princesa-. Y ahora que lo dices, Marie me ha comentado que solo elegisteis vestidos para esta noche. ?Por que?

– Porque me parecio que elegir mas seria un abuso. No he venido a Bahania por dinero, ni para conseguir otra cosa que conocer a mi padre. Asi que decidi que aceptaria este vestido, pero nada mas.

Sabrina la miro detenidamente y dijo:

– Te creo.

– Me alegra, porque estoy diciendo la verdad.

– En cualquier caso, tienes que renovar tu vestuario. Te enviare de nuevo a Marie, manana por la manana. Y hazme caso: diviertete con la ropa, disfruta. Piensa que es un regalo… Ah, y deja de mirarme como si estuviera a punto de abofetearte -bromeo-. No soy tan mala persona.

– No pienso que seas mala persona. Bien al contrario, creo que has demostrado mucha paciencia conmigo…

La princesa nego con la cabeza.

– Al contrario. He actuado mal y lo se. Pero podemos empezar otra vez e intentar ser amigas… Llevo tanto tiempo viviendo entre hombres que no me importaria tener a una mujer en la familia. Ademas, somos hermanas. Y las hermanas estan juntas.

Zara sonrio por primera vez.

– De acuerdo…

Las dos mujeres se abrazaron entonces. Y cuando se apartaron de nuevo, Zara dijo:

– ?Te importaria que charlemos manana o uno de estos dias? Tengo tantas dudas y preguntas…

– Claro que no me importaria -respondio-. Asi podremos conocernos mejor.

Hassan pidio a Zara que le concediera el ultimo baile de la noche. Zara habia intentado huir varias veces antes, pero Rafe la intercepto en todas las ocasiones y la obligo a volver. Al parecer, ningun miembro de la familia real podia dejar los actos mientras el rey estuviera presente.

Ahora, se alegraba de haberse quedado. Hassan era un hombre encantador.

– Quiero que tengas ocasion de ver toda Bahania. Pero no en un solo dia, por supuesto…

Ella rio.

– Lei bastante sobre tu pais antes de venir. Y por lo que se, es muy interesante.

– No es solo mi pais. Ahora tambien es el tuyo. Le pedire a Rafe que te ayude a explorarlo.

– Magnifico…

– Y de paso, te presentare a mis gatos preferidos. Seguro que ya te has fijado en que el palacio esta lleno de gatos.

– Si, estan por todas partes.

– Eran mi orgullo y mi alegria hasta que has llegado tu -dijo con ojos brillantes de felicidad-. De haber sabido que existias, habria ido a buscarte. O tal vez me hubiera limitado a observarte en la distancia… no se. Desde luego, nunca habria hecho dano a Fiona y jamas se me habria ocurrido separarte de ella. Pero ya no podemos saber lo que podria haber sucedido.

Zara no supo que decir. Era algo triste, y ademas, estaba muy cansada.

– Pero hablando de verdadero amor, he notado que has pasado bastante tiempo con esos dos caballeros. Tanto Byron como Jean Paul serian buenas elecciones.

– No estoy buscando novio -se apresuro a puntualizar-. Me temo que tengo muchas cosas en las que pensar.

– Ahora si, pero en algun momento tendras que plantearte ese asunto. Tal vez quieras casarte y tener una familia… Deberias darles una oportunidad.

Zara no tenia intencion de dar oportunidad alguna a sus dos perseguidores, pero el rey la miraba con un gesto tan evidente de esperanza que no quiso decepcionarlo.

– Esta bien, les dare una oportunidad si es que quieren volver a verme.

– ?Que si quieren? No cabe duda de que lo estan deseando.

En ese momento, Zara echo de menos la paz y tranquilidad de su pasada vida en Washington. Pero sabia que nada volveria a ser como antes.

Cuando la acompano a su habitacion, Rafe se encargo de los zapatos de Zara. Le dolian los pies y se los habia quitado.

– Recuerdame que la proxima vez los lleve de tacon bajo. Creo que me he roto algo…

– Seguro que manana te encuentras mejor.

– Solo si alguien me lleva en brazos y no tengo que caminar.

– ?Te has divertido? -pregunto, mientras avanzaban por uno de los inmensos corredores.

– Ha sido interesante, aunque dificil. Sin embargo, al menos he conseguido no meter la pata.

– Lo has hecho muy bien.

– ?De verdad crees que los perros de presa estaban interesados en mi? -pregunto de repente.

– Oh, si, claro que lo creo -respondio, sonriendo.

– Lo que faltaba… Y lo peor es que el rey quiere que vuelva a verlos.

Rafe sintio celos sin poder evitarlo. No queria ni podia mantener una relacion con ella, pero eso no significaba que le agradara. Ademas, no le apetecia tener que acompanarla por toda la ciudad para que saliera con otros hombres.

– ?Y tu? ?Que quieres tu?

– No se… Respuestas, supongo. A lo largo del dia he deseado varias veces no haber tomado la decision de venir -dijo, mientras se detenia un momento-. He deseado no saber la verdad.

Rafe observo su bello rostro. Deseaba tomarla entre sus brazos y besarla, pero se limito a tomarla de la mano y a llevarla hacia su suite.

– Vamos, sigamos adelante. Es hora de que las princesas se vayan a la cama.

– ?Me meteras tu?

– No.

– Todo esto es tan extrano… En otras circunstancias, jamas me habria comportado asi con ningun hombre. Y si lo hubiera hecho y me hubiera rechazado, me habria sentido muy mal -le confeso-. Sin embargo, aqui estoy, contigo, y soy capaz de sobrevivir a pesar de tus constantes negativas.

– Eres una mujer dura.

– No, no es por eso. Creo que es porque cada vez que hago alguna insinuacion, tus ojos se iluminan con pasion. Y me gusta.

– Bah, son imaginaciones tuyas.

– No lo son. Por cierto… Byron me ha invitado a montar a caballo pasado manana. Al parecer hace mucho calor por la tarde, asi que saldremos pronto. Espero que no te moleste.

Rafe recibio el anuncio como una bofetada. Intento animarse pensando que pronto terminaria su trabajo y que podria volver a la Ciudad de los Ladrones, pero no lo consiguio.

– Dime donde y cuando y estare alli.

– ?Armado?

– Como siempre.

La sonrisa de Zara desaparecio un segundo despues.

– ?Puedes hacerme un favor? Dime que te gustaria darme un beso de buenas noches. Creo que me lo he ganado…

De forma involuntaria, Rafe bajo la mirada a los labios de la mujer. Deseaba besarla con todas sus fuerzas.

– Me lo pones muy dificil, Zara. ?No te basta con eso?

Zara se puso de puntillas, lo beso en una mejilla y antes de desaparecer en sus estancias, respondio:

– No.

Dos dias mas tarde, mientras montaba en pleno desierto, Zara penso que aquello no era como lo habia imaginado. No se parecia nada a ninguna pelicula romantica, no tenia nada de exotico: hacia un calor insoportable

Вы читаете El jeque y la princesa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату