poner en claro sus sentimientos. Estaba enganando a su mejor amiga, y ella se merecia algo mejor, alguien mejor que el.

Habia puesto las manos en los hombros de aquella mujer con la intencion de separarla, y fue entonces cuando lo oyo. La exclamacion de sorpresa. Luego vio a Evelyn de pie en la puerta, mirandolo.

Estaba tan bonita aquella noche… Llevaba su pelo rubio recogido en un mono y un vestido negro sin mangas que dibujaba todas sus curvas. Curvas que el no era capaz de desear. Ella lo habia mirado como si lo viera por primera vez, y quizas fuese asi. Jamas la habia traicionado antes, excepto la vez en que le pidio en matrimonio quizas.

Aquel momento la destruyo. Ahora lo sabia. De no haber estado discutiendo de vuelta a casa, no habrian sufrido el accidente.

– Evelyn -dijo en voz alta-. Lo siento. Pero la disculpa se desvanecio en el silencio de la habitacion. Era demasiado tarde para eso. Evelyn habia muerto y ni todas las disculpas del mundo conseguirian traerla de nuevo a la vida.

– El senor Ward me ha pedido que le pregunte si le gustaria cenar con el hoy -dijo Ula.

Cathy levanto la mirada del libro que estaba leyendo, en la biblioteca del primer piso, y durante un segundo se quedo muda, simplemente absorbiendo las palabras del ama de llaves.

– ?Que Stone quiere cenar conmigo? -grazno.

Ula sonrio.

– Eso es lo que ha dicho. A las siete, si le va bien.

?Si le iba bien? Ni que tuviese la agenda a reventar.

– Por supuesto. Perfecto.

– Se lo dire. A las siete. En el comedor. Ula se marcho con la misma discrecion con la que habia entrado y Cathy se quedo mirando el lugar que ocupara antes.

– Cenar. Con Stone -musito. Dejo el libro sobre la mesa que habia junto al sillon de piel y se levanto. ?Iban a cenar juntos, como si tuvieran una cita de verdad!

– No empieces -se advirtio-. Solo esta siendo amable. No es una cita.

Sabia que no lo era, pero dado que su experiencia en esas cosas era bastante precaria y se limitaba solo a lo que habia visto en la television y leido en los libros, no pasaria nada si fingia que lo era. Siempre que el no lo supiera…

Miro el reloj. Eran casi las seis, y tenia que ducharse y vestirse. ?Y que se iba a poner? Un empleado de Stone habia ido a su casa y le habia traido la mayor parte de su ropa, pero no tenia nada que pudiera encajar para una cena con un millonario. Tenia su vestido verde, se dijo mientras subia las escaleras. Pero le quedaba un poco justo y le tiraba en la cintura y en el trasero.

– Estaremos sentados -murmuro-. Con un poco de suerte, no se dara ni cuenta.

Saco el vestido del armario y lo miro, sabiendo que la unica alternativa era una falda y una blusa que ya estaban pasadas de moda cuando se las compro.

Con un suspiro, se quito la camiseta y los vaqueros nuevos para probarse el vestido.

Al acercarse al espejo, tiro de la tela en la cintura. Fue una tremenda sorpresa comprobar que le quedaba suelta. Inspiro profundamente. Su torax se expandio, pero el cuerpo del vestido no se resintio por ello. Con cuidado, casi negandose a creer, se dio la vuelta y contemplo su perfil. El vestido le caia perfectamente por las caderas y las nalgas. No habia tiranteces ni pliegues.

– ?Genial! -exclamo, sonriendose en el espejo.

La comida ligera y el ejercicio habian merecido la pena.

– Senor Ward, alla voy.

Una hora mas tarde, Cathy entraba en el comedor. Ula habia dispuesto una gran mesa con dos servicios. El cristal y la plata brillaban. Habia encendido varias velas, pero aparte de eso, habia poca iluminacion.

Durante un segundo, Cathy se dejo creer que aquella era la cena romantica con la que habia sonado en la ducha: Puede que Stone se hubiese enamorado de su transformacion y…

«?Donde vas?» se pregunto. «Hay poca luz porque Stone teme mostrar sus cicatrices. Eso es todo».

