Paul… de su olor… de la marea embriagadora y vertiginosa… Queria mas.

Pero los dias en los que sacrificaba sus intereses por un placer rapido hacia tiempo que habian quedado atras. Hundio las manos en el pelo de Paul, lo beso profunda e intensamente y, a continuacion, se aparto.

– Ha sido divertido. No vuelvas a hacerlo.

En realidad, Paul no habia esperado otra cosa. Pero lo habia deseado. Acaricio la mejilla de Laura con los nudillos de la mano. Ella no le creeria si le decia que se estaba enamorando, asi que no pensaba decirselo. Ni el mismo podia creerselo. A los cincuenta y dos anos, por fin volvia a enamorarse, y de una mujer a la que conocia hacia anos. Aunque, incluso en la epoca en que ella le permitia mangonearla, el se habia sentido fisicamente atraido por Laura.

A el siempre le habian gustado las mujeres con redondeces y formas blandas, con el pelo suave y sedoso y los ojos del color del Armagnac. Mujeres inteligentes e independientes que sabian como abrirse camino en el mundo, que les gustaba la comida y que estaban mas interesadas en hablar con la persona que tenian delante que en comprobar el movil. El hecho de que no se hubiera permitido acercarse a ninguna mujer con esas cualidades solo demostraba su determinacion en mantenerse a salvo de las erraticas emociones que, en el pasado, casi lo habian destruido.

Pero, aunque se habia sentido fisicamente atraido por Laura, el no la habia respetado, no hasta que ella le planto cara. Cuando el percibio su integridad y la forma en que cuidaba a los demas, se volvio loco por ella, y el remate fue cuando finalmente le hizo recordar que era un actor. Ella supo lo que el necesitaba antes que el mismo.

Durante las ultimas semanas, Paul se habia sentido renacer. A veces, con las piernas temblorosas como las de un potro recien nacido, y otras con la sensacion de estar haciendo lo correcto. No podia creer que se hubiera permitido estar perdido tanto tiempo. Solo su preocupacion por Georgie le impedia sentirse plenamente satisfecho. Eso y el persistente temor de no poder superar las sensatas barreras que Laura insistiria en mantener entre ellos.

Pero tenia un plan y aquella noche habia dado el primer paso al decirle que, entre ellos, habia algo mas que negocios. Paul tenia la intencion de ir avanzando lentamente y asi darle a Laura el tiempo suficiente para ajustarse a la idea de que estaban hechos el uno para el otro. No realizaria ningun movimiento brusco. Nada de abrirle su corazon. Solo una persecucion paciente y deliberada.

Entonces el bolso de Laura resbalo de su falda y, cuando ella se inclino para recogerlo, se golpeo la frente contra la guantera, y el plan de Paul salto por los aires.

– Me estoy enamorando de ti, Laura. -Y se quedo tan sorprendido al decirlo en voz alta que apenas se dio cuenta de la carcajada que solto ella-. Se que es una locura -continuo-, y no espero que me creas, pero es la verdad.

Laura rio mas.

– No sabia que te gustara tanto jugar. No creeras que voy a creerme un cuento como ese.

Sin dejar de reir, se froto la frente y miro a Paul a los ojos. Y se tomo su tiempo, prestandole toda su atencion, como hacia siempre. Inclino la cabeza y lo observo. Poco a poco, su risa se fue desvaneciendo y sus labios se separaron levemente. Entonces hizo algo que de verdad sorprendio a Paul: le leyo la mente.

– ?Dios mio! -exclamo-. ?Lo dices en serio!

El, incapaz de hablar, asintio con la cabeza. Largos segundos transcurrieron. Paul le dio el tiempo que necesitaba. El tirante de su sujetador resbalo por el hombro de Laura y ella parpadeo.

– Yo no estoy enamorada de ti -declaro-. ?Como podria estarlo? Solo estoy empezando a conocerte. -Clavo en el sus ojos de color conac-. Pero te deseo muchisimo y te juro por Dios que, si esto no funciona y siquiera se te ocurre pensar en despedirme… -desabrocho su cinturon de seguridad- te pondre en la lista negra de todos los agentes de la ciudad. ?Queda entendido?

– Entendido -contesto Paul justo antes de que ella se lanzara al ataque.

