sentirlos apretandose contra los confines de su sujetador de deporte de algodon. Se moria por sentir alli sus caricias, a pesar de que las temia.

La mano de Dylan se cerro sobre su seno derecho y Molly se quedo inmovil. Luego movio los dedos, jugando con el pezon, desencadenando punzadas de placer por todo su, cuerpo. Era maravilloso… y repugnante. Tenia que detenerlo.

– ?No! -dijo en voz alta, y se solto-. ?No, para! No puedo.

El mundo se volvio borroso y comprendio que se habia echado a llorar.

– Molly, ?que pasa?

Era demasiado humillante. Se puso en pie a duras penas, tratando de apoyarse en la arena, pero encontrando carne calida en su lugar. Tropezo, se balanceo y por fin recupero el equilibrio. Estaba oscuro. Por un momento, no supo donde estaba, pero luego oyo las olas. Como siempre, el oceano le proporcionaba un punto de referencia.

Sin poder respirar por los sollozos, ni ver por las lagrimas, Molly se dio media vuelta y echo a correr.

Dylan se quedo junto a la orilla durante largo tiempo, esperando a que Molly regresara finalmente a la casa. Hacia tiempo que habia salido la luna y casi todas las estrellas cuando por fin se dirigio a su encuentro.

Habia demasiadas preguntas, y no tenia ni una sola respuesta. Lo que sabia con certeza era que habia quebrantado las reglas. Sin saber por que, algo maravilloso habia ocurrido entre ellos, pero lo habia echado a perder y solo el tenia la culpa. Tenia que disculparse, pero el problema era que no lamentaba lo sucedido. En realidad, lamentaba que Molly hubiera salido corriendo, porque hasta ese momento se habia sentido muy feliz con el giro que habia tomado su relacion.

La cuestion era que habia prometido no seducirla. Sin duda, Molly habia creido que podia confiar en el y, en dos ocasiones, Dylan le habia demostrado que se equivocaba. No importaba que no hubiera protestado o que hubiera reaccionado como si lo deseara tanto como el, habia traicionado su amistad y se sentia fatal.

Inspiro profundamente y deseo que hiciera mas frio en la playa. Habia una suave brisa, pero no bastaba para enfriar su deseo. Era un canalla redomado, se dijo. A pesar de que se habia ido llorando, todavia la deseaba. Deseaba llevarla a la cama y demostrarle que no habian hecho mas que empezar y que la expresion «hacer el amor» era cierta. Queria amarla, con los labios, las manos, con todo el cuerpo. Queria hacerle olvidar donde estaba… demonios, quien era. Queria llevarla tan alto que se quedara sin aliento, y escuchar sus jadeos y estremecimientos mientras se recobraba.

Pero en lugar de eso, iba a decirle que lo sentia. No por besarla, nunca podria pedirle perdon por eso. Habia besado a muchas mujeres, pero Molly tenia algo especial. Algo maravilloso que le hacia olvidarse de si mismo. No, le pediria disculpas porque era evidente que le habia hecho dano y no queria echar a perder su amistad.

Avanzo hacia la casa con pasos lentos y firmes. Sintio un hormigueo en la nuca y una ligera sensacion de miedo, como si no fuera a gustarle lo que iba a encontrar dentro. Al entrar, miro la mesa de la cocina. Las llaves de la motocicleta seguian alli, asi como las dos bolsas de viaje en un rincon. Molly no se habia ido.

Una luz tenue salia de la puerta abierta de su dormitorio. Cruzo la sala de estar y llamo. Estaba sentada en la cama con las piernas dobladas y pegadas a su pecho. Tenia el pelo revuelto, la cara palida y los ojos muy abiertos. Levanto la vista hacia el.

Ya no lloraba, pero la expresion de dolor y tristeza de su rostro casi le desgarro el corazon. Tuvo que agarrarse al marco de la puerta para no caer de rodillas.

– Molly.

– Caramba, pensaba que ibas a pasar la noche en la playa -intento esbozar una sonrisa, pero el gesto fue aun mas tragico porque no lo logro.

– No, solo estaba pensando.

– Ya se en que -le dijo-. Lo siento, no pretendia salir corriendo de esa manera.