– Buenas noches.

Se volvio hacia la voz que provenia de la entrada al comedor. Habia dejado a un lado sus vaqueros y la camisa informal por unos pantalones de pinzas y una camisa de vestir. Menos mal que se le habia ocurrido ponerse aquel vestido, y menos mal que le quedaba bien.

– Hola -contesto, y el estomago se le lleno de mariposas.

Stone se acerco a la mesa y separo una de las sillas, y Cathy tardo un segundo en darse cuenta de que era para ella. Trago saliva con dificultad. Habia visto a los hombres hacer esas cosas en las peliculas, pero no en la vida real.

Cuando le sirvio una copa de vino blanco, no sabia si gritar de alegria o desmayarse en silencio. Ninguna de las dos opciones le hacia gracia, asi que hizo lo mismo que Stone y alzo su copa.

– Por la amistad -dijo el.

– Por la amistad -contesto ella, y tomo un sorbo. El vino era suave y fresco, y le gustaba el picorcillo que le producia en la lengua. Habia tomado vino en otras ocasiones, pero seguro que el envasado en carton que traian a las celebraciones de cumpleanos en la oficina no tenia nada que ver con aquel.

Ula trajo el primer plato, una ensalada verde con una mezcla de vegetales. Cathy ya se habia acostumbrado al sabor de la comida baja en calorias que le preparaba el ama de llaves y, sonriendola, tomo el tenedor.

Mientras masticaba, miro a su alrededor. La enorme habitacion estaba iluminada solo por dos candelabros, pero pudo ver una mesa de bufe en la pared frente a ella y un armario para la vajilla en la otra. A sus pies, una alfombra oriental que debia costar mas de lo que ella habia ganado en los tres ultimos anos.

– Pareces muy seria -dijo Stone-. ?Quieres compartir tus pensamientos?

– Es que estoy algo fuera de mi elemento aqui -confeso-. A veces tengo la sensacion de estar en uno de esos tornados de la television o algo asi. Yo soy solo Cathy Eldridge, de North Hollywood. ?Que demonios hago yo en tu mundo?

– Recuperarte del accidente.

Stone la habia acomodado a su derecha para que no pudiera ver sus cicatrices. Saber que estaban alli no era distraccion lo suficientemente fuerte. Su atractivo era mucho mas poderoso.

– Este no es mi sitio.

– Por supuesto que si. Eres mi invitada.

– No es tan sencillo. Sigo sin comprender por que haces esto. ?Por que no estas enfadado conmigo? -Tomo un sorbo de vino con la esperanza de que el alcohol le diese valor-. Te he mentido.

– Ya hemos hablado de ello, y te he dicho que no me importa -se acerco a ella-. Lo digo de verdad Cathy. Lo comprendo bien, quizas mejor que otras personas. ?Acaso crees que yo no he deseado poder esconderme tras una mascara? En cierto modo, incluso es algo que hago todos los dias. Esta casa es mi refugio, pero tambien mi prision.

– No tiene que ser asi. Si, tienes cicatrices, pero no son tan terribles. Es verdad que yo esperaba que fuesen mucho peores. Ojala no te encerrases aqui de este modo. No es saludable.

– En cambio, esta ensalada si -dijo, y aparto un champinon.

– Estas intentando cambiar de tema.

– Es mas que un intento. No te preocupes por nada -le dijo-. Limitate a aceptar que estas aqui. Yo estoy encantado de haber podido ayudar.

– Y vaya si lo has hecho. Te has portado maravillosamente bien conmigo.

Debio notar algo extrano en su voz porque se la quedo mirando.

– No. No me pongas cualidades que no tengo. La razon por la que me escondo es porque soy casi una alimana.

– No digas eso. Es mentira. Eres un hombre amable, generoso y…

Stone cubrio su mano con la suya, pero el gesto no era romantico, ni siquiera amistoso, sino que lo hizo a modo de advertencia.

– Soy muchas cosas, pero ni amable ni generoso. Esto que llevo aqui no son solo cicatrices -anadio,

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