El estaba ya medio calvo, pero el pelo que le quedaba iba recogido en una coleta, y los pendientes brillaban en ambas orejas.
– Ula me ha hablado del incendio y de la operacion -dijo, apoyando las manos en sus hombros-. Pobrecilla, has debido pasarlo fatal. Pero hoy vamos a ponerte guapa. ?Quieres una revista mientras esperas?
– Eh… si, gracias.
– Yo me ocupare de todo -dijo, sonriendole en el espejo-. Confia en mi, carino.
Cuatro horas despues, Cathy se encontro de nuevo en la misma silla, mirandose en el mismo espejo. Emest casi habia hecho magia.
– ?Te gusta? -pregunto.
Su pelo caia en suaves capas hasta la altura de los hombros. Los reflejos rojizos y color miel extraian el verde de sus ojos y hacia brillar su piel. Selena, Marta o cualquiera de las otras mujeres, era imposible diferenciar las porque iban todas de negro y eran increiblemente guapas, la habia maquillado. No mucho; solo lo justo para realzar los pomulos y la boca. Cathy sonrio.
– Me gusta mucho.
– Bien. Entonces tendras que concertar una cita para dentro de seis semanas. El corte hay que retocarlo cada seis semanas, y el color, cada doce. Se necesita tiempo para estar guapa, pero merece la pena.
Cathy lo siguio hasta la recepcion, donde concerto una cita para el corte y ni siquiera parpadeo al anunciarle el total que iban a cargarle en la tarjeta de credito. Era la primera vez que hacia algo asi en toda su vida. Nunca habia creido que mereciese la pena.
Al dar la vuelta para salir, se vio a si misma en el espejo de la entrada y tuvo que sonreir. Caminaba mas erguida, y no porque Ula se lo hubiera sugerido, sino porque se sentia mejor consigo misma. Sabia que habia perdido unos cuantos kilos; no muchos, pero lo bastante para que la ropa le quedara grande. Siempre llevaba prendas holgadas con la esperanza de que disimularan su exceso de peso, pero ahora aquellos viejos vaqueros casi se le caian. Un par nuevo no estaria mal. Quizas pudieran pasarse por ese almacen de ropa asequible en el que solia comprar antes de volver a casa de Stone.
Al acercarse al brillante BMW que la esperaba aparcado en la curva, tuvo que echarse a reir. Un flamante cochazo la llevaba por la ciudad, y de vuelta a la fabulosa mansion en la que vivia, queria pasarse por una tienda de saldos. ?Que era lo que no encajaba en aquella imagen?
Cathy subio todo lo deprisa que pudo las escaleras de la entrada. Sonreia de alegria y felicidad. La compra habia ido tan bien que llevaba los vaqueros nuevos puestos. ?Una talla mas pequena!
Se encamino a la cocina para compartir su nuevo aspecto con Ula, pero de pronto, cambio de opinion y subio la escalera. Queria que Stone la viera. Al fin y al cabo, la ultima vez que la habia visto a la luz del dia estaba en el hospital, lo cual no debia haber sido una imagen halagadora.
Como siempre, la puerta de su despacho estaba cerrada. Cathy dudo. ?Que pensaria de su nuevo corte de pelo? ?Le gustaria? ?Le pareceria una estupidez que quisiera compartirlo con el? Quizas si esperaba a la noche…
– ?Basta! -Se dijo en voz alta-. Hazlo o no lo hagas, pero deja de darle vueltas.
Decidida, llamo a la puerta y entro.
– Stone, siento molestarte, pero Ula me sugirio esta manana que me cortase el pelo y he ido a…
Fue justo al mirarlo cuando se dio cuenta de lo que habia hecho. Con toda la excitacion del dia, simplemente habia olvidado que nunca le habia visto a la luz. Y que habia una buena razon.
Estaba junto a la ventana. Las cortinas estaban descorridas y la luz brillante de la tarde inundaba la habitacion. El se volvio y sus ojos se clavaron en ella. Cathy se dijo que debia disculparse, salir corriendo de alli o lo que fuera, pero lo unico que pudo hacer fue quedarse inmovil, clavada en el suelo, mirandolo.