– Oye, para -entro en la habitacion. No habia otro sitio donde sentarse salvo en la cama y eso seria como invadir su espacio personal. Metio las manos en los bolsillos de sus pantalones y se apoyo en la pared-. Soy yo quien tiene que disculparse, no tu.

– No tienes la culpa de nada.

– Si, te asuste, y no pretendia hacerlo. Supongo… -se encogio de hombros-. Las cosas se me fueron de las manos y lo siento. Me olvide de nuestro trato. Me importas, Molly. Te respeto. Es facil ser companeros de cama pero no amigos, y eso es lo que te considero. No quiero echar a perder nuestra amistad, eres demasiado importante para mi. Espero que me perdones por haberme pasado de la raya. Te juro que no volvera a ocurrir.

Lo decia en serio, penso Molly. Que giro de acontecimientos mas sorprendente. La habia besado y acariciado de una forma que le habia hecho sentirse increiblemente especial. El se habia excitado, y a cambio, ella habia salido huyendo sin mas explicaciones. Y era Dylan el que se estaba disculpando.

– No es lo que crees -dijo lentamente, sin saber que iba a contarle. La verdad, no. No querria oirla y no creia tener fuerzas para decirsela.

– Se lo que es -le dijo Dylan enseguida-. No quiero que pienses que no me gustaba lo que estabamos haciendo, porque me gustaba. Los besos, las caricias… fueron maravillosos. Pero nuestra amistad significa mucho mas para mi.

Dylan era un regalo maravilloso e inesperado en su vida. Realmente se preocupaba por ella, y no sabia si alguien mas volveria a hacerlo. No era amor, pero ya no confiaba en el amor. Aquello era mejor. Podrian ser amigos durante mucho tiempo, podria contar con el. Era un hombre bueno, ademas de divertido, inteligente, sexy y maravilloso. Una combinacion irresistible. Molly sintio como volvian las lagrimas. Las contuvo porque estaba cansada de llorar, cansada de tener miedo y sentirse sola.

– Eres importante para mi, Molly. Por favor, dame otra oportunidad.

Molly cerro los ojos con fuerza y le tendio la mano. Dylan se acerco a ella al instante, y sus calidos dedos envolvieron los suyos.

– Estas completamente equivocado -dijo, luchando por no perder el control-. No lamento los besos o las caricias, fueron maravillosas. Mas que eso… Tan especiales. Nunca sabras lo mucho que han significado para mi.

Molly contemplo su rostro familiar. Los dos habian cambiado, sin embargo, sentia que siempre lo habia conocido. Su enamoramiento seguia ahi, un poco distinto, porque ella era distinta, pero habia vuelto con toda su fuerza.

Entonces, supo que era el momento de decirle la verdad. No solo porque merecia saber por que se estaba comportando de manera tan extrana, sino tambien porque lo necesitaba. Egoistamente, sabia que llegaria un dia en que la fuerza de Dylan seria lo unico que la impulsaria a seguir adelante, aunque solo fuera un minuto mas.

– Me gustaron -dijo, indicandole que se sentara en la cama, y Molly pudo sentir su calor cuando lo hizo-. Y eso es lo malo.

Vaya, que dificil era. Contarselo a Janet habia sido duro, pero aquello era peor. Seguramente porque no sabia como iba a reaccionar. ?Se echaria hacia atras? Se preparo para lo peor.

– Molly, me estas confundiendo. Y asustando. ?Que pasa?

– Nada. Todo -le solto la mano para que tuviera libertad para irse si asi lo deseaba, e inspiro profundamente-. Me gustaba lo que estabamos haciendo en la playa, los besos y las caricias, pero me quede helada cuando me tocaste el pecho.

– ?Te hice dano?

– No.

Dylan estudio su rostro y ella pudo leer en el suyo las preguntas.

– ?Te ha atacado alguien? -pregunto despues de maldecir entre dientes.

– No. ?Recuerdas cuando me preguntaste por que queria huir de mi vida y te hable de la semana tan mala que habia tenido? -Dylan asintio-. No te lo conte todo -Molly fijo la vista en su rostro perfecto y puso la mente en blanco-. El lunes me despidieron, el martes Grant me llamo desde Mexico. El miercoles por la manana, mientras estaba en la ducha, note un bulto en el pecho izquierdo.

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