Estupendo. ?Pero que iba a pasar despues de la ducha? ?Que iba a pasar esa noche?
– Tendras electricidad y muchas otras comodidades del mundo moderno -anadio Kateb.
Ella intento ignorar el escalofrio que sintio su cuerpo debido al miedo. «Cada cosa a su tiempo», se dijo a si misma. Lo primero seria llegar al palacio.
Intento distraerse durante el resto del camino estudiando el mercado abierto por el que estaban pasando. Vendian mucha fruta y verdura, junto con las joyas hechas a mano que tanto le gustaban. Ya volveria a comprar. Eso la haria feliz. Comprar era…
Torcieron una esquina y aparecio ante ellos el Palacio de Invierno.
Al parecer, estaba formado por varios edificios. El central parecia el mas grande. Era de piedra, con varios torreones y una formidable muralla de piedra alrededor del terreno. El tejado era de tejas y brillaba bajo el sol. En el centro de la muralla habia un puente levadizo, ademas de varios puentes permanentes a izquierda y derecha. La gente iba y venia por ellos.
– ?Como entraran los camiones? -pregunto Victoria.
– La carretera llega hasta la parte de atras. Alli estan los garajes y una puerta para la mercancia.
Atravesaron el puente levadizo y mas personas llamaron a Kateb. Lo saludaron con carino, dandole la bienvenida. A pesar de que tambien la miraron a ella, nadie pregunto que hacia alli. Y Victoria prefirio no saber que estaban pensando.
Kateb desmonto y ella sintio la necesidad de huir, pero tuvo que recordarse a si misma que no tenia adonde ir. A pesar de temer lo que podia ocurrir esa noche, era mucho peor morir lentamente en el desierto.
Bajo de su caballo. Sus piernas tardaron un segundo en recordar como andar. Despues, siguio a Kateb, que iba hacia el palacio.
Al entrar, vio brillar el suelo y enormes tapices que contaban la historia del desierto en las paredes. Deseo acercarse mas a observarlos. La historia de El Deharia le resultaba fascinante.
– ?Hay un biblioteca? -pregunto.
– Si.
– ?Podre utilizarla?
– Por supuesto. Ven por aqui.
Siguio a Kateb por varios pasillos. A pesar de que habia personas por todas partes, ella las ignoro y se concentro en los cuadros y estatuas que salpicaban el palacio. Habia tesoros alla donde mirase. Marmol y oro. Un retrato que parecia un da Vinci. Aunque ella no entendia mucho de arte.
Estaba tan ensimismada con la belleza del palacio que casi se le olvido por que estaba alli. No se acordo de volver a tener miedo hasta que no vio a Kateb detenerse delante de una puerta tallada.
– Te alojaras aqui -dijo el, abriendo la puerta-. Confio en que estes comoda.
Victoria se dio cuenta de que no le habia hecho una pregunta. El corazon le latia a toda velocidad.
Unas bonitas alfombras de colores amortiguaron el sonido de sus pasos. Vio sofas ovalados y sillones mullidos, mesas de marqueteria y lamparas colgadas del techo.
Habia muchas habitaciones, todas conectadas las unas con las otras. Todo en aquel espacio hablaba de tiempos y vidas pasadas, era como si estuviesen en la parte mas antigua del palacio.
Kateb siguio andando hasta llegar a un jardin rodeado por un muro, lleno de plantas. El aire olia a jazmin. Vio volar a un loro. Y giro sobre si misma muy despacio. Su cerebro se resistio a procesar toda aquella informacion, aunque era dificil de ignorar. Muchas habitaciones. Jardines. Loros.
Victoria se detuvo frente a Kateb, puso los brazos en jarra y lo solto:
– ?Me ha traido al haren?
– Me parecia lo mas apropiado -respondio el, esbozando una sonrisa.
Capitulo 4
Victoria miro la puerta cerrada del haren y supuso que la buena noticia era que el principe no se la habia llevado a su habitacion, lo que significaba que tendria mucho espacio y privacidad.
Se giro para estudiar el lugar. Habia docenas de habitaciones comunicadas entre si, impresionantes tapices en las paredes y preciosas mesas talladas.
?Se habria molestado alguien en catalogar los muebles y otras obras de arte del palacio? Si no, era algo que debia hacerse. Si en la biblioteca habia libros que pudiesen servir de ayuda, tal vez pudiese comenzar ella. Siempre y cuando no la tuviesen alli encerrada como a una prisionera.
– Solo hay un modo de averiguarlo -murmuro, dirigiendose a la puerta, pero antes de llegar a ella, oyo pisadas.
Se giro y vio a una mujer alta, algo mayor que ella, acercandose. Iba vestida con un vaporoso vestido largo que parecia fresco y comodo. Llevaba el pelo cano recogido, pendientes de oro y muchas pulseras en ambas munecas.
– Debes de ser Victoria -le dijo sonriendo-. Bienvenida al Palacio de Invierno. Soy Yusra.
– Gracias.
– Todos estamos muy emocionados con la noticia de que va a volver a utilizarse el haren. Hace demasiados meses que reina el silencio entre estas paredes.
Aquello hizo retroceder a Victoria.
– ?Crees que encerrar a mujeres entre estas paredes es algo bueno?
– Por supuesto. Las tradiciones hay que preservarlas. Que algo sea antiguo no quiere decir que no tenga valor.
– En eso estoy de acuerdo, pero no le veo nada positivo a estar encerrada con el unico proposito de complacer a un hombre. ?De que sirve eso a las mujeres?
Yusra fruncio el ceno.
– Estar en el haren del lider es tener una vida privilegiada. Si una mujer tiene la suerte de darle hijos, se queda aqui toda la vida, aunque el lider se canse de ella.
– No me parece un buen argumento, ?Por que tiene que ser el quien diga cuando esta cansado? ?Por que no ella? ?Y si no quiere quedarse aqui?
?Y si quiere vivir en el pueblo y tener un marido y una familia de verdad?
– En ese caso, la mujer se va.
– Asi, ?sin mas?
– Por supuesto. La puerta no esta cerrada con llave, Victoria. Solo hay cerrojo por dentro, para que no puedan entrar personas ajenas al haren. Ninguna mujer ha vivido en el Palacio de Invierno en contra de su voluntad.
«Hasta ahora», penso ella. Aunque lo cierto era que tampoco estaba alli en contra de su voluntad. No exactamente.
– Lo siento -dijo-. Estoy cansada y todo es nuevo y confuso. No esperaba… esto.
Yusra volvio a sonreir.
– El haren es un lugar bonito. Ya lo veras. Hay muchas maravillas, muchas cosas que explorar. Ven. Te las ensenare.
Victoria la siguio por un pasillo que daba a varios dormitorios. Habia grandes camas con cortinas de gasa y ventanas que daban a los jardines, bonitos ventiladores en el techo que movian el aire y coloridas alfombras hechas a mano.
– Me he tomado la libertad de elegir esta habitacion para ti -le comunico Yusra, entrando a una gran habitacion con puertas de cristal que daban al jardin.
– Es muy bonita -comento Victoria, intentando no fijarse en la enorme cama… en la que habia mas que espacio suficiente para dos… o hasta para seis.
Aunque era poco probable que Kateb fuese al haren. Mientras estuviese alli, estaria a salvo. Solo tendria que preocuparse cuando la hiciese llamar.
– Tus cosas estan aqui -le dijo Yusra, senalando las maletas, que estaban apoyadas en la pared-. ?Vas a necesitar ayuda para deshacerlas?