aranazo que se habia hecho en un brazo.

– Por favor, Sophia. Nadie quiere causarte problemas. He estado muy preocupada por ti.

– Estoy bien -respondio Sophia en tono desafiante.

– No lo parece. Parece que has estado huyendo. ?Es porque te estan persiguiendo los mismos hombres que quieren llevarse a Natasha?

Sophia abrio mucho los ojos y Liz reconocio su terror.

– No la tienen -se apresuro a decir Liz-. Han intentado quitarmela, pero nos las hemos arreglado para impedirselo.

La expresion de Sophia se endurecio.

– ?Quienes?

– David Logan y yo. El hombre que estaba conmigo el otro dia. El norteamericano. Me esta ayudando.

– Ya deberia haberse ido -dijo Sophia con aspereza-. ?Cuando tiene la vista con el juez?

– Es una larga historia. Por favor, permite que te ayude.

La muchacha sacudio la cabeza y comenzo a caminar cojeando. Liz fue tras ella.

– ?Sophia, espera! Se la verdad. Se que eres la madre de Natasha.

Fue todo un farol, pero funciono. La chica se quedo petrificada.

– No. No es mia.

Sin embargo, sus palabras no resultaron muy convincentes, porque habia comenzado a temblar. Liz se acerco a ella y le puso un brazo sobre los hombros, con delicadeza.

– Vamos, entra -le pidio-. Podras lavarte un poco y comer algo. Hablare con David y encontraremos un lugar seguro para que te quedes.

La chica se encogio de hombros para zafarse del brazo de Liz.

– ?Y por que iba a ayudarme? -le pregunto con desconfianza.

– Porque quiero que estes bien. No quiero que sigas escondida en ese cobertizo. Yo no dire nada, pero alguien te encontrara al final y entonces, ?que? Por favor, Sophia, entra.

La chica asintio. Liz la tomo por el brazo y la condujo hacia el edificio. Encontraron a Dimitri en la puerta trasera.

– ?Quien es? -pregunto el agente con aspereza.

– Una amiga mia. David la conoce.

El hombre no parecia muy convencido, pero les permitio pasar. Liz llevo a Sophia hasta una de las habitaciones privadas de la enfermeria. Dejo a Sophia en la cama y fue a buscar esparadrapo, vendas y pomada para hematomas. Maggie llegaba por el pasillo.

– Dimitri me ha dicho que te has encontrado con alguien fuera.

– Es Sophia -le dijo Liz, mientras buscaba lo que necesitaba en el armario que habia junto a la puerta de la enfermeria-. Creo que lleva escondida un par de dias. Quiero hablar con ella en privado. ?Te importa? Me temo que no dira nada si hay demasiada gente alrededor.

– Claro que no me importa. ?Crees que tendra hambre? Voy a traer un sandwich y algo de sopa. ?Vas a llamar a David para contarselo?

Liz penso en aquella posibilidad, pero nego con la cabeza.

– Primero quiero escuchar su historia. Yo se lo contare todo a el cuando venga.

Volvio junto a Sophia, que estaba sentada al borde de la cama. La muchacha la observo con cautela mientras echaba agua en una palangana de metal y tomaba toallas limpias.

– ?Que te ha pasado? -le pregunto a Sophia, mientras le tomaba el brazo e inspeccionaba el aranazo-. Parece que te has caido rodando por una montana.

– Salte de una furgoneta.

Liz se sento en un taburete, a su lado.

– Seguro que tenias una buena razon.

Coloco el brazo de Sophia sobre la palangana y le echo agua, con cuidado, sobre la herida. La chica hizo un gesto de dolor. Liz le limpio la suciedad de la herida. Despues le limpio el corte de la cara. Al ver la quemadura circular que tenia en el otro brazo, Liz se estremecio.

– ?Que es esto?

– La quemadura de un cigarrillo.

A Liz se le encogio el estomago. No queria saber mas. No queria formar parte de aquel mundo horrible. La vida era mucho mas facil en Portland.

Le lavo la quemadura y siguio preguntandole por las demas heridas.

– Solo son moretones -dijo Sophia-. Son de cuando cai a la carretera.

– ?Crees que te rompiste algo?

– No.

– Vamos -dijo Liz y la guio hacia el bano-. Tienes toallas limpias junto a la ducha. Maggie te esta preparando algo de comer. Yo te traere ropa limpia y despues podremos hablar.

La adolescente la miro con cautela.

– ?Por que es amable conmigo?

– Porque quiero ayudarte. Tu estuviste aqui por Natasha.

A Sophia se le hundieron los hombros.

– Es mi hija. ?Que otra cosa iba a hacer?

– Mucha gente se habria marchado sin mas. Tu te quedaste para protegerla. Quiero compensarte por eso.

No parecia que Sophia estuviera muy impresionada. Liz lo intento con otra tactica.

– ?Quien te enseno ingles? Hablas muy bien.

Sophia se encogio de hombros.

– Una anciana que vivia en mi edificio. Era inglesa. No me dijo nunca por que vivia en Moscu. No podia caminar bien y yo la ayudaba. Ella me enseno a hablar ingles. Despues se murio.

– Tu la ayudaste y ella te ayudo a ti. Eso es lo que yo quiero hacer. Te lo debo.

Sophia no parecia nada convencida, pero no dijo nada mas. Liz la dejo a solas en el bano y salio a la enfermeria. Alli encontro a Maggie, que habia llevado los sandwiches y la sopa.

– Necesita ropa -le dijo Liz-. ?Crees que habra algo que le valga?

Maggie sonrio.

– Es tan delgada que no creo que haya problema. Voy a ver que tenemos entre la ropa de los ninos.

Desaparecio por el pasillo en direccion al armario de la ropa. Un poco despues volvio con una muda limpia, una camiseta y dos pantalones vaqueros de tallas diferentes.

– Gracias -dijo Liz-. Esto le valdra hasta que lavemos su ropa.

– ?Que vas a hacer con ella? -le pregunto Maggie-. No quiero ser cruel, pero no puede quedarse aqui.

– Lo se. Hablare con David cuando venga. Estoy segura de que habra un lugar donde pueda ir. Si no, la alojaremos en un hotel.

Parecia que Maggie queria decir algo mas, pero Liz tomo la ropa y se marcho, sin darle la oportunidad de hacerlo. Lo que menos necesitaba en aquel momento era que le explicaran por que era imposible salvar a Sophia. En aquel punto, a Liz no le importaba lo que era posible. Queria hacer lo que estaba bien.

Media hora despues, Sophia se habia vestido y habia comido, e iba con Liz hacia la guarderia. La muchacha se aproximo cautelosamente a la cuna.

Robert la observo cuando se inclino sobre la cuna de Natasha y sonrio.

Sophia hablo dulcemente en ruso y despues tomo a la nina en brazos. Si Liz tenia alguna duda de la relacion de la muchacha con la nina, desaparecio en el mismo momento en que vio su rostro.

El dolor y el amor se mezclaron en una expresion tan fiera que Liz tuvo que apartar la mirada. Se le encogio el corazon mientras se cuestionaba su propio derecho a llevarse a Natasha. Se sintio abrumada por las dudas y tuvo ganas de gritar. Sin embargo, se obligo a ser fuerte.

– Tenemos que ir a algun sitio a hablar -le dijo, intentando que su voz tuviera un tono normal-. La mayoria de los ninos estan fuera. Podemos ir a la sala de juegos.

Sophia asintio y se dirigio hacia alli. Liz la siguio con Robert a su lado.

– ?Que ocurre? -pregunto el agente.

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