sentia algo por el. Todavia recordaba aquella sensacion de victoria. Habia conseguido a la chica, a la unica chica que le importaba.
Pero ya no era el mismo tonto de antes. Ya nadie le importaba. El no se lo permitia.
Y solo para asegurarse de que no olvidaba, beso a Jesse. La acaricio con los labios para comprobar hasta donde le permitiria llegar. La abrazo y la estrecho contra si, y le acaricio la espalda y las caderas mientras hacia mas profundo aquel beso.
A los pocos segundos, estaba excitado y solo podia pensar en hacer el amor alli mismo, en su despacho. Notaba su boca caliente contra la de el, docil, generosa. Se dio cuenta de que queria algo mas que sexo, de que queria mas que hacer el amor. Queria hacerla suya y marcarla, y que ella perdiera el control entre sus brazos. Queria oir aquel suspiro entrecortado de satisfaccion perfecta.
La necesidad se hizo insoportable. Deseaba a Jesse como siempre la habia deseado, en cuerpo y alma. Para siempre. En aquel momento, supo que podria olvidar su promesa de venganza si…
Se separaron. Matt queria pensar que habia sido el quien habia interrumpido el beso, pero no estaba seguro. Quiza hubiera sido ella, que se habia dado cuenta del peligro de aquel deseo fuera de control. Jesse comenzo a hablar, pero despues nego con la cabeza y se dio la vuelta. Unos segundos despues se habia marchado.
Cuando el se quedo a solas, continuo de pie en el centro del despacho, con la respiracion acelerada y el cuerpo ardiendo, como cinco anos atras.
La partida se habia puesto interesante. Habia una nueva dimension en aquel juego, una dimension peligrosa. Se habia dado cuenta de que Jesse todavia tenia poder sobre el; iba a tener que ser muy cuidadoso y asegurarse de que no lo averiguara y lo usara nunca contra el.
Lo que no podia admitir, ni siquiera ante si mismo, era que ya no se trataba de un juego. Quiza fuera otra cosa completamente distinta.
Capitulo Diez
Cinco anos atras…
El vestibulo del hotel parecia sacado de una pelicula antigua. Al ver la madera oscura que habia por todas partes, las antiguedades y el aire de elegancia de aquel espacio, Jesse lamento no haberse puesto otra cosa que unos vaqueros y un jersey. Se sentia como si hubiera debido llevar vestido y zapatos de tacon. Tambien se sentia demasiado joven, asustada y fuera de lugar.
«No seas tonta», penso. Estaba bien. Matt y ella habian ido a pasar el fin de semana a Portland. Iban a hacer el amor. Eso no era nuevo para ella, lo habia hecho muchas veces.
Sin embargo, con Matt todo era distinto. Todo era nuevo y emocionante, y tambien le daba un poco de miedo, pero de un modo bueno. Por lo menos, ella esperaba que fuera bueno.
Cuando Matt termino de registrarlos en recepcion, tomaron el precioso ascensor antiguo y subieron hasta el piso decimo. El abrio la puerta y se hizo a un lado para cederle el paso.
Al entrar, Jesse fruncio el ceno. No habia cama. Solo un sofa, un par de butacas y la vista del rio.
Giro lentamente, observando los muebles, la elegancia. Entonces vio una puerta abierta, y se dirigio hacia ella.
Alli estaba la cama. Jesse observo el dosel tallado, el armario a juego y las preciosas sabanas. El bano tenia banera para dos, o quiza para cinco, y el suelo era de marmol. Habia tambien un vestidor con luces automaticas que se encendian en cuanto alguien abria la puerta.
A Jesse se le formo un nudo en la garganta. Estaba claro que Matt se habia tomado muchas molestias para encontrar un hotel como aquel, para hacer la reserva. Pero era demasiado.
El se acerco por detras y le puso las manos sobre los hombros.
– ?Estas bien?
Ella asintio.
– No tengas miedo. Hay una segunda habitacion. No he dado nada por sentado.
Jesse se volvio y lo miro.
– ?Como?
– Hay una segunda habitacion. ?Quieres verla?
– Estamos juntos. En un hotel. ?Por que has pedido una segunda habitacion?
El fruncio el ceno.
– Solo hablamos de salir durante el fin de semana. No queria dar por sentado que estabas preparada para que fueramos amantes.
Sin embargo, el conocia su pasado. Ella se lo habia contado. No todo, pero si lo suficiente. Y, aun asi, el la trataba como a… como a… Ni siquiera se le ocurria la palabra.
Matt sonrio.
– Jess, no voy a presionarte. Quiero que estemos juntos, quiero disfrutar del fin de semana, pero si necesitas un poco de espacio, no pasa nada.
Era perfecto, penso Jesse, sin dar credito a lo que estaba sucediendo. Era bueno y amable, listo y divertido. La trataba como a una princesa. La cuidaba sin intentar cambiarla. Pensaba bien de ella.
– Estoy asustada -admitio-. Antes nunca me habia asustado.
– No tienes por que asustarte de nada.
Ella miro sus ojos oscuros y supo que el estaba completamente equivocado. Estaba asustada porque habia muchas cosas en juego.
La verdad se abrio paso en aquel momento, como un fogonazo cegador. Se habia enamorado de el; lo queria. Y eso era lo que mas la aterrorizaba. Los otros tipos de su vida no importaban. Si ella estropeaba las cosas con alguno de ellos, habia otros cinco para ocupar su lugar. Pero con Matt no era asi. Solo estaba el, y si lo perdia, nunca lo recuperaria.
Dejandose llevar por el impulso, se acerco a el, se puso de puntillas y lo beso. El le devolvio el beso. Su boca era calida y firme, pero tambien delicada, como si no quisiera hacerle dano. Como si se preocupara por ella. Despues, la abrazo y la cino contra si.
Ella se abandono a su abrazo. Queria sentir su cuerpo contra el de ella. Separo los labios y el deslizo la lengua en su boca mientras le acariciaba la espalda. Cuando, poco a poco, descendio hasta sus nalgas y se las acaricio, ella se arqueo contra el, y con el vientre rozo la dureza de su excitacion. El gruno.
Hizo que se retirara y le tomo la barbilla con una mano.
– Te deseo, Jesse.
Tenia los ojos oscuros llenos de pasion. Aquellas palabras hicieron que ella sintiera un escalofrio.
– Yo tambien te deseo -susurro.
El la tomo de la mano y la llevo hasta el dormitorio. Despues de abrir el embozo de la cama, le beso la palma, y ella respiro profundamente.
– Me estoy volviendo loca de preocupacion.
– ?Por que?
– Por si te decepciono.
Matt sonrio.
– Eso no va a ser ningun problema.
– No puedes saberlo.
– Deja de pensar -dijo el justo antes de besarla de nuevo.
Jesse se abandono a las sensaciones que le producia el contacto de los labios de ambos. Cuando su cerebro le ofrecio otros motivos por los que tener miedo, aparto aquellas ideas de su cabeza. Era mejor disfrutar lo que pudiera y dejar que la crisis sucediera sola.
Ladeo la cabeza y separo los labios. El entro en su boca, excitandola con cada caricia de su lengua.
Matt la beso una y otra vez, lentamente, hasta que ella comenzo a relajarse. No iban a hacer las cosas deprisa. Bien. Porque, a pesar de su pasado, para ella todo aquello era extranamente nuevo y poco familiar.
El entrelazo los dedos en su pelo y se lo aparto del cuello para poder besarla. El roce erotico de sus labios en la garganta hizo que se Jesse se estremeciera ligeramente.