Tuvieron su primera pelea por la cuenta del restaurante.

– Damela -exigio Laura, sorprendida al ver que Paul cogia la cuenta antes que ella. Habian comido juntos mas veces de las que podia contar y siempre habia pagado ella-. Esta es una cena de negocios y el cliente nunca paga.

– Ha sido una cena de negocios durante la primera hora -replico el-. Despues, no estoy tan seguro.

Ella busco a tientas su servilleta. Era cierto que aquella noche habia sido diferente. Nunca antes habian hablado de los malos tragos que habian pasado en el instituto ni del entusiasmo comun que sentian por la musica y el beisbol. Y, desde luego, Paul nunca antes habia insistido en recogerla en su apartamento para ir al restaurante. Durante toda la noche, Laura habia hecho lo posible por mantener su relacion dentro de los limites de lo profesional, pero el no habia dejado de sabotearla. Algo habia ocurrido. Algo que ella tenia que conseguir que dejara de ocurrir lo antes posible.

Alargo la mano para que el le diera la cuenta.

– Insisto, Paul. Esta es una celebracion que te mereces de verdad. Solo hace seis semanas que eres mi cliente y ya has conseguido un papel estupendo.

Paul habia sido elegido para actuar en una curiosa y nueva serie de la HBO acerca de un grupo de veteranos de las guerras de Vietnam e Irak que dedicaban los fines de semana a recrear episodios de la guerra de Secesion.

El apoyo la mano en la carpetita de piel que contenia la cuenta.

– Te la dare solo si la del fin de semana que viene corre a mi cargo.

?Acababa de pedirle una cita? Laura era demasiado vieja para participar en jueguecitos.

– ?Me estas pidiendo una cita?

Paul inclino la cabeza y la comisura de sus labios se curvo en una divertida sonrisa.

– ?Eso he hecho?

– No, no lo has hecho.

– ?Y por que no?

– Porque no soy delgada.

– ?Ahhh!

– Ni rubia, ni elegante, ni estoy divorciada de un ejecutivo de produccion de alto nivel. Porque no tengo tiempo para hacer ejercicio con un entrenador personal, la ropa no me sienta bien y arreglarme el pelo me aburre a morir. -Laura cruzo las piernas-. Pero, por encima de todo, porque soy tu agente y tengo planeado ganar mucho dinero con tu carrera.

– Entonces, ?saldras conmigo el proximo fin de semana?

– ?No!

– ?Lastima!

El camarero se acerco y Paul le entrego su tarjeta de credito. Un director a quien los dos conocian se detuvo junto a su mesa para charlar con ellos y, a continuacion, el aparcacoches del restaurante llevo el coche de Paul a la puerta. Para entonces, Laura supuso que el tema habia quedado atras, pero el le demostro que estaba equivocada.

– La Orquesta de Camara de Los Angeles toca en el Royce Hall el fin de semana que viene -comento mientras se alejaban del restaurante-. Creo que deberiamos ir. A menos que prefieras asistir a un partido de los Dodgers.

Dos de las actividades preferidas de Laura.

– No lo entiendo. Tu eres un profesional consumado, asi que sabes perfectamente que no puedo salir con un cliente. Y mucho menos con un cliente tan importante como tu.

– Lo de «importante» me gusta.

– Lo digo en serio. Vas a tener una estupenda carrera y quiero negociar todas las etapas de ella.

Paul tomo direccion norte, hacia Beverly Glen Boulevard.

– Si no fueras mi agente, ?saldrias conmigo?

«Sin pensarmelo dos veces.»

– Seguramente no. Somos muy diferentes.

– ?Por que no paras de decir eso?

– Porque tu eres tranquilo y razonable. Y te gusta el orden. ?Cuanto hace que no te olvidas de pagar la cuenta de la television por cable o que te manchas la ropa con vino?

Laura senalo la pequena salpicadura roja que habia en la falda de su vestido de seda mientras, con la otra mano, tapaba un roto reciente. Queria que el comprendiera su punto de vista sin que pensara que era una autentica chapucera.

– Esa es una de las cosas que me gustan de ti -declaro Paul-. Te concentras tanto en las conversaciones que te olvidas de lo que estas haciendo. Eres una persona que sabe escuchar, Laura.

El tambien lo era. La atencion absoluta que le habia prestado mientras cenaban le habia hecho sentirse la mujer mas fascinante de la Tierra.

– No lo entiendo -dijo-. ?A que viene este interes repentino por mi?

– Yo diria que no es tan repentino. De hecho, fuiste mi acompanante en la fiesta de la boda de Georgie, ?te acuerdas?

– Aquello fue una cita de negocios.

– ?Ah, si?

– Eso pense yo.

– Pues pensaste mal -replico Paul-. Aquel dia rompiste mis esquemas, me abriste los ojos acerca de Georgie y nada ha sido igual desde entonces. -El deje de una sonrisa floto en la comisura de sus labios-. Por si no lo habias notado, soy una persona muy tensa y tu eres una mujer muy relajante, Laura Moody. Tu me destensas. ?Ah, y tambien me gusta tu cuerpo!

Ella solto una carcajada. ?De donde habia salido tanto encanto? ?No era suficiente con que Paul fuera inteligente, atractivo y mucho mas agradable de lo que ella habia imaginado?

– ?Tonterias!

Paul sonrio y tomo una estrecha calle secundaria que pasaba por encima de Stone Canyon Reservoir.

– Tu me has devuelto a mi hija y me has dado una nueva carrera. Casi me da miedo decirlo, pero por primera vez en mucho tiempo, soy feliz.

De repente, el interior del Lexus se habia vuelto demasiado pequeno. Y todavia se volvio mas intimo cuando Paul tomo una carretera oscura y sin asfaltar, aparco el coche en la cuneta y bajo las ventanillas. Cuando apago el motor, Laura se enderezo en el asiento.

– ?Hay alguna razon para que hayas parado aqui?

– Esperaba que nos besuquearamos.

– Estas de broma.

– Miralo desde mi punto de vista. Llevo toda la noche deseando acariciarte. Desde luego, preferiria la comodidad de un bonito sofa, pero dado que ni siquiera aceptas tener una cita conmigo, no confio en que me invites a entrar en tu casa, asi que estoy improvisando.

– ?Paul, soy tu agente! Llamame loca, pero tengo la politica de no besuquearme con mis clientes.

– Lo comprendo. Yo en tu lugar tendria la misma politica, pero hagamoslo de todas maneras. Solo para ver lo que ocurre.

Ella sabia lo que ocurriria. ?Vaya si lo sabia! Cada vez le costaba mas ignorar el magnetismo sexual de Paul, pero no tenia la menor intencion de fastidiar su ya fastidiada carrera.

– No, no lo haremos.

Las luces automaticas, que habian estado iluminando una franja de chaparral y arbustos de roble, se apagaron arropandolos en la suave y calida oscuridad.

– He aqui el tema. -Paul se desabrocho el cinturon de seguridad-. Llevo anos dejando que la logica dirija mi vida, y desde luego no ha funcionado tan bien. Pero ahora soy un actor, lo que oficialmente me convierte en un maniaco, asi que voy a empezar a hacer lo que quiero. Y lo que quiero es… -Se inclino hacia ella y la beso en los labios-. Lo que quiero es esto…

Todo lo que Laura tenia que hacer era apartarse, pero, en lugar de hacerlo, se permitio disfrutar del sabor de

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