El hermanastro de Zara la saludo y dijo:
– Me alegro de verte. Queria tener la ocasion de charlar contigo y conocerte un poco. ?Te apeteceria bailar mas tarde?
– Claro, por que no.
Zara se alejo. Y cuando se encontraba a cierta distancia, se volvio hacia Rafe y pregunto:
– ?Es que hay baile despues de la cena?
Rafe rio.
– Oh, si. Y sospecho que Byron y Jean Paul no permaneceran muy lejos de ti. Estoy deseando verlo.
Capitulo 8
CUANDO el principe Sadik le pidio que bailara con el, Zara se sintio profundamente aliviada. Llevaba un buen rato bailando con hombres que no conocia y, por supuesto, con Jean Paul y Byron. No solo la trataban como si fuera una pieza deseada por el rival, sino que no dejaban de mirarse entre ellos. Casi estuvo a punto de sugerir que se marcaran un tango juntos.
– ?Te estas divirtiendo? -le pregunto el principe.
– Si, es una velada maravillosa -mintio.
El sonrio.
– Tu hermana me ha comentado que tienes reservas sobre lo de formar parte de nuestra familia.
– No te preocupes. Cuando la estrangule, dejara de hablar demasiado.
– Bueno, no se puede decir que el comentario me haya extranado. Es logico. Significa un cambio radical de tu vida y ni siquiera conoces bien nuestro pais.
– Dime una cosa: ?todo el mundo me odia? He aparecido asi, de repente, y el rey esta convencido de que soy… bueno, ya lo sabes.
– Si, la hija de su amada Fiona, lo se. Pero no te preocupes por eso. Nadie esta molesto con tu llegada.
Zara penso que el principe se limitaba a ser amable con ella para intentar tranquilizarla. O tal vez no supiera que Sabrina no se habia alegrado demasiado.
Cuando terminaron de bailar, Zara aprovecho que Jean Paul y Byron estaban lejos para alejarse hacia las escaleras y estar un rato a solas. Pero acababa de llegar cuando alguien la toco en un brazo.
– Ah, eres tu… Me has abandonado.
– Solo estaba dejando que te divirtieras -dijo Rafe.
– No debes saber mucho de mujeres si crees que me estaba divirtiendo.
– ?Es que no te gusta bailar?
– No cuando estoy entre las garras de dos hombres que se comportan como perros de presa -protesto.
– Te he visto con Sadik. El no es asi…
– Es cierto, es muy amable. Ha intentado convencerme de que la familia no esta molesta con mi llegada, pero no lo creo.
– Deberias creerlo -dijo, mientras miraba hacia atras-. Por cierto, hay dos perros que se dirigen hacia aqui…
– ?Dios mio! Salvame, te lo ruego. ?No quieres bailar conmigo?
– Claro.
– Entonces, pidemelo.
– Esta bien, te lo pido…
Rafe la llevo a la sala de baile y enseguida descubrio que era un excelente bailarin.
– No sabia que ensenaran a bailar en la academia militar.
– Soy un hombre de multiples talentos.
Estuvieron bailando varios minutos, en un comodo y agradable silencio. A pesar de todo lo que habia sucedido, ella se sentia totalmente a salvo entre sus brazos.
– Zara…
– No digas nada, Rafe. Yo tambien lo siento.
– Pero lo que sentimos es irrelevante.
– ?Por que? Dudo que el rey te cortara realmente la cabeza. No te haria algo asi.
– No puedes saber lo que haria. En cambio, yo lo conozco desde hace tiempo y estoy familiarizado con las costumbres de su mundo.
– ?Y que hay de besarse? Eso no puede ser ilegal…
– No, nada de besos. Si empezamos asi, acabariamos en otra cosa.
– Cobarde…
– Insultarme no servira de nada.
– ?Y que serviria?
La musica termino en ese instante y Rafe se aparto e hizo una pequena reverencia.
– Zara, resultas increiblemente tentadora. Pero no pienso ceder.
Ella suspiro.
– Ese es el cumplido mas dudoso que he oido en toda mi vida.
– Tal vez, pero lo digo en serio.
Zara se dirigio al cuarto de bano para librarse de sus dos fervientes admiradores. Todavia se sentia decepcionada por la negativa de Rafe a besarla, pero no podia dejar de sonreir desde que le habia confesado que la encontraba tentadora.
Apenas llevaba unos segundos en el gigantesco servicio, tan amplio como un salon, cuando la puerta se abrio y aparecio Sabrina, que sonrio de un modo forzado.
– ?Te estas divirtiendo? -pregunto la princesa, mientras sacaba un pintalabios para retocarse.
– Si, mucho. He tenido ocasion de hablar con el principe Sadik y me ha parecido encantador.
Sabrina termino de pintarse los labios y volvio a sonreir.
– Dudo que le gustara tu descripcion. Mis hermanos se precian de ser arrogantes y duros.
– Ah…
Zara no sabia que decir. Despues de lo que Rafe le habia comentado, comprendia la animadversion de la mujer.
Asi que opto por intentar ser sincera.
– Sabrina, siento mucho todo esto. Siento haber interferido en tu vida… No pense que mi llegada pudiera causar tantos problemas. Se que he actuado de forma irresponsable.
La princesa guardo el pintalabios en el bolso, y solo despues, la miro.
– Por tu disculpa, sospecho que alguien te ha estado hablando de mi pasado.
Zara asintio.
– Rafe menciono un par de cosas.
– Mira, se que no es culpa tuya. Comprendo que mi padre se alegre de encontrarte, pero despues de haber pasado la infancia que pase, me cuesta contemplar ese brillo de felicidad en sus ojos cuando te mira.
– Lo siento, Sabrina -acerto a murmurar.
– No lo sientas. No es culpa tuya ni de nadie. Mi padre es como es y sabia que nunca seria su preferida. Pero antes conseguia convencerme de que se debia a que era mujer y no hombre, y ahora…
– No se que decir…
Sabrina sonrio.
– No digas nada. No es responsabilidad tuya. Tu has venido porque querias saber la verdad.
– He venido en busca de raices. Siempre quise conocer a mi padre y mi madre nunca hablaba de el. Pero jamas habria imaginado nada parecido…
Sabrina rio.
– Bahania te gustara. Es increible a su modo.
– Lo se… Por cierto, muchas gracias por habernos enviado a Marie.
– Bueno, pense que seria mejor que prestaros ropa mia. Ademas, Cleo no es de mi talla -comento la