– ?Por que ha hecho eso? -pregunto ella, cuando el camarero se marcho despues de abrir la botella.

– ?Abrir el vino? Alguien tiene que hacerlo. Se puede romper el cuello de la botella, pero no creo que resulte muy agradable -bromeo.

Gracie hizo un gesto de desesperacion con lo ojos. El color azul cambio hasta convertirse en el de una bahia en verano.

Riley se quedo atonito. ?Una bahia en verano? ?De donde diablos habia salido aquel pensamiento? Era Gracie. La mujer que le habia aterrorizado.

No la encontraba atractiva, aunque efectivamente estuviera muy guapa con aquella camiseta negra tan cenida. No era para el. La lista de razones era interminable.

– No me referia al vino, sirvo a eso. A la muerte -contesto ella senalando el pan.

– ?El pan es muerte?

– Tecnicamente no, pero, ?sabes lo que un par de rebanadas le hacen a las caderas y a los muslos de una mujer? Ahi es donde se acumula el pan. Hay una ruta directa desde el estomago hasta los tejidos adiposos, donde las celulas hambrientas se devoran el pan y se ponen redondas y gordas.

– Me estas asustando…

– Tu eres un hombre -dijo ella lamiendose los labios-. No comprendes nada de esto. Tu metabolismo seguramente te permite comerte una panaderia entera sin engordar ni un gramo.

Tal vez fuera un hombre, pero… si Gracie se volvia a lamer los labios de aquella manera iba a tener que olvidarse del listado de razones.

– Bueno, por una vez…

Observo como Gracie tomaba un trozo de pan y se lo metia en la boca. Ella cerro los ojos y se relajo tanto que a Riley le parecio que lanzaba un gemido.

– Delicioso…

– ?Que mas no comes?

– Principalmente pan. Ah, y chocolate. Puedo prescindir de la mayoria de la comida basura. Jill y yo hemos almorzado hoy en un restaurante mexicano y tome patatas fritas, pero podria pasarme meses sin probarlas. Sin embargo, el pan…

Se dispuso a tomar otro, mordisco. El tuvo que apartar la mirada porque observarla resultaba demasiado erotico.

– ?Y tus pasteles? -pregunto Riley, esforzandose por mantener la atencion fijada en las ventanas.

– No los pruebo nunca. Antes solia probarlos constantemente, pero eso me supuso cinco kilos de mas. No obstante, cuando perfeccione mi receta secreta, ya no tuve que seguir haciendolo. Algunas veces, los rellenos me suponen algun problema, pero hago todo lo posible por ser fuerte. ?Y tu?

– Yo no hago pasteles -dijo el. Volvio a mirarla y sintio un profundo alivio al ver que ella ya se habia terminado el pan.

– ?Que gracioso! Me referia a tu vida. ?Como pasaste de una plataforma petrolifera a presentarte para alcalde de esta ciudad?

– ?No te lo ha dicho Jill?

– No A pesar de ser mi mejor amiga, jamas traicionaria a un cliente.

– Me presento a alcalde para cumplir con las condiciones del testamento de mi tio.

– Eso no tiene sentido -afirmo ella tomando la copa de vino-. ?Su ultima voluntad fue que tu fueras alcalde?

– Algo asi. Me lo dejo todo. El banco, la casa, las fincas… Con la condicion de que demostrara que me habia convertido en un hombre respetable. El modo de hacerlo es presentarme a alcalde y ganar las elecciones

– Y yo que creia que mi familia era retorcida. Sin embargo, estamos hablando de mucho dinero ?no? Es decir, si no, no lo estarias haciendo.

– Sin contar el banco, el patrimonio tiene un valor de noventa y siete millones de dolares.

Gracie aun estaba tomandose el vino cuando Riley realizo esta revelacion. La sorpresa que le produjeron sus palabras fue tal que no pudo evitar atragantarse.

– ?Te encuentras bien? -le pregunto el medio levantandose del asiento.

– Si, si… -musito ella. Volvio a toser. Alcanzo el agua y tomo un sorbo-. ?Has dicho noventa y siete millones de dolares?

– Si. De dolares norteamericanos. Yo tambien los utilizo.

– Es una cantidad de dinero increible. Yo adoro a mi tio, pero lo unico que me dejo fue una pequena casa de tres dormitorios en Torrance.

– Pero sin condiciones.

– Eso es cierto, pero por una cantidad de dinero asi, yo seria capaz de cualquier cosa. Vaya… Seras el alcalde mas rico de Los Lobos. Supongo que solo querras estar una legislatura, ?no? ?Que haras despues?

– No lo he decidido.

En realidad, no pensaba ni siquiera cumplir una legislatura. El testamento solo afirmaba que tenia que ganar, pero no habia dicho nada sobre cumplir el mandato.

Por fin, el camarero les llevo las ensaladas. Cuando se hubo marchado, Gracie dijo:

– Tambien te ocupas del banco, ?no?

– Si. Es mi primer trabajo de despacho. Cuando estuve fuera, estudie mucho en mi tiempo libre. Me licencie en Economia, lo que me ayuda bastante. Sin embargo, siempre estoy a punto de meter la pata. Mi secretaria, Diane, es una gran ayuda para mi. Es una maravilla. Tiene unos sesenta anos y aun lleva trajes de tweed y no deja de darme ordenes.

– Jamas me habria imaginado que eres la clase de hombre al que le gusta verse dominado por las mujeres.

– Diane es muy especial.

La luz daba al cabello de Gracie un tono muy dorado. A Riley le gustaba la facilidad con la que ella se reia y lo poco en serio que parecia tomarse las cosas. Movia el cuerpo de tal manera que no le resultaba dificil imaginarsela desnuda y humeda. Solo pensarlo…

No podia hacer nada al respecto. En otras circunstancias, tras explicarle claramente las reglas, tal vez. Sin embargo, no alli. No en Los Lobos, donde todo el mundo los conocia y donde debia ganar unas elecciones. Tal vez Gracie fuera sensual, hermosa y completamente encantadora, pero habia noventa y siete millones de dolares en juego. Por ese precio, seria capaz de mantener su libido bajo control.

– ?En que estas pensando? -le pregunto ella-. Te has quedado muy serio.

– En que jamas podriamos hacer esto en Los Lobos.

– Es verdad. La gente no hablaria de otra cosa durante semanas. Mi vida, nuestras vidas, serian un infierno.

– No obstante, creo que yo me llevo la mejor parte,

– ?Que quieres decir?

– Yo soy el que esta cenando con una leyenda -afirmo el-. La infame Gracie Landon, que sabe como amar con todo el corazon.

Gracie entorno la mirada y agarro una barrita de pan para tirarselas. Riley se echo a reir cuando esta le golpeo en el pecho y cayo al suelo.

– Si pudieran verte ahora mismo -bromeo el.

Gracie tomo el tenedor y ensarto un trozo de lechuga.

– Es mejor que tengas cuidado. Tienes un coche muy bonito y aun se donde vive esa mofeta.

Cuando llegaron a la casa de Gracie, ella se asomo por la ventanilla para contemplar la oscuridad de la noche.

– Me alegro de que aun siga lloviendo dijo-. Es una noche perfecta para ponerse a hornear pasteles.

Riley apago el motor del coche.

– ?Eso es lo que vas a hacer ahora?

– Si. Me gusta la tranquilidad. Puedo concentrarme muy bien. Ademas, hay unos anuncios geniales en la Tele tienda. Te sorprenderia ver las cosas que se pueden comprar. Yo nunca llamo, pero me gusta verlos.

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