que podria conducir yo misma -empezo, pero un gesto de su cabeza la detuvo. Sabia lo que iba a decir: que no estaba en condiciones de conducir-. Gracias -dijo al fin, intentando inyectar a su voz un entusiasmo que no sentia-. Te lo agradezco.
– Haria cualquier cosa por ti.
Cathy se quedo mirando la oscuridad. Ojala fuese cierto.
– ?Que planes tiene para hoy? -pregunto Ula mientras le servia otra taza de cafe.
– No estoy segura. Stone me ha dicho que puedo utilizar su coche durante todo el dia, y he pensado que deberia dar una vuelta por mi casa.
Lo cual le tomaria al menos dos horas, teniendo en cuenta el camino de ida y de vuelta, pero no queria volver tan pronto que el pensase que su vida era tan increiblemente aburrida que no podia llenar unas cuantas horas fuera de casa.
Ula se sento frente a ella. Cathy llevaba casi una semana desayunando con el ama de llaves. No es que la mujer fuese demasiado abierta, pero iba acercandose a ella poco a poco. Y Cathy estaba fascinada por su perfecta educacion en cualquier momento.
– Tengo una sugerencia que hacer -dijo-, siempre que no le parezca que me estoy entrometiendo.
– Entrometase, por favor -le rogo-. Lo unico que se me ha ocurrido hacer es ir al cine, pero no me hace demasiada gracia ir sola.
– Conozco una peluqueria muy buena en la zona oeste. Hacen verdaderas maravillas con el pelo, y he pensado que quizas le gustaria cambiar de estilo en el pelo. Seria divertido.
Cathy sabia que el ama de llaves tenia buenas intenciones. A su modo estirado y algo aspero, Ula le mostraba amistad. Aun asi, la critica implicita de su comentario le dolio. El pelo castano le llegaba hasta la mitad de la espalda, y lo mejor que podia decir de el era que se mantenia limpio con facilidad.
Empujo los pequenos trozos de fruta de la macedonia por el plato mientras intentaba encontrar la forma de contestar.
– Lo siento -dijo Ula-. No pretendia… es solo que le ha ido tan bien con la dieta y los ejercicios. Es una mujer preciosa, pero no hace nada para acentuar sus cualidades. No se si es porque piensa que no merecen la pena o porque no sabe que hacer.
Cathy la miro a los ojos.
– Yo no soy preciosa.
– ?Vamos! Tiene una piel perfecta y unos grandes ojos verdes.
– No son verdes -siempre habia deseado que lo fueran-. Son una especie de color barro.
– Con el pelo y la ropa adecuada, el verde resaltaria. Tiene una sonrisa que ilumina la habitacion, y es lista y divertida. ?Por que no reconoce su valia? Sientese erguida. Entre en una habitacion como si tuviera pleno derecho a estar alli. No tenga miedo.
Sus comentarios hicieron que Cathy se irguiera en su silla, pero del resto no estaba tan segura. El comentario de Ula habia sido sorprendente. ?De verdad pensaria que tenia todo ese potencial? Con dos dedos, tomo un mechon de pelo.
– ?Que clase de corte?
Ula sirvio otra taza de cafe para cada una.
– Algo a capas. Las capas le darian mas volumen. Puedo llamar al dueno de la peluqueria ahora mismo y ver si puede hacerle un hueco.
Dos horas mas tarde, Cathy estaba cubierta por una capa de vinilo purpura y se miraba en un amplio espejo. Ernest, un hombre de mediana edad dueno del salon, estaba detras de ella.
– Los setenta se terminaron hace mucho -dijo-, y el pelo largo y liso desaparecio con ellos. Un corte -su tono era seguro-. Algo de color, quizas un poco caoba con algun toque de miel para dar calor a las facciones.