tuviera el informe del detective privado, no podia estar seguro de nada.
No queria que fuera Gracie. Catorce anos antes habria vendido su alma o incluso su coche para sacarla de su vida. En aquellos momentos… En aquellos momentos no sabia lo que queria.
Se dirigio al ascensor. Habia varios empleados juntos, hablando en voz baja. Cuando el se les acerco, uno de ellos le dio un codazo a otro. Todos se volvieron para mirarlo.
– Buenas tardes, senor Whitefield.
Riley se limito a asentir y se metio en el ascensor. Antes de que se cerraran las puertas, el pudo comprobar que habian vuelto a cuchichear. Los rumores viajan muy rapidamente. Suponia que, en aquel caso, se habian enterado por la retransmision de la radio. Seguramente Zeke estaba que se subia por las paredes. Iban a tener que encontrar un buen plan para lograr recuperar el terreno perdido.
Entro en su despacho y miro el retrato de su tio.
– No vas a ganar. Ni ahora ni nunca. Encontrare el modo.
En aquel momento, alguien llamo a la puerta.
– Marchese -dijo.
– Senor Whitefield, tiene una visita.
– No me interesa.
– Es importante.
– ?De quien se trata? -pregunto con cierta curiosidad. Sin saber por que, se sorprendio esperando que fuera Gracie.
En vez de responder, Diane dio un paso atras. Riley vio que se trataba de un hombre de unos cincuenta anos, vestido con un traje algo raido y una camisa blanca algo sucia. En cierto modo, parecia mucho mas pequeno de lo que Riley creia recordar. Tal vez habian pasado mas de veinte anos, pero Riley lo recordaba todo sobre el hombre que los habia abandonado a su madre y a el.
El recien llegado le dedico una sonrisa.
– Hola, hijo. ?Como estas?
Gracie estaba a mitad de camino de Los Angeles cuando se detuvo y dio la vuelta para regresar a Los Lobos. Se recordo que jamas habia huido de sus problemas.
Sentia un torbellino de emociones en su interior. Se sentia asqueada y enfadada con quien la hubiera traicionado. Sin embargo, ella no le habia dicho a nadie lo que estaba ocurriendo. Entonces, ?de donale se habia sacado el alcalde la informacion?
El telefono volvio a sonar: Lo agarro y, tras ver que volvia a tratarse de Jill, lo tiro de nuevo sobre el asiento. Su amiga la habia llamado tres veces. Sus hermanas dos y su madre seis. No estaba de humor para hablar con nadie, pero no habia recibido ninguna llamada de la unica persona con la que queria hablar. Riley.
?Que estaria pensando? ?Sabria que ella no habia revelado su secreto o estaba ya preparando su venganza? Peor, aun. ?La odiaria? Podia soportar que el estuviera enfadado, pero no que la apartara de su lado sin ni siquiera, darle la oportunidad de explicarse.
No comprendia como habia podido ocurrir algo asi. Le costaba creer que hubiera sido su vecina la que los habia estado espiando la noche que hicieron el amor, para luego tirar a su perra al agua a proposito e ir luego a pedirles ayuda. Tenia que ser otra persona.
Cuando llego a Los Lobos, dudo sobre que direccion tomar. Al final, se decidio y se dirigio a la casa de Riley:
– Voy a hacerle escuchar -se dijo mientras se dirigia a la puerta.
Esta se abrio antes de que tuviera la oportunidad de llamar. Se sorprendio tanto que dio un paso atras y estuvo a punto de caerse.
– ?Has estado bebiendo? -le pregunto Riley.
– No… No crei que me fueras a dejar entrar estaba preparada para llamar y llamar hasta que abrieras.
– ?Te sientes desilusionada?
– No. Mira, Riley. He venido a decirte que no fui yo. No le conte a nadie lo que hicimos y, por supuesto, no dije que pensaba que podria estar embarazada. No se de donde se ha sacado esa idea el alcalde.
– Lo se -dijo el mirandola tranquilamente.
– ?De verdad? ?Me crees?
– Si.
– ?Por que?
– ?No puedes aceptar simplemente mi palabra?
– No. Si yo estuviera en tu lugar no estaria segura de lo que me creeria. ?Por que?
Riley se encogio de hombros, lo que no resulto una respuesta muy satisfactoria. Sin embargo, parecio que aquello era lo unico que Gracie iba a conseguir.
– Voy a ir a dar un paseo por la playa. -anuncio el-. ?Quieres venir conmigo?
– Claro.
Cuando llegaron, estaba casi atardeciendo. Riley aparco el Mercedes y luego, mientras atravesaban la arena, tomo la mano de Gracie. Ella se habia quitado los zapatos y, sin los tacones, casi no le llegaba ni a los hombros. Llevaba el cabello suelto y se habia sacado la camisa del pantalon. A pesar de todo, Riley la encontraba terriblemente sexy.
?Le habia dicho por eso que la creia? ?Porque se queria acostar con ella? Suponia que era, una razon tan buena como otra cualquiera, pero no habia ninguna logica en la situacion.
No queria que Gracie se sintiera culpable. Era asi de sencillo. Si resultaba que habia sido un estupido por confiar en ella, le podria costar noventa y siete millones de dolares y la venganza que habia estado buscando.
– Cuando era nino, solia venir mucho aqui – lijo Riley-. En cuanto me saque el carnet de conducir, se convirtio en uno de mis lugares favoritos. Solia andar por la playa y tratar de comprender mi vida.
– No creia que eso le resultara posible a un adolescente.
– Y no lo es.
– Al menos, tu hiciste el esfuerzo. Mi modo de hacerlo era escribir unas poesias verdaderamente malas.
Gracie lo miro. Se le dibujo la promesa de una sonrisa en el rostro, por lo que Riley estuvo a punto de abrazarla y de besarla, pera entonces, la sonrisa desaparecio y ella suspiro.
– ?Como lo supo?
– ?El alcalde?
– Si.
– Hizo que nos siguieran. O tal vez solo a mi.
– ?Es eso lo que te ha dicho tu detective?
– Lleva solo un dia trabajando. Dudo que sepa nada.
– Tienes razon. El hombre que el alcalde o quien sea que contrato realizo su trabajo mucho mejor que nosotros cuando seguimos a Zeke. Tal vez deberiamos haberlo contratado a el.
– Me gusta tu logica.
– Entonces, ese tipo solo tenia que tomar fotografias, pero, de algun modo, se da cuenta de lo que esta pasando y se lo dice al alcalde.
– O Yardley decide jugarsela y le sale bien.
Gracie le apreto la mano y se coloco delante de el.
– Te juro que yo no lo hice, Riley.
– Gracie, no tienes que decirmelo mas veces. Te creo.
– Eso espero. Todo esto tiene tan mal aspecto… Yo soy la unica que sabe que hicimos el amor y la unica que sabe que no utilizamos nada y que yo podria estar embarazada.
– No eres la unica. Yo tambien lo se.
– Claro, y por eso se lo has dicho tu al alcalde… Mira, te lo digo en serio. Necesito que me creas. Yo no miento nunca y jamas te tenderia una trampa. Yo no temo decir la verdad. ?Te acuerdas? Yo soy la que te metio una mofeta en el coche. Tiendo a ser muy sincera sobre mis actos.
En aquel momento, el sol desaparecio por debajo de la linea del horizonte. La luz desaparecio, pero el rostro