– Los bomberos. Todos son mujeres.
– ?Ah, eso! -se encogio de hombros-. Estamos en Fool’s Gold, ?que esperabas?
El parecia tanto confundido como perdido, lo cual en un hombre alto y tan guapo resultaba de lo mas atrayente… Eso, suponiendo que estuviera interesada en el… que no era el caso. Por si la cautela que solia tener con respecto a los hombres no fuera suficiente, Raul era famoso y lo ultimo que ella necesitaba era el dolor y el sufrimiento que solia acompanar a ese tipo de hombres. Eso, sin mencionar el hecho de que pronto podria quedarse embarazada de los embriones de otra pareja.
Una semana antes su vida habia sido predecible y aburrida y ahora estaba al borde de convertirse en un titular de tabloide. El aburrimiento era mejor.
– Hay escasez de hombres -dijo Pia con paciencia-. Es normal que hayas notado que no hay muchos hombres en el pueblo. Creia que por eso te habias mudado aqui.
– Hay hombres.
– Si, ?donde?
– El pueblo tiene ninos -senalo a algunos alumnos que seguian esperando a que los recogieran-. Tienen padres.
– Es verdad; tenemos unas cuantas parejas de cria con fines experimentales.
El dio un paso atras.
Ella sonrio.
– Lo siento, era broma. Si, hay hombres en el pueblo, pero estadisticamente no tenemos muchos. No los suficientes. Asi que, si ves que eres excepcionalmente popular, no dejes que se te suba a la cabeza.
– Creo que me caias mejor cuando estabas teniendo una crisis emocional.
– No serias el primer hombre que prefiriera una mujer con una condicion debilitada. Cuando estamos repletas de fuerza, suponemos una amenaza. Siendo tan grande y duro como eres, me habia esperado algo mas. La vida no es mas que una decepcion. Antes no has respondido a mi pregunta: ?que estabas haciendo aqui?
El parecia distraido, como si le costara seguir la conversacion.
– Hablando con la senorita Miller de la clase de cuarto. Hablo con los alumnos; normalmente es con chicos de instituto, pero no ha aceptado un «no» por respuesta.
– Seguro que lo que queria era pasarse la hora mirandote el trasero.
Raul se quedo mirandola.
Ella se encogio de hombros.
– Esta claro que te encuentras mejor.
– Es mas bien una cuestion de estar al borde de la histeria -admitio.
Ella volvio a centrar su atencion en el colegio. Estaba claro que acabaria en ruinas cuando todo eso hubiera terminado.
– ?Como de grande es tu casa? Pareces de esos que tienen una mansion. ?Podrias albergar clases en el vestibulo?
– Le tengo alquilada una casa de dos habitaciones a Josh Golden.
– Entonces eso es un «no». Van a tener que meter a los ninos en otro sitio.
– ?Y que pasa con los otros colegios del pueblo?
– Marsha ha dicho que estaban pensando en traer clases portatiles.
– ?Marsha?
– La alcaldesa Marsha Tilson. Mi jefa. ?Conoces a Josh Golden?
Raul asintio.
– Esta casado con su nieta.
– Ah, ya.
Ahora parecia menos impresionado, lo cual probablemente lo hizo sentirse mejor. Con la cara llena de hollin se le veia bastante atractivo, aunque antes tambien lo habia visto impresionantemente guapo. Era la clase de hombre que hacia que una mujer cometiera estupideces. Gracias a Dios que ella era inmune. Una vida de fracasos romanticos podia curar a una mujer de la tonteria.
– Deberias concertar otra cita -dijo ella-. Llamare a tu oficina y lo arreglare con tu secretaria.
– Ya estas otra vez, dando cosas por sentado. Yo no tengo secretaria.
– Ah… ?Y quien te organiza la agenda y te hace sentir importante? -pregunto ella guinandole un ojo.
El la miro un segundo.
– ?Eres asi con todo el mundo?
– ?Encantadora? -Pia se rio-. Es una norma que tengo; puedes preguntar por ahi.
– Puede que lo haga.
Raul estaba bromeando, ella lo sabia. Aun asi, sintio algo, una especie de cosquilleo en el vientre.
No, de ninguna manera, se recordo mientras se despedia con la mano y se dirigia a su coche. Y menos con un hombre como el. Los hombres guapos y de exito tenian expectativas, ambiciones rubias. Ella lo sabia, leia la revista
La vida le habia dado muchas lecciones importantes y la mayor de todas era que no tenia que depender de nadie para ser ella misma. Ella era fuerte, una mujer independiente. Los hombres eran opcionales y ahora mismo iba a decir que no.
Raul paso la siguiente hora en el colegio. Los bomberos tenian el fuego bajo control; la jefa le habia dicho que algunos se quedarian alli durante, minimo, las proximas veinticuatro horas para controlar puntos calientes. Las labores de limpieza comenzarian cuando la estructura restante se hubiera enfriado y se hubiera completado la investigacion.
Era la clase de desastre sobre la que habia leido en los periodicos y que habia visto en las noticias un monton de veces a lo largo de los anos. Pero ni el mejor de los articulos al respecto lo habia preparado para la realidad del calor, de la destruccion y del olor. Pasarian meses, muchos anos, antes de que ese lugar volviera a acercarse a la normalidad.
Ya se habian ido a casa todos los ninos, al igual que la mayoria de los espectadores. Se dio la vuelta para dirigirse a su oficina. Su coche no corria peligro, pero estaba bloqueado por varios camiones de bomberos. Volveria mas tarde y lo recogeria. Mientras tanto, el centro del pueblo estaba tan solo a veinte minutos.
Raul habia crecido en Seattle, habia ido a la facultad en Oklahoma y alli lo habian fichado los Cowboys de Dallas. Era un chico de gran ciudad que disfrutaba yendo a restaurantes, con la vida nocturna y con las posibilidades que esta le brindaba. Por lo menos eso habia pensado hasta que en algun punto de su vida salir a todas horas habia terminado aburriendolo y habia querido echar raices y asentarse.
– No vayas por ahi -se dijo firmemente.
Revivir el pasado era una perdida de tiempo; lo mas importante era el futuro. Habia elegido estar en Fool’s Gold y por el momento estaba disfrutando de la vida en un pueblo pequeno. Poder ir caminando a casi todas partes era una de las ventajas, como tambien lo era la ausencia de trafico. Sus amigos le habian tomado el pelo diciendole que no tendria mucha vida social, pero desde su divorcio, no habia estado muy interesado en ello, de modo que por el momento todo marchaba bien.
Llego a su oficina, situada en una calle flanqueada por arboles. Habia un restaurante, el Fox and Hound, a la vuelta de la esquina, y un Starbucks muy cerca. Por el momento, con eso le bastaba.
Iba a sacar las llaves justo cuando vio que las luces ya estaban encendidas. Abrio la puerta y entro.
La oficina de casi trescientos metros cuadrados era mas de lo que necesitaba, pero tenia planes de expandir el negocio. Su campamento de verano no era mas que el comienzo. Cambiar el mundo requeriria mucho personal.
Dakota Hendrix, su unica empleada, levanto la mirada del ordenador.
– ?Has estado en el incendio? ?No habias dicho que ibas al colegio?
– Si, he estado alli.
– ?Estan todos bien?
El asintio y le conto brevemente lo sucedido… excluyendo la parte en la que habia vuelto a comprobar que todas las clases estaban vacias.
Dakota, una bella mujer con el cabello rubio a la altura de los hombros y unos ojos expresivos, escuchaba atentamente. Tenia un doctorado en desarrollo infantil y el habia sido muy afortunado al encontrarla, y mucho