– ?Y si te equivocas? ?Y si muero virgen?

El sonrio.

– No, no sera asi. Te lo prometo.

– Tonterias.

– Eso se me da bien.

Se inclino hacia ella y antes de que supiera lo que el iba a hacer, la beso. ?En la boca!

Apenas sintio el roce de sus labios en los suyos y el beso se acabo.

– ?No! -exclamo sin pensar y lo agarro por la sudadera-. Jack, no, por favor. Quiero que seas el primero.

Nunca antes habia visto a un hombre moverse tan rapido. En un segundo, paso de estar sentado en su cama a estar de pie junto al umbral de la puerta de su dormitorio.

Se sintio avergonzada. Habria dado cien puntos de su cociente intelectual si hubiera podido retirar aquellas palabras.

Su intencion no era que se enterase. Seguramente ya habria adivinado que se sentia atraida por el, pero nunca habria querido confirmarselo.

– Jack, yo…

El sacudio la cabeza.

– Meri, lo siento. Eres la hermana pequena de Hunter. Nunca podria… No te veo de esa manera.

Claro que no. ?Por que iba a querer a una bestia cuando podia tener tantas bellezas?

– Entiendo. Lo entiendo todo. Vete.

El comenzo a marcharse, pero se paro y se dio la vuelta.

– Quiero que seamos amigos, Meri -dijo y, con aquellas horribles palabras, se fue.

Meri se sento al borde de su cama, preguntandose cuando dejaria de sufrir tanto. ?Cuando dejaria de amar a Jack? ?Cuando dejaria de desear que la tierra se la tragara cada vez que estaban en la misma habitacion?

Instintivamente busco bajo la cama y saco una bolsa de plastico llena de golosinas. Despues de buscar en ella, saco una chocolatina y la desenvolvio.

Habia tocado fondo. Estaba viviendo el peor momento de su vida. Era el fin de la esperanza.

Dio un bocado a la chocolatina. La verguenza la hizo masticar deprisa y tragar. Cuando el azucar y la grasa hicieran su efecto, no se sentiria tan mal. Dejaria de sentir la soledad y el rechazo de Jack Howington III.

?Por que no podia amarla? Era una buena persona, pero no era rubia ni delgada como las demas chicas con las que el salia y se acostaba.

– Tengo cabeza -murmuro para si-, y eso asusta a los chicos.

Pronuncio aquellas palabras con decision, pero sabia que era algo mas que su increible cociente intelectual lo que espantaba a los chicos. Era su aspecto. Para ella, la comida lo era todo, especialmente despues de la muerte de su madre. Habia rechazado la propuesta torpe de su padre de llevarla a un cirujano plastico para que arreglara su nariz. Le habia respondido diciendo que si de verdad la queria, que nunca mas volviera a hablar del asunto, a pesar de que en el fondo estaba asustada. Tenia miedo de cambiar, a la vez que temia seguir siendo la misma.

Se puso de pie y se quedo mirando la puerta cerrada de la habitacion.

– Te odio, Jack -dijo mientras unas lagrimas rodaban por sus mejillas-. Te odio y voy a hacerte sufrir. Voy a madurar y sere tan guapa que querras acostarte conmigo. Pero me ire y te rompere el corazon. Y si no, al tiempo.

En la actualidad

Jack Howington III habia conducido dos dias sin parar para llegar al lago Tahoe. Podia haber volado en su avion y luego haber alquilado un coche durante el mes que iba a tener que pasar en casa de Hunter, pero habia preferido aprovechar el tiempo del viaje para aclararse las ideas.

Su secretaria se habia vuelto loca, incapaz de dar con el en las partes mas reconditas del campo, mientras el disfrutaba del silencio. Hacia mucho tiempo que no disfrutaba de silencio en su vida. Incluso cuando estaba a solas, tenia que verselas con aquellos malditos fantasmas.

Recorrio un largo camino de entrada en direccion a una gran casa. El lugar estaba rodeado de arboles y al fondo se divisaba un lago. Los escalones y los marcos de las ventanas eran de piedra, igual que el de la doble puerta de madera.

