– Me gustaria cenar contigo esta noche.
En ese momento, ella lo hubiera seguido a la luna.
– Vale. Digo… estare encantada -se corrigio, refinando la respuesta.
– Pasare a recogerte a las siete. ?Es buena hora?
Como pensaba pasarse el resto de la tarde en remojo y acicalandose, la hora era perfecta.
– Estare preparada.
– Saldremos fuera-dijo el-. Tenemos algunos restaurantes excelentes. ?Me permites que elija?
– Por supuesto.
– Entonces quedamos a las siete -deposito un breve beso en sus labios-. Deja a la perra en casa.
Capitulo 6
Billie repaso el armario. Le encantaba comprar, asi que tenia un monton de trajes para elegir. Ya sabia que queria algo sexy y sofisticado a la vez, con un toque de elegancia.
– El negro siempre es perfecto-murmuro, sacando un vestido negro con un profundo escote y mangas transparentes-. Pero es tan predecible.
Quiza debia buscar algo de color. Rojo no, era demasiado llamativo.
– Quiza azul -dijo mientras sacaba un vestido azul oscuro que le habia costado el salario de casi un mes en Paris.
La falda cortada al bies le caia justo por encima de las rodillas, y el corpino sin mangas no era muy escotado, porque su encanto estaba en la tela, completamente transparente de cintura para arriba. Sin embargo, los dibujos que decoraban estrategicamente la tela transparente y el sujetador incorporado tapaban todo lo necesario. ?Aunque dejaba la promesa de estar desnuda!
– Este -se dijo, llevando el vestido al cuarto de bano, al que pensaba anadir unas altas sandalias de tacon.
Billie tenia que reconocer que su nerviosismo no se debia tanto al hecho de cenar con un principe como a la alegria de saber que Jefri queria seguir viendola, a pesar de las reiteradas derrotas. Eso no le habia ocurrido nunca.
Un golpe en la puerta la sobresalto. Miro el reloj, pero era demasiado pronto para Jefri.
– ?Quien es? -pregunto desde el centro del salon.
– Doyle.
Billie se acerco a la puerta y la abrio.
– No te enrolles -dijo ella-. Estoy ocupaba.
Doyle entro y miro a su alrededor.
– Nadie lo diria. Mas bien parece que no estas haciendo nada de nada. Necesito tu ayuda con unos aparatos.
– No es mi departamento.
– Billie, lo digo en serio. Los mecanicos quieren hablar contigo sobre uno de los motores que estan poniendo a punto. Tu sabes distinguir si algo no esta bien por el sonido del motor.
– Si, es un don del que todos podemos aprovecharnos manana. Ahora fuera.
Empujo a su hermano hacia la puerta, pero este apenas se movio, habida cuenta de que media casi veinte centimetros mas que ella y pesaba treinta kilos mas.
– ?Que te pasa? -pregunto el.
– Ya te lo he dicho. Estoy ocupada.
Doyle cruzo los brazos y arqueo una ceja.
– ?Con que?
Billie apoyo las manos en las caderas.
– Tengo una cita.
La expresion de su hermano se endurecio.
– ?Con quien?
– Tengo mas de veintiun anos y no estoy bajo tu tutela, asi que no tengo que decirtelo.
– No me ire hasta que no me des los detalles.
Billie se echo a reir.
– Doyle, no estamos en el siglo XIX. No hay detalles. Un hombre me ha invitado a cenar y he aceptado. Nada mas.
– Tienes una responsabilidad con la empresa.
– Oh, por favor. ?Cuantas veces te he sustituido? ?Mas de mil? Seguro. Creo que tengo derecho a una noche libre de vez en cuando.
– Es el maldito principe, ?verdad?
– Mas vale que te ahorres los insultos. Podrian azotarte, o a lo mejor incluso colgarte.
Su hermano maldijo otra vez.
– Billie, se que estas enfadada por lo que hemos hecho.
– ?A que te refieres? ?A arruinarme la vida amenazando a todos los hombres que querian acercarse a mi? - dijo ella, con ganas de darle un punetazo.
Claro que no solo no le haria nada sino que ademas se arriesgaba a estropearse las unas recien pintadas.
– Sois unos cerdos-dijo, decantandose por fin por el insulto verbal-. Los cuatro. No teniais ningun derecho.
– Vale, enfadate. Sal si quieres, pero no con el.
– ?Por que no con el?
– Porque es un principe.
– Eso ya lo se.
Doyle dejo caer los brazos a los lados.
– Billie, no perteneceis al mismo mundo.
Billie lo sabia perfectamente. Mucho mejor que su hermano. Ella era una simple empleada y el el principe de un reino petrolifero.
– No espero mas que una cena, Doyle. No tienes que ponerte histerico.
– ?Y para eso has pasado cinco horas acicalandote?
– No han sido cinco horas-protesto ella. Poco mas de dos -. Ademas, acicalarse es divertido.
– Esto no se te da bien -insistio el-. No tienes practica.
– Oh, vale. ?Y quien tiene la culpa? ?Hmmm? ?Tu, por ejemplo?
– Vale, echame la culpa a mi. Pero al menos empieza con algo mas facil. Un tio normal. Puedo presentarte a alguien.
– No, gracias. No me interesa -dijo ella, estremeciendose solo de imaginar el tipo de hombre que Doyle podia elegir para ella.
Un blandengue, sin una gota de sangre en las venas y que se echaria a temblar cada vez que viera a sus hermanos, sin duda.
– No es hombre para ti -insistio Doy le.
– Puede, pero me ha invitado a cenar y he aceptado. Te sugiero que lo aceptes tu tambien -fue hasta la puerta y la abrio-. Ahora tengo que vestirme.
Doyle se detuvo un momento antes de salir.
– Cometes un grave error, hermanita. Te aplastara como a un insecto.
– Agradezco tu preocupacion, pero tengo que hacerlo -dijo ella-. Puede que me este tirando a la piscina sin flotador, pero ya soy mayor. Y se nadar.
– Nadar no te ayudara si es un tiburon -dijo Doyle y salio.
Billie cerro la puerta de un portazo tras el.
– Hombres -murmuro.