eran diferentes, lo cual no tenia nada de particular teniendo en cuenta que habia cambiado de hemisferio.
– Estas muy pensativa…
Zara se sorprendio al oir la voz de Rafe. Tal y como habia sucedido por la tarde, acababan de coincidir los dos en el mismo sitio.
– Me estaba preguntando si esas son las mismas estrellas que veo en mi casa.
– Algunas lo son, pero estamos al otro lado del mundo…
Rafe avanzo hacia ella. Llevaba unos vaqueros y una camiseta, y tenia el pelo revuelto como si hubiera intentado dormir, sin exito. Ademas, iba descalzo.
Aquello la excito, especialmente porque ella solo llevaba la bata, el camison y las braguitas. Se sentia expuesta y totalmente consciente de su cercania fisica.
– No podia dormir con tantas emociones…
– Logico. Solo han pasado veinticuatro horas y tu mundo ha cambiado por completo. ?Por que no nos sentamos en el banco? Te contare un cuento si quieres…
Zara acepto la invitacion y no pudo evitar que su imaginacion la traicionara y la devolviera a su encuentro, cuando Rafe se habia lanzado sobre ella pensando que era una impostora.
– ?Quien eres, Rafe? -pregunto ella-. Vas armado, conoces al rey, no eres de aqui y sin embargo te encuentras perfectamente comodo en Bahania, segun parece.
El se encogio de hombros.
– Solo soy un tipo que hace su trabajo. Y que por caprichos del destino, debe cuidar de ti.
– Hablo en serio, Rafe. ?Quien eres?
– Se que te gustaria saberlo, pero no te lo voy a decir.
– ?Es que sigo siendo un riesgo para la seguridad del pais?-se burlo.
– Todavia no estoy seguro. Y mientras no lo este, no pondre en peligro los secretos del pais.
– ?Es que conoces secretos? -pregunto, asombrada.
El sonrio.
– Desde luego. Se convertir el plomo en oro.
– No es un mal secreto…
– No te molestes conmigo -le pidio Rafe, mientras la tocaba en un brazo-. Si te quedas cerca el tiempo suficiente, averiguaras quien soy y lo que hago. Pero por ahora, contentate con saber que trabajo con el marido de Sabrina.
– ?Y que hacias antes? ?Puedes hablar de eso?
– Estuve varios anos en una organizacion que trabaja con el gobierno y que se encarga de arreglar asuntos de seguridad.
– ?Asuntos de seguridad? ?A que te refieres?
– A lo de siempre. Pequenas guerras, terrorismo, prevencion de secuestros…
Zara no salia de su asombro. Sobre todo, porque Rafe hablaba de ello como si no tuviera la menor importancia.
– ?Y antes de eso?
– Estuve diez anos en el ejercito y estudie en la universidad.
– Diez anos es mucho tiempo… ?No lo echas de menos?
– ?A que te refieres? ?A mi pais, o al ejercito?
– A las dos cosas.
– El ejercito era demasiado estricto para mi. Y en cuanto a Estados Unidos, no tengo hogar. Me gusta viajar por el mundo.
– ?Y que me dices de tu familia?
– Que no tengo -se limito a responder.
Zara penso que debia de tener familia en algun sitio, pero los anos que habia pasado con Cleo la habian ensenado a no insistir con ciertas cosas. Si no queria hablar de ello, tendria sus razones.
Estuvo a punto de preguntarle si estaba casado, pero le parecio que habria sido demasiado evidente por su parte y pregunto, a cambio:
– ?Tienes hijos?
Rafe la miro con curiosidad y contesto:
– Ni tengo hijos ni estoy casado, Zara.
– No te he preguntado por tu estado civil…
Zara intento disimular, pero no consiguio enganarlo. Rafe habia adivinado sus verdaderos pensamientos.
– No, claro que no -dijo, sonriendo-. Pero ahora hablame de ti, de tu vida antes de convertirte en princesa.
Zara gimio.
– Cleo ya te dijo que soy profesora. Doy clases en una universidad del Estado de Washington.
– ?Y tu madre? ?Como era?
El rostro de Zara se ilumino.
– Ah, era maravillosa, con tanto talento y tan bella… Durante anos fue actriz y bailarina. De hecho, me enseno a bailar… Pero al final se dedico a la direccion teatral.
– ?Te pareces mucho a ella?
– No, no mucho. Tengo su estatura y su piel, pero no soy tan bonita. Ella tenia curvas que yo no poseo y un encanto que jamas lograria imitar. Ni siquiera soy capaz de caminar sin tropezar con las cosas.
– ?Como fue tu infancia?
– Movida, porque no haciamos otra cosa que mudarnos de ciudad en ciudad. Creo que en parte lo hacia para impedir que el rey Hassan pudiera encontrarnos, aunque sospecho que sobre todo lo haciamos porque le encantaba viajar.
Zara se detuvo un momento antes de seguir hablando.
– Hacia verdaderos esfuerzos por echar raices, pero no lo conseguia. Siempre terminaba disculpandose ante nosotras por tener que cambiar una y otra vez de ciudad… Aquello, por supuesto, impedia que yo hiciera amigos con facilidad, asi que me concentre en los libros. Pasaba horas en las bibliotecas.
Rafe penso que era una historia triste, de modo que decidio atacarla desde otra perspectiva.
– Pero has dicho que te enseno a bailar. ?Daba clases?
Zara rio.
– Oh, si, era una profesora excelente. Sin embargo, yo era tan mala que se llevo un buen disgusto… Imagina: la carne de su carne era incapaz de dar dos pasos sin tropezar. Al final, renuncio.
– Seguro que no se lo tomo tan mal.
– No creas, no creas… Por suerte, a Cleo se le daba mucho mejor. Pero la danza no le interesaba.
– ?Y como se convirtio Cleo en tu hermana?
Zara se encogio de hombros.
– No conozco los detalles porque era muy pequena. Por lo que se, el departamento de adopcion de la ciudad donde viviamos no tenia recursos suficientes y le pidieron a mi madre que cuidara de una de las ninas. Fiona lo hizo y Cleo se quedo con nosotras. Al principio no nos llevamos muy bien, pero en seguida nos convertimos en las mejores amigas.
– Y tu madre la adopto…
– No, no llego a hacerlo. Sencillamente se quedo con nosotras. Cuando murio mi madre, yo tenia veinte anos y Cleo dieciseis… recuerdo que teniamos miedo de que las autoridades la reclamaran hasta que cumpliera los dieciocho, pero no lo hicieron.
– Entonces, tuviste que encargarte de ella…
Zara rio.
– Cleo se enfadaria mucho si te oyera hablar en esos terminos. A los dieciseis anos ya era toda una mujercita, perfectamente capaz de cuidar de si misma. Viviamos juntas y cuidabamos la una de la otra.
– Pero por la edad que tenias, supongo que ya estabas en la universidad…
– Si. Nos llevamos la grata e inesperada sorpresa de que Fiona tenia un seguro, suficiente para pagar mis estudios y los de Cleo si hubiera querido ir a la universidad -explico Zara-. Pero Cleo no queria estudiar y se busco un trabajo.