agradable. Incluso no deja de hablar de ti.

– Vaya.

– Resulta muy extrano. Casi deseo sentir simpatia por ella, pero no puedo. Sin embargo, no se por que se comporta asi. Jill me dijo que seguia siendo igual que entonces, pero conmigo se ha portado fenomenal. ?Crees que esta tramando algo?

– ?No crees que de verdad pueda ser asi?

– Se que esta mal que yo la juzgue; pero no puedo evitarlo. Quiero que me caiga bien, pero, cada vez que lo intento, una voz en mi interior empieza a gritar, lo que significa que o me esta enganando o soy una persona realmente mala.

– No eres una mala persona.

– No me conoces lo suficientemente bien como para decidir.

– Creo que si.

Riley se puso de pie y le tomo la mano. Entonces, hizo que ella se levantara y la abrazo.

– No importa que Pam no te caiga bien -dijo, besandola en la frente-. No se lo voy a decir.

– Gracias -susurro ella, acurrucandose contra el. Resultaba tan agradable-. Se supone que tu no deberias estar haciendo esto ?Y eso de usar y tirar?

Riley la miro a los ojos. En aquel momento, habria jurado que podia ver hasta el fondo del alma de Gracie. No habia secretos ocultos. Nada.

– Ya te he dicho que no puedo olvidarme de ti -dijo.

– Yo tampoco. Anoche hicimos el amor, ?verdad? Fue algo diferente a lo de usar y tirar…

– Si, Gracie, hicimos el amor.

Aquellas palabras surgieron de un lugar muy profundo de su interior. No creia haberlas dicho antes. Hasta Gracie.

?Que diablos estaba haciendo? La solto y dio un paso atras.

– Tengo que marcharme.

– Bien. Gracias por venir.

Riley se despidio de ella y salio corriendo de la casa. Gracie recordo sus prioridades. Las tenia y no podia olvidarse de ellas. No se implicaba con ninguna mujer, no le importaba y no se quedaba a su lado. Nada iba a cambiar eso. Ni aquella ciudad ni Grade.

Riley se paso la manana del debate en su despacho del banco. El departamento de prestamos acababa de mandarle el informe semanal, que Diane le habia entregado.

– Esta semana tenemos muchos prestamos de vivienda.

– Ya lo veo -dijo el.

– Esas personas, nuestros clientes, esperan tener treinta anos para pagar sus deudas. ?Que les va a ocurrir?

Riley no contesto. Los dos sabian lo que ocurriria. Si el cerraba el banco los prestamos tendrian que liquidarse. Todos los clientes tendrian menos de tres meses para asegurarse una nueva financiacion. Si no podian hacerlo perderian su casa.

– Se que piensas que tu tio era una canalla, Riley, pero, ?estas seguro de que estas obligando a pagar por ello a los responsables?

Riley se quedo atonito. Se quedo mirando a Diane, preguntandose que le resultaba mas sorprendente, que ella lo hubiera llamado por su nombre de pila o que hubiera utilizado palabras algo subidas de tono.

– Estas caminando por una linea muy delgada.

– ?Vas a despedirme? -le espeto ella, con una sonrisa.

– No.

– Entonces, no veo peligro alguno. Podrias hacer mucho bien aqui. Te gusta el trabajo. Esto es mucho mas importante que tu tio. Es la comunidad.

– ?Quieres que te recuerde que me importa un comino?

– Entonces, me equivoque al esperar mas de ti.

Diane se marcho sin decir nada mas. Cuando Riley volvio a quedarse a solas, hizo girar la silla y se puso a mirar el cuadro de su tio.

– Lo siento. No me interesa salvar tu ciudad. Creias que habias ganado esta ronda, que yo haria lo que tu querias solo para quedarme con el dinero: Sin embargo, las cosas no van a salir tal y como tu esperabas. Voy a ganar yo. Lo unico que me apena es que tu no estas vivo para verlo.

Graciee llego al salon de actos poco antes de las tres. Tenia muchos recuerden sobre el viejo edificio, muchos acontecimientos escolares y muchas reuniones de la infancia. Sabia que el debate se realizaria en la sala mas grande, pero no se dirigio hacia alli. Se encamino hacia la puerta trasera para no causar ningun revuelto. Alli se encontro a Jill.

– He reservado un par de asientos -dijo Jill-. Date prisa. Estan a punto de comenzar.

Gracie la siguio al interior. Habian bajado las luces, para dejar solo iluminado el escenario, en el que ya se encontraban los dos candidatos.

– Hay mucha gente -comento Jill, cuando se hubieron sentado-. Dudo que nadie se de cuenta que estas aqui.

– Eso espero. No esperaba tanta gente.

– Yo tampoco, dado que van a retransmitir el debate por la radio.

– Probablemente yo me deberia haber quedado alli escuchandolo.

Habria sido lo mas sensato, pero queria ver a Riley. Suponia que debia de estar disgustada porque hubieran hecho el amor, pero no era asi. Se habia sentido tan a gusto entre sus brazos. Y la noche anterior, cuando la abrazo… Le habria gustado que no la soltara jamas.

Se esforzo por ignorar las senales de peligro. Sabia que tener una relacion con Riley era un error. La idea que el tenia de una relacion era la que duraba dos noches. Ella queria que durara para siempre. Hasta hacia muy poco, Riley habia vivido en la plataforma petrolifera y habia viajado por todo mundo. Ella casi no salia de su vecindario. No tenian nada en comun y…

Fruncio el ceno.

A excepcion de su aparente incapacidad para comprometerse con una mujer durante mas de veinticuatro horas, ?cual era el problema? Riley era un tipo genial, a ella le gustaba, se divertian juntos…

– ?Que te pasa? -le pregunto Jill-. ?Te va bien con tu negocio de pasteles?

– Si. Estoy muy ocupada en esta epoca del ano. Lo de Pam me esta resultando dificil.

– ?Que ocurre? ?Se deshacen hasta los pasteles? -comento Jill riendo.

– En realidad, no. Es muy maja.

– Es imposible.

– Lo se. Eso me parece a mi tambien, pero… Es cierto. Resulta agradable, simpatica y buena persona. Incluso habla bien de Riley. No se si deberia aceptarla tal y como parece o seguir con cuidado.

– Ya sabes lo que te aconsejo yo.

– Si. Que mantenga las distancias y que lleve un crucifijo constantemente.

– Exactamente. ?Va todo lo demas bien?

Gracie asintio. Aunque le hubiera gustado contarle a Jill lo ocurrido con su familia, no era el lugar adecuado. Tampoco le podia contar lo que habia ocurrido con Riley. Se lo contaria, pero cuando estuvieran a solas.

Tal vez deberia arrepentirse de lo ocurrido. No podia. Lo del posible embarazo le resultaba algo preocupante. Se coloco una mano sobre el vientre y se dijo que no era posible. Le daba la sensacion de que, aunque estuviera embarazada, Riley no se casaria con ella por lo ocurrido con Pam en el pasado. No estaba segura de como se sentia al respecto. Aunque jamas habia planeado ser madre soltera, no podia darle la espalda a su hijo. Si Riley no estaba dispuesto a participar, no importaba. Le entristecia que fuera a alejarse de su hijo, pero sabia que casarse por un embarazo era sembrar la semilla del desastre. No queria una relacion basada en imposiciones. Queria amor eterno hasta que la muerte los separase.

– ?En que estas pensando? -le pregunto Jill-. Tienes un gesto muy extrano en el rostro.

– ?Como supiste que Mac era el hombre de tu vida?

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