Rafe lo comprendio entonces.
– No puedo creer que preguntes semejante cosa. Si, estoy excitado. Eso es lo que has sentido. Y es logico que lo este, porque te deseo.
Zara se sintio la mujer mas feliz de la tierra.
El avanzo hacia ella, le puso las manos sobre los hombros y dijo:
– No me mires con esa cara de sorpresa. En tu cuerpo no hay nada malo. De hecho, creo que todo es perfecto. Te deseo, si, es verdad. Y tambien es verdad que quiero hacerte el amor.
Aquello era lo mas bonito que le habia dicho un hombre en toda su vida. Ademas, ella tambien deseaba acostarse con el. Y por otra parte, imaginaba que Rafe tenia la experiencia suficiente como para conseguir que su primera vez fuera inolvidable.
– No se en que estas pensando -continuo el-, pero olvidalo.
– ?Como?
– Lo digo en serio, Zara. Entre nosotros no puede haber nada. No he debido besarte… Tu eres una princesa y yo soy tu guardaespaldas temporal. Mi trabajo consiste en mantenerte a salvo de cualquier amenaza, incluida las sexuales y aunque procedan de mi.
– ?Por que? Es obvio que a los dos nos ha gustado. ?Que hay de malo en ello?
– Ambos sabemos donde acabariamos si siguieramos adelante.
– No lo entiendo, la verdad. En todas las peliculas que he visto, el guardaespaldas siempre se acuesta con su cliente.
– Sin embargo, yo tengo muchos motivos para no caer en la tentacion -insistio el-. Mira, yo no soy ningun principe azul. No creo en los compromisos ni en los para siempre. Vivo el momento y sigo adelante. De hecho, soy muy poco apropiado para ti. De modo que mantente alejada.
– Yo no he dicho nada de compromisos. Hablaba de sexo.
– Dudo que seas capaz de separar las dos cosas.
– En cualquier caso, asi no podre saberlo nunca, ?no te parece? Para una vez que encuentro un hombre a quien le gusto, resulta que no quiere acostarse conmigo porque es mi guardaespaldas -se quejo.
Zara se alejo de el y camino al otro extremo de la habitacion. Pero Rafe la siguio.
– Hay otra razon por la que no puedo ceder al deseo -le explico-. Necesito mantener la cabeza sobre los hombros.
– No te entiendo…
– Eres la hija del rey. Y te aseguro que Hassan no seria precisamente indulgente con alguien que se atreviera a robarle la virginidad a su hija, sobre todo si solo es un empleado como yo. El castigo seria muy severo.
– Eso es una estupidez. Dudo que te cortara la cabeza.
Rafe se encogio de hombros.
– Si no me crees, preguntaselo tu misma.
Entonces, Rafe se dio la vuelta y salio de la habitacion.
– ?Todavia siguen cortando cabezas en este pais? -pregunto Cleo un buen rato mas tarde, cuando Zara le conto su conversacion-. Que alucinante…
– A mi no me parece tan divertido. Siempre he tenido mala suerte con los hombres. Tanta, que ahora corren el riesgo de perder literalmente la cabeza si se acercan a mi. Dudo que eso sirva para atraerlos…
– Bueno, no tienes que contarle a todo el mundo que eres la hija del rey…
– Pero si me conocen aqui, ?como podre disimularlo?
– No se, pero algo me dice que tu mala suerte con los hombres no puede durar mucho mas. A fin de cuentas, tu situacion no puede empeorar.
– No tientes al destino. Ademas, mi vida se ha complicado tanto… Rafe me ha advertido que muchos hombres querran acercarse a mi solo porque soy la hija del rey.
– Si, seguro que si, pero ya te las arreglaras. Eres una mujer inteligente.
– De todas formas tendre que tener cuidado, porque nunca estare segura de si me quieren por mi o por mi dinero. Y en lo relativo a Rafe, sospecho que se lo que quiere de mi -declaro con amargura.
