El tomo un camino de piedra y avanzo hacia la casa de los guardeses. Willow dejo el tema de la gata y se quedo mirando a la bonita construccion. Pero no era la casa principal.

– Eh, ?adonde me lleva? -quiso saber ella, conjurando mentalmente imagenes de un oscuro calabozo lleno de cadenas colgando de las paredes.

– A mi casa. Alli tengo un botiquin de primeros auxilios.

Si, tenia sentido.

– ?Vive en esta propiedad?

– Me resulta comodo.

– Al menos, se ahorra el transporte -Willow recorrio los jardines con la mirada-. Da al sur, tiene suerte. Podria cultivar cualquier cosa que le apeteciera.

Era aficionada a la jardineria. Le encantaba enterrar las manos en la tierra y plantar cualquier cosa.

– Si usted lo dice.

Con cuidado, el la dejo en el suelo, pero siguio sujetandola para que no cargara demasiado peso en el pie. Willow se apoyo en el, ese hombre sabia como hacer que una mujer se sintiera a salvo con el.

Kane se saco las llaves de un bolsillo del pantalon, abrio la puerta y la hizo entrar.

– Si salieramos juntos, podria decirse que esto es muy romantico -dijo ella con un suspiro-. ?No podriamos fingir?

– ?Que? ?Que salimos juntos? No.

– Estoy herida. Puede que muera y, la verdad, usted tiene la culpa. ?Esta casado?

Kane la hizo sentarse en un sillon al lado de la chimenea; luego, le coloco el pie en un reposapies.

– Usted fue quien echo a correr, lo que le ocurre es culpa suya -dijo el-. No estoy casado y no se mueva.

Kane desaparecio y Willow sospecho que habia ido a la cocina. Bien, estaba claro que a Kane no le molestaba ayudarla en un momento de apuro, pero no se estaba mostrando excesivamente amistoso. Daba igual.

Miro a su alrededor y le gustaron los travesanos de madera del techo y los tonos terrosos. La estancia, aunque muy amplia, era acogedora. Los grandes ventanales daban al sur y necesitaban que unas plantas los adornaran.

En la mesa que habia a su lado reposaba un libro sobre Oriente Medio. Revistas de economia poblaban la mesa de centro delante del sofa. Interesante el tipo de lectura elegido por aquel individuo dedicado a los servicios de seguridad.

– ?Tiene novia? -grito ella.

Kane murmuro algo, pero no se entendio que.

– No.

– ?Ha ido a por hielo?

– Si.

– No se olvide de la caja para la gata.

– No hay ninguna gata.

– Si, claro que si la hay. Y hace frio. Y aunque la gata este bien, ?que va a pasar con los gatitos? Son recien nacidos. No podemos dejar que se mueran.

– No hay ninguna maldita gata.

Habia una gata, penso Kane contemplando el hueco del arbol. Una gata gris y blanca con tres diminutos gatos. A pesar de haber estado prenada hasta hacia solo un par de horas, la gata se veia escuchimizada.

Una gata vagabunda, penso Kane preguntandose que habia hecho el para merecerse aquello. Era un hombre decente. Intentaba portarse con honestidad. Lo unico que queria era que el mundo lo dejara en paz. La mayor parte del tiempo, el mundo respetaba sus deseos. Hasta ese dia.

Como las probabilidades de meter a la gata en la caja eran nulas, la dejo en el suelo y reflexiono. No estaba familiarizado con los animales domesticos, pero sabia que los gatos tenian garras, dientes y que eran huranos. Sin embargo, aquella gata acababa de dar a luz; por lo tanto, quiza su debilidad le confiriera disposicion para mostrarse cooperativa. Por otra parte, acababa de ser madre y tenia el instinto de proteccion muy desarrollado.

De cualquier forma, sabia que iba a correr la sangre y que iba a ser la suya.

Metio la mano en el hueco del arbol y agarro a uno de los gatitos. La madre se lo quedo mirando y luego le echo la zarpa a la mano. Mientras sacaba del agujero a ese diminuto animal, la madre le hinco las garras. Si, estupendo.

– Escucha, tengo que sacaros a ti y a tus gatos de ahi dentro. Esta noche va a hacer frio y niebla. Se que tienes hambre y estas cansada, asi que callate y coopera.

La gata parpadeo. Sus garras se cerraron.

Kane saco a todos los gatitos y los dejo en la toalla dentro de la caja; luego, fue a agarrar a la madre. Esta le bufo; despues, se levanto y, con gracia felina, salto al interior de la caja y se tumbo al lado de sus crias.

Kane agarro su chaqueta, la zapatilla deportiva de Willow, el calcetin, la caja y se dirigio a su casa.

No habia imaginado que su dia acabara asi. Habia elegido llevar una vida tranquila. Le gustaba aquel lugar, estaba aislado, y no le gustaban las visitas. La soledad era su amiga y no necesitaba mas. ?Por que tenia la sensacion de que todo iba a cambiar?

Entro en su casa y encontro a Willow hablando por telefono.

– Entendido -dijo ella al auricular-. Kane acaba de volver con los gatos. Ya. No, estupendo. Gracias, Marina, te lo agradezco.

– ?Ha llamado a alguien? -pregunto Kane mientras dejaba la caja junto a la chimenea.

– Usted me ha dejado el telefono. ?Lo ha hecho para que no lo usara?

– Solo para algo urgente.

– No me dijo eso. Ademas, ha sido una llamada local. He llamado a mi hermana. Va a traer comida de gato y una caja para los gatos. Ah, y tambien va a traer unos platos para la comida y la bebida para los animales, ya que supongo que no querra que coman y beban en sus propios platos. Por otra parte, estoy segura de que mi hermana va a llamar a mi madre para contarle lo que me ha pasado, lo que significa que el doctor Greenberg va a venir a examinarme el pie antes de que me mueva.

– ?Tiene un medico que hace visitas a domicilio?

– Mi madre trabajo con el durante anos. Es un medico magnifico -Willow se miro el reloj-. Calculo que acabaremos a eso de las dos o las tres. En serio. Pero si tiene que marcharse a hacer algo, por mi no se preocupe.

Como si fuera a dejarla alli sola, en su casa.

– Hoy puedo trabajar desde casa.

– Estupendo.

Willow le sonrio y lo miro como si todo fuera normal. Como si ella fuera normal.

– No puede invadir mi casa y mi vida asi como asi -la informo Kane.

– Yo no lo he invadido. Simplemente, me he tropezado. Literalmente.

Volvio a sonreir. Fue una sonrisa que la transformo de chica mona en mujer hermosa y le confirio brillo a sus ojos. Era como si se hubiera contado un chiste a si misma y solo ella lo entendiera. Lo que, dado su sentido de la realidad, debia de ser cierto.

– ?Quien demonios es usted? -pregunto Kane.

– Ya se lo he dicho, soy la hermana de Julie.

– ?Por que no esta trabajando?

– Yo tambien trabajo desde casa. Soy dibujante de comics. ?Tiene algo de comer? Estoy muerta de hambre.

Kane nunca tenia mucha comida en casa. Le resultaba mas facil comprarla fuera y llevarsela a casa a la vuelta del trabajo. No obstante, debia haber algo.

– Ire a ver -Kane se dirigio a la cocina.

– No como carne, soy vegetariana.

– Si, claro, era de esperar -murmuro el.

La gata lo siguio a la cocina. Kane examino la despensa y encontro una lata de atun. Despues de abrirla, derramo el contenido en un plato y lo dejo en el suelo. La gata empezo a tragar.

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