Capitulo 7
Las cicatrices estaban en su mejilla izquierda. Cathy tuvo la impresion de ver unas lineas gruesas y rojas que quebrantaban su piel desde el pomulo a la mejilla antes de que Stone se las cubriese con la mano al mismo tiempo que se daba a vuelta.
Cathy se quedo sin respiracion. No por que su desfiguracion fuese mayor de lo que se habia imaginado, sino porque su perfil desde el lado derecho era increiblemente atractivo.
Tenia el pelo oscuro y un poco largo, la nariz recta, la boca bien formada y los ojos de un tono de azul grisaceo muy poco corriente. Podria haber sido modelo, o galan de pelicula. Era alto y delgado. Ula le habia comentado que no comia demasiado, asi que su delgadez no le sorprendio demasiado.
Sabia que debia decir algo, y eso le hizo enrojecer. Queria mostrarle su nuevo corte de pelo y su maquillaje, pero ?para que? Aun con las cicatrices, era un hombre increiblemente atractivo. Atractivo e increiblemente rico. ?Que iba a ver en alguien tan insignificante como ella?
El estruendo de su sueno al romperse fue tan audible como el romper de las olas contra el acantilado. Se sentia ridicula. Durante todo aquel tiempo, habia creido significar algo para el, cuando en realidad habia sido solo amable con ella. Debia despreciarla.
– Son malas, ?eh? -dijo el-. Te he dejado muda. No deberia sorprenderme.
Primero penso que estaba enfadado, pero luego se dio cuenta de que estaba tan azorado como ella, aunque por diferentes razones. Y en lugar de huir, su dolor le importo mas que el propio y, cuadrando los hombros, se acerco a el.
– Son solo cicatrices, Stone, y si quieres que te sea sincera, creia que eran mucho peores.
Se dio la vuelta hacia ella pero no completa, como si quisiera ocultarle aquel lado de la cara. Cathy suspiro y su corazon volo a su lado.
– ?Peores? ?Me creias el hombre elefante, o algo asi?
– Eso no es nada comparado con donde habia llegado mi imaginacion -se detuvo delante de su mesa-. No queria molestarte., Stone. Es que he entrado aqui sin pensar. Si quieres que me vaya, dimelo.
Stone la miro a hurtadillas. No sabia lo que queria. Ahora que Cathy estaba alli, no queria que se marchase. Pero tampoco queria que lo viera. Pero desgraciadamente, era demasiado tarde ya para eso.
– ?Por que has venido a verme? -pregunto, como si la razon fuese significativa.
Cathy se mordio un labio.
– Te va a parecer una estupidez, pero me he cortado el pelo y queria que lo vieras.
Y agacho la cabeza como si esperase castigo por su confesion. Eran una pareja lastimosa. Por lo menos quizas pudieran curarse las heridas el uno al otro.
– Quedate, por favor.
Cathy levanto la cabeza.
– Solo si estas dispuesto a mirarme.
Sabia bien a que se referia. A veces, mirar a alguien era lo mas duro que habia hecho en su vida. La brillante luz de la tarde no ofrecia sombra alguna en la que protegerse. Ademas, no habria tenido sentido intentarlo. La intencion de Cathy estaba clara.
Se acerco a su mesa y tomo asiento, al tiempo que la invitaba a hacer lo mismo.
Cathy hizo lo que le pidio y se miraron el uno al otro. Cathy fue la primera en sonreir.
– Estoy muy nerviosa. ?Y si no te gusta mi corte de pelo?
Su comentario, tan inesperado, rompio la tension entre ellos y Stone se recosto en su silla.
– Pues estarias metida en un buen lio. Entonces miro con atencion su pelo. Era distinto a lo que habia visto en el hospital. Recordaba mechones castanos y lisos. Durante las sesiones de terapia, la melena se le partia a la mitad y caia hacia delante, tapandole la cara. Pero aquel estilo dejaba su rostro bien al descubierto, y las capas brillaban en un castano intenso con reflejos rojizos.
Solo habia visto sus ojos en las sombras, pero no se habia imaginado que eran verdes, no tan grandes, ni tan bonitos. Su piel era preciosa. Y habia algo mas distinto. Algo…
– Estas mas delgada. ?Has perdido peso? La sonrisa que le ofrecio fue como si acabase de regalarle la mitad de las acciones de su empresa.