Cleo la acaricio en un brazo.
– No seas tan dura contigo. Que hayas conocido a unos cuantos estupidos en el pasado, no quiere decir que no haya muchos hombres que no te encuentren increible. Algun dia conoceras al hombre adecuado para ti, a uno a quien no le importe perder la cabeza.
Zara rio.
– Si, claro… ?Quien se arriesgaria a morir solo por acostarse conmigo?
– Pasara, ya lo veras.
Zara apreciaba el apoyo de su hermana, pero no la creyo. Rafe habia conseguido volverla loca y resultaba mas que evidente que se sentia atraido por ella. Pero al parecer, no lo suficiente: habia hecho lo posible y lo imposible por alejarla de el.
Zara ya estaba preparada cuando llamaron a la puerta. Marie y sus socias la habian arreglado y maquillado una hora y media antes y habian hecho un gran trabajo. Casi no se reconocia a si misma. Habia sufrido una transformacion completa que culmino con un elaborado peinado y un precioso collar de diamantes y zafiros.
Nerviosa, abrio la puerta. Rafe se encontraba en el pasillo. Se habia cambiado y lucia un esmoquin que le quedaba muy bien.
– Estas perfecta -dijo el, con una sonrisa.
– Gracias. Tu tambien lo estas.
Rafe entro en el salon y miro la hora.
– Tenemos que estar en la antesala del comedor dentro de diez minutos.
– Si estas insinuando que lleguemos tarde, olvidalo. Siempre llego a tiempo a mis citas -intervino Cleo, que tambien estaba presente-. Sobre todo, si voy a tener ocasion de conocer a varios principes de carne y hueso.
– Esta bien. Si ya estais preparadas, vamonos…
Zara miro a su hermana y le parecio tan arrebatadora y bella con aquel vestido azul que no pudo creer que Rafe se sintiera atraido por ella y no por Cleo. Pero no tuvo ocasion de pensar mas en ello, porque en ese momento las tomo del brazo a las dos.
Cleo se pego a el de inmediato. Pero Zara, siempre mas timida, se mantuvo a cierta distancia mientras avanzaban por el corredor.
– Rafe, vas armado… -comento Cleo.
– Soy un hombre cauto.
– Este hombre se toma su trabajo muy en serio, hermanita. Deberias advertirle que se mantenga alejado si alguien te pide bailar con el.
– Zara puede hacer lo que desee -comento Rafe.
– Ah, si, ya me lo han contado. Puede hacer lo que quiera siempre que se limite a mirar. Caramba, Rafe… No pensaba que fueras de esa clase de hombres -dijo Cleo, en tono de recriminacion-. Habia pensado que te gustaba la accion, que no permanecias al margen de las cosas.
Zara se sintio profundamente avergonzada por el comentario de su hermana y deseo que no lo hubiera hecho. Intento cambiar de conversacion, pero no fue necesario porque justo entonces llegaron a la antesala.
Alrededor de una docena de personas se encontraban charlando animadamente en pequenos grupos. Sin embargo, todos quedaron en silencio cuando la vieron.
Sabrina estaba alli, junto con un hombre alto y atractivo que supuso seria su marido. Todos los hombres llevaban esmoquin y algunos lucian condecoraciones y bandas. Y en el centro se encontraba el rey, que sonrio al verla.
– Querida Zara, estas preciosa esta noche -dijo Hassan-. Me alegra mucho que te hayas puesto ese collar. Se lo regalaron a mi bisabuela cuando cumplio veinte anos y siempre ha sido mi joya preferida.
El rey se inclino sobre ella y la beso en una mejilla antes de volverse hacia Cleo para saludarla.
Zara noto que todo el mundo la estaba mirando. Y tambien noto que Rafe se habia alejado para hablar con el marido de Sabrina y que la princesa no parecia precisamente contenta.
Despues, el rey le presento a sus cuatro hijos. Todos eran encantadores, pero resulto evidente que estaban