Jack aparco y salio de su Mercedes. La casa de Hunter habia sido construida recientemente, casi diez anos despues de la muerte de su amigo, pero Jack tenia la sensacion de que Hunter habia dejado instrucciones detalladas del aspecto que debia tener. El lugar le recordaba a Hunter, lo cual era bueno y malo a la vez.

Era solo por un mes, se dijo mientras iba al maletero y sacaba la maleta y la bolsa del ordenador. Si se quedaba alli un mes, de acuerdo a la ultima voluntad de Hunter, la casa se destinaria a enfermos de cancer. Se darian veinte millones a la ciudad o a una obra de caridad o a algo asi. Jack no habia prestado atencion a los detalles, lo unico que sabia era que Hunter le habia pedido un ultimo favor. Jack le habia fallado tantas veces a su amigo que no podia hacerlo una vez mas.

Dio un paso hacia la casa y se detuvo al ver abrirse la puerta. El abogado le habia prometido en su carta un lugar tranquilo en el que trabajar y un ama de llaves para atender sus necesidades diarias.

Le habia parecido algo sencillo en aquel momento, pero ahora, al ver a aquella menuda y guapa mujer en el porche, no estaba tan seguro. Era la ultima persona a la que esperaba ver.

– Hola, Jack -dijo ella.

– Meredith.

– ?Me reconoces?

– Claro, ?por que no iba a hacerlo?

– Ha pasado mucho tiempo y los dos hemos cambiado.

– Te reconoceria en cualquier sitio.

Lo que no era del todo cierto. A traves de los anos habia vigilado a Meri. Era lo menos que podia hacer despues de prometerle a Hunter que cuidaria de su hermana. Jack no habia sido capaz de ocuparse de ella en persona, pero en la distancia las cosas habian sido faciles. Por los informes regulares que recibia, conocia su fisico, aunque en persona la veia mas femenina. Tambien conocia muchos detalles de su vida laboral. Pero lo que no sabia era que iba a encontrarla alli.

– Me alegro de saberlo.

Sus ojos eran tan azules como los recordaba, del mismo color y forma que los de Hunter. Aparte de eso y de la sonrisa facil, aquellos hermanos tenian poco en comun.

Hacia anos que no la veia, desde el funeral de Hunter. Y la vez anterior…

Aparto el recuerdo de aquella sincera declaracion y la torpeza con la que habia reaccionado. Habian pasado muchos anos y ambos habian recorrido un largo camino desde entonces.

Habia madurado, observo al verla bajar los escalones y detenerse frente a el. La muchacha regordeta habia desaparecido y se habia convertido en una guapa y atractiva mujer que derrochaba seguridad.

En otras circunstancias, habria disfrutado de aquellos cambios, pero no con ella. No con las promesas que habia hecho.

– Evidentemente has recibido la carta del abogado, ya que, si no, no estarias aqui -dijo ella-. Tienes que quedarte un mes. Al final de ese plazo habra una emotiva ceremonia de cesion de la casa al Ayuntamiento de la ciudad, con entrega de las llaves y del dinero. Los otros samurais y tu podreis disfrutar y poneros al dia. Despues podreis iros -y dirigiendo la mirada hacia la maleta, anadio-. Veo que viajas ligero de equipaje.

– Asi es mas facil trasladarse.

– No tendras muchas alternativas para una fiesta sorpresa de disfraces.

– ?Es que va a haber una?

– No que yo sepa.

– Entonces esta bien.

Ella ladeo ligeramente la cabeza en un gesto que el recordo. Era curioso como podia ver a la muchacha en aquella mujer. Siempre le gusto la muchacha y no habia tenido en mente conocer a la mujer.

La miro de arriba abajo y fruncio el ceno. ?No llevaba unos pantalones demasiado cortos? No es que no le agradara ver aquellas piernas, pero ella era Meredith, la hermana pequena de Hunter. Ademas, el top que llevaba era demasiado… revelador.

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