– Si, si, eso es lo que dice todo el mundo…
Gracie se echo a reir.
– Nada de eso, pero, si eres muy, muy bueno, tal vez te haga algo para darte las gracias por ayudarme con este asunto.
– Zeke es el jefe de mi campana. Ahora que sabes cuanto esta en juego, comprenderas, por que quiero asegurarme de que lo que esta haciendo no puede fastidiar mis planes.
– Tienes razon. Llamare a Alexis manana por la manana y le dire que no sabemos nada. Tambien tratare de convencerla para que hable con el. Es lo mas sensato.
Riley se habria apostado algo a que no llevaba perfume, pero el dulce aroma que emanaba de la piel de Gracie llenaba el coche. La tension restallada entre ambos. ?Quien habria pensado que, despues de todo aquel tiempo, podria encontrar atractiva a Gracie?
Se recordo lo mucho que podia perder por una noche de placer. Entonces, se inclino hacia ella y observo como Gracie abria mucho los ojos.
– Que pases buena noche -le dijo, mientras se inclinaba un poco mas para abrirle la puerta.
– ?Que? Ah… Claro. Gracias…
Le dedico una rapida sonrisa y se bajo del coche. Riley espero hasta que ella estuvo dentro. En realidad, tardo mucho en arrancar. Aquella noche, los pensamientos que tenia sobre Gracie lo mantuvieron despierto mas alla de la medianoche.
El agudo sonido hizo que Gracie quisiera gritar. No se habia acostado hasta despues de las cuatro de la manana y era demasiada temprano como para levantarse. Sabia que no habia puesto el despertador, por lo que tenia que ser el telefono. Se incorporo aun medio dormida y lo contesto.
– ?Si? -pregunto. Un profundo sollozo lleno el silencio-. ?Si? ?Quien es?
– Soy yo. Alexis… Oh, Gracie… He ido a su despacho y lo he visto… ?Con ella!
– ?Que? ?De que estas hablando?
– De Pam… Zeke esta teniendo una aventura con Pam Whitefield.
Capitulo 5
La mano de Becca Johnson temblaba mientras firmaba los documentos.
– Tengo miedo -admitio con una sonrisa.
– ?Deseas cambiar de opinion?
– ?Esta bromeando? -le pregunto Becca, mirandola muy sorprendida-. Gracias a usted, tengo la oportunidad de abrir un negocio en mi casa. Es lo que siempre he deseado hacer. Desde el divorcio, casi no he podido salir adelante economicamente… -anadio. La sonrisa se le helo en el rostro- ?Se suponia que debia decirle eso?
Riley hizo todo lo posible para transmitirle tranquilidad
– Hemos realizado un estudio muy exhaustivo de tu credito y de tus ingresos. Dudo que, en este sentido, tengas secretos para nosotros.
Becca Johnson era una mujer divorciada de unos treinta anos, con dos hijos, que estaba interesada en abrir una pequena guarderia en su casa. Habia acudido al banco para que le dieran un prestamo. La decision final sobre el prestamo habia sido de Riley y habia decidido concederle el prestamo, a pesar de lo mucho que la mujer tenia en su contra.
Cuando terminaron de firmar los papeles, la mujer le dio las gracias efusivamente a Riley y se marcho. Inmediatamente despues, Diane entro en el despacho.
– Aqui tienes los papeles del prestamo de Becca Johnson -dijo, entregandole el archivo-. Encargate de que todo se prepara hoy mismo y de que el dinero se deposite en su cuenta a primera hora de la manana.
La secretaria tomo los papeles, pero no se marcho.
– ?Deseas algo mas? -le pregunto Riley.
– Asi es -respondio la secretaria, mirandolo con frialdad-. Sus proyecciones trimestrales no estan muy detalladas.
– ?Se trata de una critica?
– Es un hecho… Resulta gracioso como la senora Johnson cree que le acaban de dar la oportunidad de hacer realidad sus suenos. Si supiera que acaba de realizar un trato con el diablo…
– Y yo que creia que habiamos acordado que me llamarias por mi nombre de pila
– ?Cuanto tiempo tiene esa mujer hasta que el mundo se le desmorone encima? -le espeto ella, sin cambiar un apice su mirada de desaprobacion-. ?Un mes? ?Va a cerrar usted el banco el dia despues de las elecciones o va a esperar hasta que certifique los resultados?
Diane lo habia deducido todo. Riley se pregunto si la mujer encontraria alguna satisfaccion al saber que tenia razon.
– Todos los prestamos deberan pagarse. Todos. ?Sabe de cuantas casas estamos hablando? ?De cuantos negocios? Usted podria destruir esta ciudad. ?Es que no le importa? -anadio al ver que Riley no contestaba
– Nada en absoluto
– Eso es lo que me habia parecido.
Diane se dio la vuelta y se marcho. Riley permanecio mirando la puerta cerrada. Se negaba a sentirse culpable por lo que iba a hacer. Si ganaba, el banco seria historia. Si no, la vida seguiria como antes. Se contrataria a otra persona para que se ocupara de todo.
Diane podria destruir sus oportunidades de ganar, pero no lo haria. Era de la vieja escuela. Lo que ocurria en el lugar de trabajo alli permanecia.
Cerro el programa en el que estaba trabajando y accedio a la base de datos. Despues de escribir el nombre de Diane, comprobo los prestamos que ella tenia. Habia uno sobre una casa. Solo debia unos pocos miles de dolares. Aunque el banco cerrara, ella no se veria afectada. Entonces, ?por que se habia disgustado tanto?
Quince minutos mas tarde, alguien llamo a la puerta. Riley fruncio el ceno. No podia ser Diane. Ella ya no llamaba.
– Entre.
La puerta se abrio y Gracie se asomo.
– Soy yo.
– Ya lo veo
– Tengo buenas y malas noticias. ?Cuales quieres primero?
– ?Por que no entras y me das las dos?
Gracie entro y cerro la puerta. Se acerco al escritorio y coloco una pequena caja rosada encima. Entonces, sonrio.
– Te he hecho un pastel -dijo con un cierto rubor cubriendole el rostro.
Llevaba el cabello suelto y un vestido de verano que enfatizaba sus curvas y que la hacia muy atractiva.
– Anoche no podia dormir despues de trabajar en los adornos, por lo que decidi hornear un pastel. Esta relleno de chocolate y por encima…
Gracie siguio hablando, explicandole que no habia estado muy segura de que diseno hacerle, pero Riley no podia prestarle atencion. Por supuesto, su madre le habia hecho pasteles para su cumpleanos, pero nada mas. Desde entonces… Bueno, el no era la clase de hombre para el que las mujeres preparaban pasteles.
– ?No vas a abrirlo para ver como es? -le pregunto ella con impaciencia
– Claro.
Abrio la caja y vio que el pastel estaba decorado con una mofeta muy sonriente. No pudo evitar esbozar una sonrisa.
– Vaya, estoy muy impresionado.
– Bien. A los chicos no os van las flores y no se que haces en tu tiempo libre, ni nada. Pense que lo de la mofeta seria divertido. ?Quieres probarla?
Mientras se lo preguntaba, se sento en el sillon de cuero que habia junto al escritorio y se metio la mano en el enorme bolso que llevaba. Saco un cuchillo de aspecto muy fiero y unos platos de carton.