que ella se ponia algo similar cuando era joven.

– Eso no hacia falta que me lo contaras -murmuro el, dando un trago a su copa. Le tendio la otra, pero ella nego con la cabeza-. ?Tienes hambre?

?Esperaba que comiesen antes de hacerlo? ?O se suponia que debia quedarse alli, medio desnuda, entreteniendolo toda la noche? Le dieron ganas de quitarse una de las sandalias doradas que llevaba puestas y tirarsela.

– Esta bien, mira -empezo Victoria-. Esto ya ha durado suficiente. Estoy cansada, tengo jet lag, o como se llame aqui en el desierto. Estoy en un lugar extrano y me esta asustando. ?Que va a pasar ahora? ?Que significa ser su amante? ?Cuales son las reglas basicas? ?Sexo diario? ?Semanal? ?Debo acceder a cualquier postura que me sugiera? ?Y que tipo de sexo va a ser? ?Quien va a colocarse encima? ?Que va a hacerme?

Tenia otras mil preguntas mas, pero aquellas le parecieron suficientes por el momento. Se cruzo de brazos e intento que no se le saltasen las lagrimas.

Kateb la miro fijamente.

– No es mi intencion asustarte.

– Pues lo ha hecho.

– Ya veo -Kateb tomo la segunda copa de vino y se la llevo-. Nunca he tenido una amante, asi que tampoco tengo expectativas.

Ella tomo la copa sin mirarlo.

– Tiene un haren.

– Venia con la propiedad.

– ?Como si fuese un garaje de tres plazas a pesar de tener solo dos coches?

– Algo parecido -contesto el volviendo a la mesa y sentandose en unos cojines-. Yo tambien estoy cansado, Victoria. No te pedire que vengas a mi cama esta noche.

Otro aplazamiento. ?Pero hasta cuando?

– Ser mi amante es mucho mas que simple sexo. Debes proporcionarme compania, entretenerme.

– ?Como un oso amaestrado? -pregunto ella frunciendo el ceno-. No se hacer juegos malabares, y si esta pensando en la danza de los siete velos, olvidelo.

El suspiro.

– Tal vez no seas la persona adecuada para ser una amante.

– ?Eso piensa?

El sonrio de medio lado.

– Quizas podrias empezar sirviendome la cena.

Ella se quedo donde estaba.

– ?Quiere que le ponga la comida en el plato, o que se la lleve directamente a la boca?

– Con que la pongas en mi plato sera suficiente.

– Y no habra sexo esta noche. ?Me lo promete?

– Tienes la palabra del principe Kateb de El Deharia.

– ?Discutiremos de los detalles mas tarde?

– Hablaremos todo lo que haga falta antes de que ocurra algo.

– Que no es lo mismo que acceder a charlar un rato despues de la cena.

– Lo se.

– Veo que quiere tener siempre la ultima palabra -protesto Victoria mientras se acercaba a la mesa-. Tipico.

Dejo su copa encima de la mesa, empezo a levantar las tapas de los platos de comida y descubrio que habia carne asada, un plato de patatas que ya habia probado en el palacio y que estaba delicioso, ensalada y verduras.

Miro por encima de su hombro.

– Muy occidental. ?Siempre come asi?

– Me gusta la variedad.

?Tambien le gustaba la variedad de mujeres?

Victoria se sorprendio a si misma haciendose aquella pregunta, pero no la formulo en voz alta. No queria saberlo. En otras circunstancias, tal vez le hubiese gustado Kateb. Tal vez, demasiado.

Sirvio la comida en un plato y se lo dio. Luego sirvio mucho menos en otro para ella. Todavia estaba muy nerviosa y no sabia si seria capaz de comer.

Cenar sentada en cojines parecia mucho mas romantico de lo que lo era en realidad, penso mientras intentaba encontrar una postula comoda, algo complicado con aquel estupido vestido.

– Asi que nunca ha tenido amante, pero, ?ha tenido otras mujeres en el haren?

– Yo no. Bahjat tenia unas quince mujeres -sonrio-. Segun iban envejeciendo, no las reemplazaba. Tal vez por carino, o porque pensaba que no merecia la pena el esfuerzo. En cualquier caso, cuando llego a los setenta anos, ellas eran poco mas jovenes que el.

Victoria rio a pesar de la tension.

– ?Un haren geriatrico? ?En serio?

– Si. Era increible ir a cenar a el y ser servido por mujeres de sesenta anos medio en cueros.

– No me lo puedo ni imaginar. ?Se supone que yo debere servir cenas?

– No.

– ?Cuales son las normas con respecto a mi derecho a moverme? -pregunto-. ?Puedo pasear por el palacio? ?Por los jardines? ?Por el pueblo? ?Que se supone que debo hacer durante el dia? Estoy acostumbrada a trabajar. El sexo puede durar seis, ocho minutos, pero deja mucho tiempo libre.

– ?Como te atreves a insultarme asi? -pregunto Kateb.

– ?Que? -dijo ella, confundida-. Ah, ?por lo del tiempo? No pretendia insultar.

– Estoy seguro de que las consecuencias seran impresionantes cuando lo hagas.

Ella tomo su copa de vino.

– Estoy segura de que el sexo podria durar horas, pero despues, seguiria teniendo mucho tiempo libre.

El penso que le gustaba su compania cuando no estaba atemorizada. Le recordaba un poco a Cantara, que la habia conocido practicamente de toda la vida. Aunque entre ellos siempre habia habido algo que los habia separado: que ella era consciente de que era un principe, de que nunca serian iguales. Victoria habia crecido en occidente, donde hombres y mujeres eran mas parecidos que diferentes.

– Puedes moverte con libertad por el palacio y por el pueblo. Nadie te molestara, pero no puedes ir mas alla de los campos.

– ?Como sabra si lo hago? -pregunto ella-. ?Me vigilaran? ?Me pondran un cascabel?

– Si te alejas de la seguridad del pueblo, moriras -se limito a contestar el sabiendo que era verdad-. Te perderas y moriras. Eso, si tienes suerte. Si no, caeras en manos de algun grupo de bandidos que no te tratara nada bien.

Ella dejo el tenedor en el plato, se estremecio.

– Entendido -murmuro-. He oido hablar de ellos. ?Suelen atacar el pueblo?

– No. Somos demasiadas personas y estamos demasiado bien protegidos, pero se aprovechan de las personas que deciden viajar por el desierto a su antojo. O de aquellos que son demasiado pequenos para protegerse.

Ella clavo la mirada en su mejilla.

– He oido que fue secuestrado cuando era mas joven.

El asintio.

– Tenia quince anos y sali a caballo con mis amigos. Estaban esperandonos y solo me llevaron a mi. Le pidieron dinero a mi padre.

– ?Y el rey pago?

– Me escape antes de que empezasen las negociaciones -«y mate a un hombre», penso con tristeza. No se sentia orgulloso de ello, pero no habia tenido eleccion.

– Al menos saco una cicatriz de la experiencia. Eso atrae mucho a las mujeres.

– Yo no necesito ninguna cicatriz.

– Pero ayuda.

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