Fue glorioso. Laura le cogio la mandibula con ambas manos y dejo que sus bocas juguetearan. Mientras le ofrecia a Paul la dulce punta de su lengua, una oleada de ternura hizo que la excitacion de Paul aumentara. El se separo lo suficiente del volante para que ella pudiera deslizar una rodilla por encima de su muslo. El pelo suave y lacio de Laura le rozo la mejilla. Paul apoyo las manos en los costados de ella. Debajo de la fina seda de su vestido, su carne era un poema de sensualidad.

– Te quiero -susurro sin importarle ya su plan.

– Estas como una cabra.

– Y tu eres un encanto.

Paul no habia hecho algo asi en un coche desde que tenia diecisiete anos y, en esta ocasion, no fue mas comodo que entonces. Busco a tientas la cremallera de Laura y consiguio no hacerse un lio al bajarla. Sus manos se deslizaron por el interior del vestido y la acaricio por encima del sujetador.

– Esto es una locura -gimio Laura junto a su boca mientras el le bajaba el sujetador lo suficiente para succionarle los pechos.

Ella entrelazo los dedos en el pelo de Paul y dejo caer la cabeza hacia atras.

El coche se habia convertido en su enemigo. Laura tiro de la camisa de Paul aranandolo con su anillo. De algun modo, el la levanto en el aire y consiguio deslizarse debajo de ella en el asiento del copiloto, pero no sin que ella le clavara el codo en la mandibula y la rodilla en el costado. Al final, Laura se sento a horcajadas encima de el. Con sus bocas todavia unidas, Paul introdujo la mano por debajo del vestido…

Sus caricias aumentaron en intensidad. La mano de Laura se mostro atrevida y sabia, pese a que la ropa se interponia en su camino. Otro beso lujurioso y, entonces, de pronto el estaba en el interior de Laura. Amandola. Llenandola. Complaciendola. Reclamandola para el. El sonido de sus gemidos, de su respiracion, de sus cuerpos fusionandose acaricio los oidos de Paul. Laura se agarro a el con fuerza. Se puso tensa. Permanecieron suspendidos… volando… disolviendose.

Mas tarde, Paul salio del coche para desentumecerse y, disimuladamente, relajo una contractura de su espalda. Laura se unio a el un segundo mas tarde.

– Esto ha sido una autentica locura -dijo muy seria-. Finjamos que nunca ha ocurrido.

Paul miro hacia las estrellas.

– Perfecto. Entonces podemos esperar con ilusion nuestra primera vez.

La dureza de Laura se desvanecio dejando paso a la preocupacion.

– Hablas en serio, ?no?

– Si. -La rodeo con el brazo-. Y estoy tan impresionado como tu.

– Sorprendente. Eres un hombre sorprendente, Paul York. Tengo ganas de conocerte.

Paul rozo el suave pelo de Laura con sus labios.

– ?Para ti solo sigue siendo deseo?

Ella apoyo la mejilla en su hombro.

– Dame un par de meses y volveremos a hablar del tema.

Georgie no conseguia encontrar su equilibrio. Estaba echada en una tumbona de teca mientras los rayos de sol de ultima hora de la tarde caian oblicuos sobre el patio de piedras blancas. Era un martes por la tarde, y hacia dieciseis dias que habia llegado a Mexico. Se obligaria a volver a Los Angeles antes del fin de semana en lugar de quedarse alli para siempre, como queria. Le habria gustado seguir alli hasta decidir que nueva forma debia tomar su vida. Salvo cuando estaba delante del ordenador que habia comprado unos dias atras, no lograba concentrarse en nada. El corazon le dolia demasiado.

Dos lagartijas corretearon hacia la zona sombreada. Unos barcos cabeceaban en la distancia y sus parabrisas destellaban como estroboscopios a la luz del sol. Hacia demasiado calor para seguir alli fuera, pero Georgie no se movio. La noche anterior habia sonado que era una novia. Estaba frente a una ventana, con su traje de boda y trocitos de cinta blanca entremezclados con el pelo, y vio a Bram acercarse a traves de una vaporosa cortina de encaje.

Las bisagras de la puerta de la valla crujieron. Georgie levanto la vista y alli estaba el, entrando en el patio con su andar despreocupado, como si ella lo hubiera conjurado, pero el romantico novio de su sueno ahora iba vestido con unos pantalones de aviador de color gris plomo, y su cara tenia una expresion hosca. Georgie odio el

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